Algo sobre Teatro Chileno

En realidad resulta duro para una persona que piense con altura sobre los problemas vitales de un país el constatar que el arte al cual ha dedicado sus mejores entusiasmos, tiende a desaparecer envuelto entre la asquerosa ola de mercantilismo y ramplonería que empieza a inundar nuestro ya precario arte literario. Adonde quiera que volvamos la vista vemos este fenómeno degradante; en la crítica de teatro, por ejemplo, que algunos diarios no pagan, vemos con dolor que los críticos, algunos son autores, no de los más definidos; que otros no tienen los conocimientos necesarios o el tiempo que se precisa para hacer bien, seriamente su trabajo. En otros países donde existe la crítica que aquí, en verdad, debía avergonzarnos, los críticos se avocan al conocimiento de la obra que se estrena y escriben sobre ella sin que cobre ninguna consideración de carácter amistoso o contrario; por lo menos el crítico sabe lo que hace. Aquí no; aparte del joven que trabaja en uno de nuestros vespertinos podemos negar toda crítica, considerando que el crítico de La Nación, por ejemplo que sabe hacer su trabajo, es muy blando tratándose de chilenos; a veces consuela con buenos fallos; pero otras veces se desentiende de los defectos terribles “ostentados” por las obras. Hay otro crítico del que no quiero hablar, que sabe mucho o cree saber, que hace sus críticas al uso de sus congéneres europeos, así piensa él; pero que en realidad no pasa el hecho de presunción de su parte. En una buena crítica hay que considerar varios puntos vitales. Debe el crítico, entiéndase el “crítico”, preocuparse de la interpretación (actores, escena en detalle, y después de la obra propiamente dicha). Es decir, analizar la obra de los intérpretes, criticándoles todo lo que él estime malo: el modo de vestir, el de decir, en suma, delinear su actuación; luego la obra; el problema que trate, la orientación del autor, la esencia de la obra y criticarla segun sea su tendencia y escuela dentro de su índole misma: al crítico se le exige que sea impersonal y que .... estudie. Aquí se escribe una obra social; el crítico hace un mohín y declarándola socialista le echa incima las mesnadas ignorantes y de acuerdo con los famosos directores de compañía que ignoran hasta lo que es un negocio: el negocio que se llevan entre manos, sepultan una obra, dando preferencia desde luego, al género que sean capaces de escribir los correligionarios o amigos del crítico... Así sean estos... sainetes de la última cosecha. Y pasando a las compañías que actúan en Santiago viene una pregunta: una publicación seria como Claridad ¿debe tener críticos de teatro? Creo que no, por no haber obras que criticar, por ser los conjuntos malos en demasía y por ser el teatro que se representa actualmente demasiado, inconcebiblemente malo. Se han estrenado sainetes con música para llenar, se dijo, la inclinación del público; creo que alguna deferencia se debe al «público», y se han puesto en escena cosas terribles de las firmas más preclaras de Chile, de las que honran esta patria de patriotas que lo hacen todo con criterio de... bueno con un pobre criterio. ¿Es necesario decir que firmas han sido las que han podido hacer tamaña obra de perversión para señalarlas a la vindicta pública? Mejor no, el público conoce demasiado los autores de sainetes con música, y sin ir al teatro la música de los sainetes, tan original es. Para hacer opinión en este asunto tan vital en la vida de los pueblos, el teatro, yo solicitaría de los hombres que dirigen esta publicación, abrieran una encuesta sobre la materia; podrían ser concertadas con respuestas breves pero que seguramente orientarían a los autores que desconsolados con la plaga terrible de chabacanería y sin esperanzas de estrenar, porque sólo lo malo se estrena, desalentados, repito quieren dejar de escribir. No creo que ningún hombre moderno que desee mejores días para el mundo se negaría a contestar, y además pienso que ningún autor se negaría a escribir las obras preconizadas en la encuesta. (Y se daría gusto al público). Es el alegato de las empresas cuando se les critica que den tan malas obras. Queda lanzada la petición; el público debe decir lo que siente y lo que desea; es necesario hacer opinión.

NESBY.