Ante la Reforma

¡ESTUDIANTES, ALERTA!

En presencia del movimiento iniciado recientemente por los estudiantes con el laudable fin de transformar el actual sistema educacional, es preciso aclarar y ponerse de acuerdo no sólo en los principios sustantivos, sino también en los procedimientos que pueden y deben emplearse. Y decimos esto, porque, desgraciadamente, nos hemos podido cerciorar, en repetidas oportunidades, del desaliento que se está apoderando de las filas estudiantiles por la forma en que hasta la fecha, ha sido llevada la campaña. Desde luego, hay que sentar un hecho inamovible: el movimiento nació sin acuerdo previo, sin gestación alguna de los dirigentes y apenas podría tomarse en cuenta como pretexto el tan bullado acuerdo del Consejo de Instrucción que pretendía coartar el derecho de los estudiantes para reunirse libremente. La propaganda de las nuevas aspiraciones que algunos estudiantes deseaban llevar al seno de la Convención Estudiantil de este año aún no se notaba sensiblemente. No existían ni ideas ni rumbos bien estudiados, y sólo se repetía por más de algún estudioso las conquistas obtenidas por la juventud Argentina. Pero, en cambio, había un terreno admirable para sembrar, abonado por la intervención constante del poder político-gubernamental –con todas sus consecuencias–, por los horribles programas de estudio, por la ineptitud y tiranía de los profesores, por los métodos de enseñanza y por la risible dirección del Rector y del Consejo. Como era natural, para los que tienen ojos y ven, el descontento estalló por cualquier motivo, y pudo verse a pleno sol todo lo malo y lo viejo de nuestra ya caduca Universidad. Esta lección es muy interesante y debe servirle no sólo a los maestros sino a los dirigentes, a los caudillos, a los que sueñan con la dictadura de los intelectuales; a los que se amarran a los programas, a los reglamentos y a los plazos para hacer sus caprichos y usar la masa de estudiantes como trampolín. El movimiento ha sido grande, hermoso y fuerte cuando la masa actuaba; y, por el contrario, ha sido pequeño, torpe y débil cuando los caudillos obraban por su cuenta. Indudablemente que después del estremecimiento general, deben propagarse las nuevas ideas que reemplazarán a las ya caídas. Y, fácilmente, todos se han puesto de acuerdo en aceptar la docencia libre con todos sus aditamentos naturales, y en rechazar el famoso Estado Docente. Pero aún hay que ponerse de acuerdo, como decíamos al comienzo de este artículo, en los procedimientos que deben emplearse y esto es talvez, y sin talvez, tan importante como las ideas mismas Dos caminos se presentan a la juventud para implantar sus aspiraciones: El legalitario y constitucional, y el de la propaganda y crítica. Por el primero se representará a los Poderes Públicos la necesidad de organizar la Universidad en conformidad a la nuevas doctrinas adoptadas, y así se irá ante S. E., los Ministros, los Partidos, el político A, el B y el C., y de tumbo en tumbo se caerá en las asambleas políticas y en las galerías de las Cámaras y podrá presenciarse la sabiduría de Célis, la honradez de Claro y Valdés Bustamante, la elocuencia de Lois, la pulcritud de Urzúa Jaramillo y el talento de Régulo Valenzuela. ¡Que el art. 5.º salió con ligeras modificaciones, que el 8.° pasó a Comisión, que el 15 fue rechazado, que hay que ceder en el 23 a fin de salvar algo siquiera del contraproyecto... y sigan las macanas! Y en este terreno nos bastará recordar lo ocurrido ayer no más con S. E. Dos o tres dirigentes, sin ninguna autorización, visitaron a este buen varón y escucharon de sus labios los halagos y las promesas de siempre: “Amigos, como soy liberal y lo he sido toda mi vida, estoy de acuerdo en todo con Uds. en su campaña. El Rector es un imbécil y hay que echarlo. Molina era mi candidato pero Uds. me lo embromaron con sus telegramas. Quizás Maira... o Matte.. Yo no ordené impedir la entrada de los estudiantes a la Universidad; fue el Rector. Mañana, si está cerrada, voy en persona y a patadas la abro. Muy simpático el gesto de Uds. al ocupar el antiguo «Club»... y sigue el chorizo. Segunda entrevista: “¿Creen Uds. que yo soy Sanfuentes? ¡Yo tengo h...! Desautorizo todo lo que me hacen aparecer diciendo. Si no quitan ligerito su trapo rojo de la Universidad y se largan a la calle, los barro a tiros. Yo soy hombre. Yo tengo p... Yo tengo poder, etc., etc.” Este es el primer camino, el legal y constitucional. Por el segundo, en cambio, se irá lisa y llanamente a la difusión de los nuevos postulados, usando todos los medios conocidos y por conocer: la conferencia, la polémica, la revista, el libro, el periódico, el folleto, el cartel y el afiche. Y se irá, también, al análisis, a la crítica de las instituciones educacionales imperantes, mostrando por dentro, por fuera, por abajo, por arriba, por delante y por detrás, toda la porquería que ellas encierran, junto con los tontos que las mangonean.

PEDRO ANTONIO.