Las Hordas del Fascio

I

La persecución contra los trabajadores por la fuerza armada, trajo siempre un creciente desprestigio a todos los gobiernos. Se desea ahora ahorrar al Militarismo tan innoble tarea, y ha aparecido el Fascio... El Fascismo, en Italia, es la diabólica colusión de una burguesía dominada por la lujuria del oro, y de un gobierno que coopera traidoramente, en la oscuridad y el silencio, a la obra del bandidaje organizado! Porque el Fascismo no es un partido creado por una necesidad social; no es una agrupación de hombres a quienes una un programa económico, espiritual o moral; no es siquiera un movimiento filosófico llamado a influenciar el alma colectiva. El Fascismo es una creación de circunstancia, auspiciado por la Corona y por el Gobierno de Italia. El Fascismo es uno de esos engendros monstruosos, cuya gestación transcurrió en las tenebrosidades de un antro, y cuyo primer vagido fue un grito de muerte contra las organizaciones obreras, contra su obra cultural, contra los Sindicatos, contra las Bolsas de Trabajo; en una palabra, contra el Socialismo. Con las armas y con los recursos del Estado, puestos por el Gobierno en manos del Fascismo, éste suprimió las libertades públicas de asociación, de reunión, de prensa, e instituyó el incendio y el asesinato como medio de llegar al Poder sobre cadáveres y escombros... ¿Y cuál es el delito para que los trabajadores hayan visto incendiadas sus casas sociales, las Bolsas de Trabajo, las obras benéficas, todos los testimonios que daban fe de la cultura obrera? ¿Cuál es la razón de la furia. demoníaca, del vértigo incendiario de las hordas fascistas, de sus salvajes matanzas de obreros? El delito de los trabajadores está en haberse constituido en partidos y en corporaciones para defenderse del latrocinio de la burguesía industrial italiana, tan abusiva y tan torpemente inmoral como todas las otras del mundo. Y la razón de la furia incendiaria y asesina, no es otra que matar la organización obrera, para instituir, sobre sus despojos, la más horrible tiranía, en su triple aspecto político, social y económico...

II

El Fascismo no es una novedad: pero puede serlo para los espíritus superficiales. El Fascismo es esporádico, y prende en los países, según condiciones de lugar y tiempo. Lo hemos tenido en la Argentina en las vísperas del Centenario, cuando los socialistas, los anarquistas y los obreros más significados, vieron destruidos sus hogares, sus locales sociales, sus órganos de publicidad. Años más tarde, el Fascismo reapareció allí con la Semana Sangrienta... Hechos parecidos, aunque en menor escala, han sido preparados y llevados a efecto en Brasil, Uruguay, y hasta en el Perú. Y entre nosotros, ¿no hemos experimentado el Fascismo en cabeza propia? Las matanzas de Iquique, de Valparaíso, de la Alameda de Santiago, ¿no fueron productos netamente fascistas? ¿Y el Fascismo de las postrimerías de Sanfuentes? ¡Ah! Este fue el más pronunciadamente desvergonzado, el que con más impudicia se manifestara a la faz del país! La destrucción, en Iquique y en Antofagasta. de órganos de publicidad que criticaban al Gobierno; el asalto y saqueo del Club de Estudiantes, y el incendio de su biblioteca; la implacable persecución contra los obreros y los estudiantes más destacados; el asesinato judicial de Domingo Gómez Rojas: la destrucción de establecimientos editoriales, como “Númen”, que irradiaba luz sobre la conciencia obrera, ¿no fueron la obra de los fascistas de garrote y escapulario? Todas estas tristes y vergonzosas hazañas, ¿no denuncian a gritos la obra del Gobierno, en estrecha cooperación con los vástagos imberbes de nuestra pretendida aristocracia? Ya lo dijimos, el Fascismo es esporádico: revienta aquí y allá, en circunstancias, lugar y tiempo determinados.

III

Pero el Fascismo, como toda solución de emergencia, como todo expediente de circunstancias; el Fascismo, sin base doctrinal que le vincule al sano sentimiento público; sin más propósito que llegar, de súbito, a un fin inmediato por medio de la violencia, el incendio y la masacre, será a no dudarlo, como esos bólidos que brillan por un instante bajo la bóveda estrellada, para desaparecer en seguida... No hay memoria de que facinerosos vulgares, por numerosos que sean, hayan logrado cimentar algo duradero, algo que haya podido persistir a través de la. Historia. La reacción contra el Fascismo no se dejará esperar, y la sanción pública llegará, indefectiblemente, porque la génesis de este movimiento destructor del bandidaje fascista se ha inspirado en la violencia y el asesinato de victimas inocentes. ¡A través de los siglos, las hordas de Atila reviven en el Fascio!...

M. J. Montenegro.