PATRIOTISMO

No hace aún tres meses la Federación de Estudiantes fué escarnecida por haber pedido al Gobierno diera a conocer las razones que justificaban la movilización. Hoy todo el mundo sabe que esas razones no existían. Era imposible decir al pueblo que la movilización obedecía única y esclusivamente a razones políticas; por eso se contestó con el encarcelamiento, en el nombre da la patria, de obreros y estudiantes; por eso se asaltaron los locales de obreros y estudiantes; lo que no podía justificarse con razones debía defenderse con la fuerza. Las consecuencias de esta movilización descabellada y criminal comenzamos a cufrirlas: más de cincuenta millones de pesos se han malgastado, la indisciplina ha echado hondas raíces en el Ejército, la desconfianza en el público. Pero, hay algo más grave, Mañana, en la reunión de la liga de las Naciones, nuestros vecinos del Norte, nos harán aparecer como un país belicoso y guerrero, dispuesto a dirimir por las armas un conflicto que, según el propio reglamento de la Liga debe someterse al arbitraje. Entonces, sólo entonces, podemos saber cuán grande ha sido el mal hecho a nuestro país por la pequeñez de sus gobernantes, Hubo un momento en que nuestros gobernantes aparecieron ante la opinión pública como la encarnación del patriotismo, mientras eran acusados de traidores y antipatriotas los que censuraban sus actos. Cabe ahora preguntar ante el testimonio definitivo de los hechos: ¿cuáles eran los que realmente amaban a la patria? Debe aún desprenderse una dura lección de los hechos el patriotismo no consiste en someterse a todos los errores de un gobierno por el hecho solo de que los cometa en nombre de la patria y al son del clarín guerrero. No somos de los que creen que las patrias deben desaparecer: responden ellas verdaderas necesides; pero no creemos que su existencia sólo puede asegurarse por medio de la guerra y la agresión. Estamos convencidos, por el contrario, de que las Naciones, más aún que los individuos, deben amoldarse a la justicia, y de que infaliblemente, más tarde o más temprano, sufren las consecuencias de sus errores y atropellos. Bastarían a demostrárnoslo la caida del imperio colonial de España, la derrota de Francia el 70 y el aniquilamiento de la Alemania en la guerra que acaba de terminar. En muy poco tiempo más quedará plenamente demostrado que nuestros gobernantes han pospuesto los intereses de la nación a sus personales ambiciones y conveniencias. La opinión pública deberá entonces acusarlos de traidores y castigarlos duramente. No escapan a esta acusación los propios políticos aliancista que por miedo, permitieron se jugara con el buen nombre del país. Fuera de toda la antipatriótica actitud ya enunciada existen otros hechos que demuestran como entienden el patriotismo nuestros gobernantes: ellos son el nombramiento de don Francisco Subercaseaux Aldunate como consejero de la Embajada ante la Liga de las Naciones, la negativa terminante del presidente de la República para que forme parte de dicha delegación nuestro Ministro en Gran Bretaña, y el posible nombramiento de don Alfonso Bulnes Calvo como secretario de la Legación en Argentina. Los pueblos deben analizar fríamente la política internacional seguida por sus gobernantes, no dejarse engañar por ellos y exigirles que los destinos de la Nación se discutan a plena luz. Es la única manera de salvar la patria y de hacerla elemento eficiente del progreso de la Humanidad.