SERENIDAD

Para O. SEGURA CASTRO.

Aquel buen camarada me ha herido... Un sentimiento rencoroso me llena de torva pesadumbre, y, silenciosamente, pruebo la certidumbre: la tristeza de toda la vida en un momento.

Cae sobre el suburbio la tarde. Es un tormento el temblor vespertino de la última vislumbre; bajo el ocaso frío se desangra la cumbre, y me acuchilla el rostro la hostilidad del viento,

Se derrama en mi espíritu el resquemor ardiente. Tengo un súbito arranque de defensiva airada, y, no obstante el impulso, tomo la pluma en vano.

¿A qué? La vida sigue, su curso fatalmente. Me habla en cada miseria la angustia de la nada, y una sombra invisible me detiéne la mano...

BENJAMIN VELASCO REYES