LA FORMACION DE UN PARTIDO DE CLASE

Así, de sorpresa... parece una idea excelente que los organismos obreros tengan un partido político oficial; que puedan hacerse oír en las Cámaras por boca de sus propios compañeros. Hasta luminosa pareció esta idea cuando fué enunciada; pero con el transcurso de los días se ha pasado del entusiasmo expontáneo al examen, al desmenuzamiento de las ventajas y las fallas. Los partidarios de crear este partido como medio de dar unidad y extensión política al proletariaddo, forman dos grupos muy diversos en número y calidad espiritual. El más reducido ha adherido a este propósito para enriquecer los medios de lucha social y acortar el traspaso del actual régimen a uno inicialmente socialista. Este grupo, cuyos componentes podríamos enumerar, se caracteriza por su idealismo imprudente y por su resistencia a sacar deducciones de nuestra pasada y presente realidad política. Sin esa característica, habría preferido aumentar la intensidad de la acción directa. El otro grupo, el denso, está formada por aquellos que en las luchas sociales ven un medio de aprovechamiento personal; por aquellos obreros ligeramente instruidos que ansían poder aburguesarse. La tendencia al menor esfuerzo, permite que hasta en los gremios se agrupen aquellos que viven para las oportunidades. Esta especie de gente logrera, materialista e inmoral, encontraría una gran ocasión si se formara un partido de clases. Sin embargo, el hecho que algunos tengan intenciones impuras no es un argumento de fuerza contra el proyecto de partido. ¿Qué rol tendría el Partido Laborista en el Parlamento? Hacer visibles los intereses de los que fabrican, crean, ejecutan y producen personalmente la riqueza social. Es decir, mantener el derecho del proletariado contra cualesquier derecho parcial y legislar sobre aquellos problemas sensibles de ser tratados en el Parlamento. ¿Cuál sería la finalidad de este partido? Si hemos de tomar como bases las publicaciones aparecidas en la capital, podríamos afirmar que su ideal sería el que la Federación Obrera de Chile ha estampado en sus estatutos, o sea: distribución y control de los productos por los productores. El Partido Laborista, según el propósito de sus propiciadores, deberá contar con el apoyo de los federados; ¿pero contará realmente con ese apoyo? De los federados, el 60% no está inscrito. Los que tienen derecho a voto están en un 25% vinculados a los demócratas, radicales y socialistas. El resto se compone de los que están desengañados del Parlamento y de los que son contrarios a su existencia. La fuerza efectiva de esta agrupación política no alcanzaría, pues, proporciones estimables. Además, los partidos burgueses poseen la fuerza del oro, y como medios complementarios, la fuerza pública, la libertad de cohechar, de falsificar actas y de aceptar a los representantes que les agraden, y seguramente los Laboristas como defensores de una doctrina antagónica, no serían las personas indicadas como más agradables. Anotados todos estos factores se llega a la certidumbre de que los Laboristas tendrían en el Parlamento una representación sin ninguna importancia numérica. No podrían, aunque lo quisieran, dictar ni una sola ley beneficiosa para los trabajadores. Por qué? Porque en Chile todos los partidos son esencialmente capitalistas y no puedan desear ni propiciar jamás ninguna ventaja fundamental para el pueblo. La fenecida administración nos dió demasiadas pruebas de la inercia criminal eu que viven partidos liberales como el radical y el demócrata. Estos partidos no tienen siquiera la entereza de defender las libertades públicas. Hace sólo meses, en nuestra república se asesinó, se agarroto y encarceló a centenares de ciudadanos con la complicidad de estos partidos. Claro es que, cuando toda era irremediable, se hicieron decenas de discursos que sirvieron, a lo menos, Para la exportación.

En un país como el nuestro, donde pesa sobre todas las cosas la influencia pncontrarrestable de los intereses, un martido de clase es imposible; nacería muerto o sería acallado en cualquier momento. ?Entónces cual sería el papel de los Laboristas? No pudiendo obtener sanción para ninguna ley pue mejorara en parte la vida proletaria; la obra de los Laboristas se concretaría a pronunciar discursos expositivos y a obstruir el despacho de los proyectos camufiage. Si esta acción pudiera dar un resultado favorable sería a muy largo plazo y mientras tanto, como consecuencias de la organización política, empezaría a fallar la organización gremial, a debilitarse la lucha directa y también empezarían la discordia y el materialismo repulsivo a envenenar moralmente al proletariado. La exposición de doctrinas que podría hacerse en el parlamento no compensaría los sacrificios requeridos por una elección de representantes. Además, en el Congreso, las doctrinas han dejado completamente de influir. Y no sólo las doctrinas. La justicia, la razón, la lógica no sirven para nada cuando contraponen a los intereses. Los parlamentarios saben de antemano que actitud deben adoptar frente a un asunto. Ninguna doctrina, ningún argumento, por convincentes que sean podrían hacerlos variar. En el Congreso como en otras partes triunfa invariablemente la fuerza. Ahora suponiendo que un partido de clase en poco tiempo adquiriera una posición estensa, importante, fuerte, tampoco podría hacer nada porque un partido para hacerse poderoso necesita adaptarse, contemplar todos los intereses, ceder, claudicar un poco, solidarizarse con elementos extraños, perder su consistencia doctrinaria y obrar casi siempre con olvido de sus principios. En otra forma nunca el Partido Socialista Alemán habría llegado a ser el partido más poderoso del imperio. En síntesis podríamos decir que nadie sale de apuro con la creación de un nuevo partido político, aúnque este partido tenga por objetivo la emancipación de una clase. Es inútil la creación de partidos, es inútil la elección de representantes, es inútil la labor legislativa. Las leyes imponen normas que nadie tiene interés de seguir las leyes son soluciones buenas para archivarlas y para que los políticos las citen en sus alocuciones pero nunca tienen expresión real, nunca son materializables y jamás llenan una necesidad.

Los partidos socialistas del mundo que tienen un programa muy semejante al Laborista, si han hecho algo, ha sido contribuir al esterminio de las iniciativas populares; engañar al pueblo con reformas que nunca alivian enteramente una situación y retardar la emancipación del proletariado. En ese hermoso movimiento socializador que puso las fábricas de Italia en manos de los trabajadores, el P. S. I. el más revolucionario de todos los partidos socialistas, interrumpió la acción obrera haciendo participar al gobierno, quién redujo los deseos populares a su espresión menos significativa. La apropiación de las fábricas resultó inútil. A los obreros se les permitió, como concesión tener alguna ingerencia en el control de las fábricas. Si se compara lo obtenido con lo que se pudo obtener se verá la diferencia. Y así en todas partes. Siempre los partidos socialistas han hecho de almohadones entre el capitalismo y los trabajadores. Mientras el proletariado acepté intermediarios, se haga representar y transe, tendrá menos pan del que necesita y menos comodidades de las que ha menester; pero cuando comprenda que su salvación está en lo que por si mismo pueda hacer, entonces sentirá que sus ataduras no son tan sólidas y que el poder de sus contrarios no está amasado con materia indestructible...

GONZÁLEZ VERA.