Defendiendo a Gabriela Mistral

Nadie habría podido imaginarse que fuera de la colectividad estudiantil de donde partiera el único ataque al nombramiento de Gabriela Mistral. Cuando, talvez por primera vez en Chile un Ministro desentendiéndose de las influencias y de las presiones hace justicia al mérito, es un representante de la juventud quien sale a la palestra a defender los títulos contra el valer personal. Porque en el fondo aunque muy bien disimulado, es esto lo que hace el señor Oldini. Es verdad que Gabriela Mistral no tiene título; pero ¿cuántas tituladas, cuántas pedagogas, podrían exhibir las mismas virtudes pedagógicas que adornan a la autora de «La Maestra Rural»? Iris estaba en lo cierto cuando en un artículo reciente escribía “Gabriela Mistral enseña hasta cuando mueve las manos”. El señor Oldini olvida que hay ciertas inclinaciones vocacionales; quizás en estos casos se podría decir: “se nace para esto o para aquello”... El señor Oldini olvida también el beneficio directo traducido en aplicación y en resultados prácticos, que el prestigio y la personalidad de Gabriela Mistral, obtendrán de los alumnos. Frente a estos factores positivos ¿qué mérito puede exponer la señora Dey? El mismo caso suyo es el de muchas profesoras, sin embargo ninguna cree tener el derecho a disputar la dirección del Liceo 6 a Gabriela Mistral. La señora Dey aparece como candidata frente a ella: eso es todo. Pero uno tiene derecho a preguntarse ¿cuáles son sus méritos? en qué funda su aspiración? El señor Oldini ha olvidado esto. El hecho de que la señora Dey estudiara haciendo grandes sacrificios no le da más derecho que a la mayoría de las pedagogas. Se precisa haber demostrado capacidad, haber sobresalido; sobre todo si la otra candidata es una personalidad de la talla de Gabriela Mistral. El señor Oldini es excesivamente apasionado: Su carta a Gabriela lo revela; sólo la pasión ha podido negarlo hasta impedirle ver lo evidente.

JULIA ENCINA.