KODAK

El hombre del día En los países de vida apagada, la gente necesita tener diariamente algo parecido a una preocupación. Y estas preocupaciones no pueden ser sólo de orden ideológico, porque las ideas no están al alcance de todos, la gente goza con las acciones de los hombres sobresalientes. Se ríen con los cómicos del cine y se emocionan con las actitudes exportables de los hombres públicos. Antes, cuando el gusto era más riguroso y más exigente, la admiración se prodigaba a los que sobresalían por su talento para hacer reír o llorar. Ahora por espíritu de variedad, se concede admiración a cualquier hombre aunque se trate de uno que no tenga más gracia que usar la cabeza para llevar el sombrero. La actual Cámara de Diputados es una especie de jardín zoológico. Contiene toda clase de diputados. Algunos son inteligentes, otros son comerciantes, otros charlatanes y algunos no tienen ninguna de estas características. Son diputados solamente. Entre esta última categoría figura un tal «chanks», que se ha convertido en unos cuantos meses en el hombre de actualidad. Como nosotros admiramos a los hombres, cuando pronunció su primer discurso, sentimos curiosidad y lo leímos con atención suma; pero no encontramos nada que justificara su popularidad. Deseosos de llegar a algún término continuamos leyendo con un resultado parecido. Esto nos descorazonó bastante y nos molestó íntimamente. ¿Cómo era posible que los discursos de un hombre que estaba en todos los comentarios, no nos impresionaran? —Estaba equivocada la mayoría? Eramos nosotros los incapaces para comprender? Estas y otras muchas dudas nos asaltaban de la mañana a la noche. Una tarde, subimos en un tranvía y llegó hasta nosotros un trozo de conversación que mantenían dos obreros. Nuestros corazones palpitaron. El secreto estaba a un metro de distancia. Haciéndonos los faquires nos aproximamos y pusimos atención. Un obrero decía: Bueno ese «chanks» que mete bulla. Leístes el discurso que lanzó ayer...? Debe ser güeno. Ya vez que Grez Padilla dijo al final: ¡Muy bien! El otro obrero se contentó con responder: Si... Así debe ser... Ese Grez Padilla es diablo... Y los dos quedaron en silencio. Con este nuevo fracaso nos convencimos de que nosotros éramos los cabezas duras. Y renunciamos a saber lo cierto. Ayer, revisando algunas actas recientes, nuestras pupilas se clavaron en un acuerdo que imprevistamente nos hacía dueños del hermoso secreto. El acuerdo decía: «La Sociedad Protectora de Animales» considerando que cumple con uno de sus fines acuerda adherirse al banquete que se está organizando en honor del diputado «Oscar Chanks».