Concepto de Patria

Se discute actualmente con una violencia inusitada que motiva lamentables confusiones e impide la formación de un juicio tranquilo y sereno, acerca del significado de ese concepto que se llama patria. Para unos, el concepto de patria se traduce en el amor hacia un estrecho pedazo de terreno limitado artificialmente por el capricho de algunos hombres, y en el odio a los habitantes que viven al otro lado de una línea fronteriza cualquiera. Para otros, tiene su explicación en el sentimiento afectuoso de cariño a los ríos, las piedras, la hermosa y artística iglesia de madera de árbol y techo de totora, los alcornoques, la novia y los animales que existen y se desarrollan en el suelo que se vive. Para muchos, es sólo una palabra imprecisa y vaga que no corresponde a ninguna realidad efectiva. Como se ve, hay en esto la más completa desorientación. Pues bien, con el objeto de contribuir a aclarar en parte ese mal entendido, publicamos hoy la interesante opinión de un escritor francés sobre dicho concepto.

El comerciante que compra y vende productos extranjeros, en competencia con los de su patria, no se ocupa en si perjudica a gentes de su misma patria. Le guía sólo el interés. Su patria es su interés. El industrial que emplea obreros extranjeros porque le cuestan menos, obra conforme a su interés y daña a los individuos de la misma patria. Su patria es su interés. El financista que especula en todas las bolsas, que agiotiza sobre todos los fondos, perjudica a los de su patria. Su patria es su interés. El agricultor que hace imponer los productos extranjeros, daña a los individuos de su patria, porque los obliga a privarse de sus productos o a reducirlos a las necesidades del uso. Su patria es su interés. El inventor que vende al extranjero su invento, útil o necesario para la defensa, daña a sus compatriotas. Su patria es su interés. El propietario, director, administrador, accionista de una sociedad industrial, comercial, financiera, que vende cañones, acorazados, obuses, pólvoras, que presta dinero a las patrias extranjeras, no obra como patriota, sino como individuo cuidadoso de su interés personal: Su patria es su interés. La mayor parte de los hechos cotidianos lo prueban: los hombres tienen por patria el lugar donde se encuentran bien; su interés, su patria y su patriotismo consisten en obrar de conformidad con sus intereses. Esta concepción opuesta a la solidaridad y a la vaga noción de patria comúnmente admitida, es realmente la de la masa humana, la cual no usa sino por pura fraseología esta vaga solidaridad entre gentes que viven en una unidad territorial determinada. La masa proletaria no tiene ningún interés de ser patriota, en rendir culto a esa entidad indefinida y nebulosa que se llama “patria”. La clase propietaria es la que tiene un interés directo y visible en que los proletarios profesen este culto, lo cual no obsta para que ellos, los propietarios, se crean exentos de profesarlo. Y ciertamente que han triunfado. Así vemos, gracias a la patria, florecer los ejércitos permanentes, fácilmente formados por el servilismo del proletariado, servilismo que es una supervivencia de milenarias servidumbres. Gracias al alcoholismo y a la sífilis, los hombres degeneran y se extinguen en ellos el espíritu de insurrección, generador de todo progreso. Su energía se atrofia; aprenden a contemporizar, y una vez vueltos a la vida ordinaria, llevan a ella las costumbres serviles del militarismo. Se resignan tanto más fácilmente cuanto comprenden que si se insurreccionaran, el mismo ejército de qué forman parte ayudaría a someterlos. El ejército tiene por objeto el orden exterior, y por pretexto, la defensa exterior. Todo concuerda, pues, para que la noción de patria, con sus fatales consecuencias –ejército permanente y sus resultados necesarios– sea útil a la clase propietaria, al servirle, como le sirve, para el mantenimiento de la explotación de los proletarios.

A. HAMON.