Encuesta de “Claridad” sobre la libertad de Opinar desconocida por el Gobierno

¿Es inconciliable con las funciones de empleado público, –profesor de estado, etc.– emitir opiniones que signifiquen censura a la política del Gobierno sobre cualquier problema?

Su pregunta acepta, en general, varias respuestas. Del punto de vista realista, sí y nó. Es notorio que en dos ocasiones, dos profesores de instrucción superior han criticado al gobierno en cuestiones internacionales, con consecuencias bien diferentes. La circunstancia de interinato o de propiedad en el cargo es demasiado fútil para tomarla en cuenta. Ha habido marinos que criticaron la compra del Dreadnought, ingenieros en desacuerdo con las obras públicas, médicos que aprecian la Dirección de Sanidad bajo un mal concepto, etc., sin ser exonerados. Del punto de vista filosófico y entendiendo por filosofía la ciencia que nos enseña por qué las cosas son como son y no como serían nuestros deseos, es incompatible. Porque el Estado ha representado y representa los intereses de los adinerados, cualquiera que sea la apariencia que tome, y reposa sobre la fuerza. En efecto, dentro de una masa dividida, que no tiene cohesión moral, ¿qué otra influencia podría representar? El interés de los humildes, no puede alcanzar expresión gubernativa, primero por su ignorancia y en seguida porque en el contrato del trabajo deben someterse, ya que no tienen la alternativa de producir por su cuenta, desposeídos de la tierra y útiles de labor. El gobierno político no puede ser otra cosa que el eco de las circunstancias económicas en que se genera. O, en otros términos, no hay democracia real con grandes desigualdades de fortunas. Luego una opinión que moleste a los intereses de la casta predominante tiene todas las expectativas de ser castigada. Del punto de vista idealista, más vale no hablar, porque no se ve el sitio vacante para las altas aspiraciones humanas en el escalafón administrativo. En los servicios del Estado ha habido y habrá (incluso en la administración de justicia, que es el más delicado) ineptos, ladrones, ebrios concusionarios etc., siempre que apoyen los intereses predominantes con vigor o sepan tomarle el rumbo a la corriente del momento. Se expulsará al hombre más puro, más laborioso y más inteligente, siempre que perturbe el sacrosanto privilegio, con algún ímpetu; o se le aplicará la neumática en casos menos ostensibles. El funcionario sabe que por la corriente sólo será tolerado en proporción a su talento para equilibrarse y sortear los obstáculos.

En el caso Vicuña hay un aspecto que no se ha considerado: como desde hace años en nuestro país se va haciendo manifiesto lo que parece una paradoja, que los sedicentes patriotas son, a la postre, los antipatriotas, y a la inversa. ¿Habría sido más patriota Vicuña gritándole desde aquí a los peruanos que son víboras, traidores y todos los demás vocablos al uso? Una inteligencia vulgar reconocería esa actitud como descabellada y ridícula y comprendería que es entre los suyos donde se hace obra efectiva. Quienes lo conocen de cuerpo entero y aprecian su acrisolada moralidad, pública y privada, su inteligencia y su pasión por la justicia, pueden perfectamente explicarse que su patriotismo, divergente de la kilometritis patriotera lo haya conducido a decir lo que estimaba su deber expresar, a riesgo de perder temporalmente el pan y de ser insultado y denostado por cualquier inconsciente u obcecado de la cámara o de la prensa comerciante. Y es injusto por los antecedentes, y desatinado, a un hombre en el fragor de la lucha sopesarle las expresiones (que en ocasiones han aparecido injustificadamente duras, por exceso de absolutismo) y aplicarle dentro del régimen disciplinario el mayor castigo. Se le ha expulsado de la enseñanza en forma incomprensible, si a ésta se le da la acepción más elevada. En efecto, enseñar es una tarea fundamentalmente diversa de fabricar tuercas a máquina para que calcen a un hilo existente. Es desarrollar en los futuros hombres su personalidad y sobre todo hacer que ésta sea comprensiva y amplia. Desde este punto de vista, el educador necesita ser una personalidad fuerte, socialmente ramificada y extendida, y por sobre todo, un ejemplo de entusiasmo y generosidad. El cumplimiento estricto del deber no basta, ya que la carrera de maestro es aquella en que la vocación hace más (página siguiente) que en cualquiera otra. Por otro lado, los interpelantes de las cámaras, los que cedieron a la presión y al numeroso público que los impulsó, han hecho el más flaco servicio al país, difundiendo la opinión de que aquí, para un profesor universitario, no hay más libertad de opinar que en el patio de la casa. Han resultado, en final de cuentas, los antipatriotas. Es que cuando los sentimientos por muy respetables que sean no son atemperados por la razón, toda acción va más allá de su fin propuesto. Para tomar un ejemplo, aplicable a cualquier circunstancia, nos basta recordar cómo un padre de familia puede llegar, movido del mejor sentimiento, a ser profundamente injusto para con sus hijos, y educarlos mal por reacción. No precisa ser muy sagaz para descubrir “accionistas” del patriotismo, que en una historia honrada ocuparían buenas páginas en cualquier país, pero tampoco hay que atribuirles a ellos solos las causas de hechos como éste. Hay también una responsabilidad difusa, que corresponde al gran público bien intencionado, pero ciego, en su tradicionalismo apasionado. Dentro de nuestra incultura, el concepto de patriotismo ha llegado a ser el rompecabezas y seguirá siéndolo por mucho tiempo. Nos ponemos para apreciarlo en el punto de vista que era común en las discusiones teológicas en el siglo pasado: el que no está conmigo es mi enemigo. No se le considera dentro de sus concomitancias de tiempo y lugar. A principios del siglo 19 el patriotismo chileno tuvo una función histórica propia en afianzar la independencia política y cortar los lazos con la patria existente, contra España, creando una nueva. Los caudillos de esa revolución habían sido hasta militares españoles y seguramente recibieron de sus ex-compatriotas el título de traidores. El año 1879 se trataba de defender los intereses de la población chilena que trabajaba en un desierto árido y bajo la vigilancia simplemente coactiva de un puñado de funcionarios peruanos o bolivianos. El patriotismo, a mayor abundamiento después del conocimiento del tratado secreto, tuvo también su función histórica propia en afrontar la tempestad del norte. En la época actual, el problema histórico ha variado. La cuestión social nos aprieta por todos los lados. Necesitamos sobre todo crear una estabilidad interior a base de justicia y reconocimiento de los derechos o deberes recíprocos. Hay bastante que hacer en organizar industrialmente al país, en higienizarlo, en dotarlo de medios de transporte, en educarlo y penetrarlo del concepto relativo, porque un desbordamiento de intolerancia apasionada de cualquier lado puede hundirlo aún más. No es, pues, extraño, que los que palpan este aspecto del problema, den a la cuestión de Tacna y Arica una importancia secundaria bajo el aspecto material, crean que aún el sacrificio de los dos departamentos pueda ser conducente al bienestar general. En cualquier caso, es conveniente para ese bienestar la cooperación de todos los puntos de vista, dentro del criterio de cultura que supone, excepto pruebas en contrario, buena fe en el contradictor y reduce la discusión al caso concreto. A ello se llegará con el tiempo, después de desenmascarar previamente a los traficantes del patriotismo que, por desgracia, tienen mayor oportunidad de hacerse oír, ya que disponen del dinero y que su audacia no reconoce límites, llegando en ocasiones hasta a falsificar reportajes como el de Vicuña en el “Zig-Zag”. Entenderemos algún día que una palabra puede llevar involucrados conceptos diversos y que sólo es propio de salvajes dar un valor místico a su exclusivo signo externo y aplicar el tabú de los jefecillos polinesios al que disiente del concepto vulgar o oficial.

PEDRO GODOY PÉREZ. Jofré 356.

Rotas las cadenas de la esclavitud que nos ligaban a España, por la Revolución de la Independencia, la nueva República chilena se constituyó sobre la base más popular y democrática de la época. En su Constitución se dejó establecido con meridiana claridad que la soberanía reside esencialmente en la Nación. Como no es cosa posible que todos los ciudadanos se encarguen a la vez de la limpieza de las calles, de dirimir con justicia los conflictos que puedan suscitarse entre individuos, de administrar la hacienda pública y dirigir nuestras relaciones con el extranjero, ni de atender a todas las necesidades públicas desatendiendo sus propios quehaceres, se creó la administración pública, encargando a un número determinado de funcionarios, pagados por la nación, de ejecutar aquellos trabajos. Todos estos funcionarios, naturalmente fueron y son considerados como empleados públicos . En el transcurso de un siglo, estos empleados públicos, por efecto de esa solidaridad profesional que se crea entre los individuos que tienen unos mismos intereses y ocupaciones, empezaron a entregar los bienes nacionales, que el país puso en sus manos, a sus allegados y conmilitones y a heredarse entre sus familias los puestos y funciones que desempeñaban. Consecuencia de esto ha sido que hayan terminado por creer que la soberanía no reside en la nación y que no hay más soberanía que la que emana de su propia y soberana voluntad. Así ha ocurrido en estos últimos años que se ha arrastrado a la cárcel y se les ha sometido a largos procesos a un número considerable de obreros, por haber manifestado en comicios públicos opiniones absolutamente contrarias al sentir del gobierno. Todos estos procesos fueron por desacato a diversos funcionarios, empleados públicos. Ahora, ya no es un obrero, es un profesor el que cae en desgracia por opinar en desacuerdo con la casta de empleados públicos, únicos soberanos en la nación. Como se ve, a este paso; pronto vamos a tener en Chile una casta de personajes sagrados contra cuyas opiniones nadie podrá levantar la voz y cuya voluntad será absolutamente soberana en la nación. Sin duda alguna esto durará hasta que el pueblo, comprendiendo que los principios de libertad y de soberanía popular vienen siendo burdamente falseados, se disponga a arreglar las cosas en forma que este fraude no vuelva a repetirse...

JULIO VALIENTE.

Quiero recordar a estos cuatros soñadores únicamente, de los tantos que ha sacrificado la ignorancia a fin de que el sol de la libertad del pensamiento permanezca empañado. Recordemos nuevamente a Bilbao: En su declaración ante el Fiscal: “La filosofía tiene también su código, y este código es eterno. La filosofía os asigna el calificativo de retrógrado. ¡Y bien! Innovador, he ahí lo que sois”. A pesar del imperio de la sotana había un pequeño gesto de tolerancia, en esa época: se le advierte que su castigo era multable “¡No tengo dinero!” dijo Bilbao; sus discípulos, esos muchachos soñadores; esos estudiantes, (sombrero en mano en un mitin que efectuaban en esos precisos momentos) colectaron dicha suma, sobresalieron por su entusiasmo, dos de ellos, que más tarde fueron presidentes de este país y miembros prominentes del partido Radical.

Al correr de los años, cuando la libertad del pensamiento aceleraba su estabilidad, después de ser testigo el mundo entero del crimen cometido en Estados Unidos con los Mártires de Chicago, tenemos noticias que en España se destaca la figura valiente de Francisco Ferrer G. y que en unión de otra cantidad de idealistas, surcaban los campos obreros con la semilla de la nueva escuela, de la escuela Racionalista. Como notaran los reaccionarios que su panacea iba desapareciendo, en Barcelona hicieron las barricadas de tristes recuerdos y culparon a Ferrer G. al mártir de Montjuich y el 13 de Octubre de 1909, el cuerpo del director de la Escuela Moderna es traspasado por el plomo de la Monarquía...

Últimamente sale a la palestra Unamuno, quien con todas sus letras dice a su monarca, verdades que, en una República Democrática por añadidura, se obtendría presidio perpetuo por respuesta; sin embargo dicho profesor está en su puesto porque ese monarca que ha visto desaparecer tantos monarcas como él, se está convenciendo que los hombres que le sirven al Estado, arrienda su profesión pero no sus ideales.

¿Qué decir de lo ocurrido al profesor Vicuña F. el discípulo de A. Comte, cuando ya la opinión pública que es el verdadero jurado, redacta su veredicto para impugnar el castigo dado a este profesor? Las ideas se combaten con ideas (Carvallo) pero los hombres de nuestros tiempos, los que hoy gobiernan el país. ¡que lejos van del camino de la Justicia! ¡Que diferencias hay, cuando los propios radicales de los tiempos de Bilbao no consintieron que su maestro fuera arrastrado a la cárcel! En cambio hoy, con el beneplácito de los ministros radicales se lanza de sus aulas a un profesor que, en una sesión privada, exponía sencillamente su idea, como lo dicta su conciencia. Ayer, hoy y siempre, que los países sean gobernados como lo dijo Bilbao, habrán mártires, si alguien pretende hacer flamear la bandera del pensamiento. ¡La Libertad está de duelo!

C. R. C.

Consejo Federal N.º 14

Empleados de Comercio y Anexos

El Consejo Federal N.º 14, en su última asamblea, acordó pronunciarse sobre la separación del profesor universitario señor Carlos Vicuña Fuentes. Después de un corto debate se acordó por unanimidad la siguiente declaración: “El Consejo N.º14, formado por los Empleados del Comercio y de la Industria, protesta enérgicamente de la separación del profesor Vicuña Fuentes, pues considera que ese acto es en sí violatorio del más sagrado e intangible de los derechos del hombre, garantizado por la naturaleza misma, puesto que ella no permite que puedan violarse los secretos del pensamiento contra la voluntad de su dueño, que se resiste a revelarlos, y garantizado también políticamente por la Constitución de todas las naciones, la nuestra inclusive, porque no ha sido efectuado para castigar a un empleado por incompetencia o desatención del puesto que desempeñaba, únicas causas en que el Gobierno podía apoyarse para destituirlo, sino única y exclusivamente por tener la enorme valentía de sustentar IDEAS PROPIAS; valentía moral que está más de manifiesto si se considera que él estaba seguro de que su pensamiento era enteramente contrario al que informa el estrecho criterio humanista de la casta de ANTROPOFAGOS que gobierna actualmente a los pueblos. Y esta declaración se hace aún más necesaria de parte de una institución como la nuestra, formada por individuos que alquilan sus músculos y su cerebro para dar vida e impulsar las actividades comerciales, y que jamás han comprendido, puesto que sería una monstruosidad, que con ello estaban obligados a renunciar a sus ideas filosóficas, religiosas o políticas, o que simplemente estaban imposibilitados aún para luchar por una para ellos más humana elevación moral o un mayor bienestar económico”.

E. PARADELA. Sub-Secretario Genera