La solución del problema

Los pleitos internacionales,– como los pleitos entre personas, concluyen por arruinar a los litigantes cuando se prolongan demasiado. Las incidencias de la litis van despertando poco a poco la terquedad y el amor propio de las partes. Generalmente, son las voces del Egoísmo o del Orgullo las que logran ahogar la voz de la Razón. Si en un comienzo se escucharan las insinuaciones de la cordura, los pleitos no podrían producirse. Desgraciadamente, la naturaleza humana parece apartarse de las insinuaciones razonables, para subir al tinglado de las controversias sin fin. Es lo que ha ocurrido hasta el presente con las disputas entre naciones. En el caso de Chile y el Perú, la Paz Armada, –derivación lógica del agrio estado de sus relaciones,– ha arruinado sus finanzas. La ruina fiscal en uno y otro país ha rebotado como de contragolpe sobre ambos pueblos, y la penuria popular no es más que una prolongación de la penuria fiscal. Los dineros de los contribuyentes se han filtrado en la compra de cañones y fusiles. Los gestores administrativos y los agentes de casas proveedoras de armas, han reportado inmensos beneficios pecuniarios de los arrestos belicosos de uno y otro país. Y si las inversiones en elementos bélicos no han sido la causa inmediata y determinante de la bancarrota fiscal, han sido, sin embargo, uno de sus más poderosos factores. Solamente a la hora undécima se ha divisado la boca del negro abismo hacia donde enderezaban sus pasos dos pueblos que, por razones de vecindad, de raza y de historia, están llamados a completarse. Pero no. El Perú ha atisbado los movimientos del gusano del sur, del odiado enemigo del 79; y Chile ha redoblado sus tambores para meter susto al Perú, y acallar con su ruido el hambre de su propio pueblo... En esto se han entretenido este par de Fierabrases de cartón por espacio de cuarenta años, acechando, atisbando con recelo, el uno hacia el sur, hacia el norte el otro; mientras sus Fiscos, como las vacas flacas legendarias, no exprimían ni una gota del lácteo liquido engordador de burócratas...

Pero ha llegado un momento en que la comedia no ha podido seguir, por cansancio de los actores y por quiebra de los empresarios... Y llegamos a la liquidación. Y allá en Washington están los síndicos tratando de poner remate a un asunto que dura ya demasiado. Tres son las posibles soluciones, si bien una de ellas no la acepta el Perú, según lo han declarado categóricamente sus hombres públicos: el Plebiscito, el Arreglo Directo y el Arbitraje. El Plebiscito, que Chile aceptaría con modificaciones en su forma extrínseca, no lo acepta el Perú. La razón de su negativa está en que Chile ha preparado una votación ad-hoc, que le daría el triunfo, llevando elementos chilenos desde el sur, y expulsando sistemáticamente a los peruanos de los territorios en disputa. En realidad, el Arreglo Directo sería el más honroso, porque daría pruebas de las propias capacidades de ambos pueblos para zanjar sus dificultades, y sentaría un precedente del más puro y genuino americanismo. Pero mucho tememos que la terquedad de los Delegados, y más que todo el temor de los dos gobiernos de herir susceptibilidades patrioteras, hagan ilusoria esta solución. Y no quedaría más camino a seguir que el Arbitraje. Sería éste el caso de dos niños díscolos, rebeldes, que no desean ponerse de acuerdo, que no quieren encontrar la solución. Y en tal caso, se impone que un tutor enérgico los llame a la cordura, a poner término a un pleito semi-secular que podría, andando el tiempo, salpicar con sangre, una vez más, la túnica de la Virgen del Mundo!.. Un buen entendimiento entre Chile y el Perú traerá consigo la solución de todas las diferencias pendientes entre los demás pueblos de América, porque la sugestión del buen ejemplo predispone a los hombres, como a los países, a la adopción de normas capaces de transformar en sentido altruista los egoísmos nacionales. Una solución, –cualquiera que ella sea,– valdrá más, inmensamente más, que esta incertidumbre, que esta zozobra del presente. Sobre ser un pozo en que se consumen los dineros nacionales la discordia de hoy puede llenar de sangre y luto el Continente Americano.

M. J. MONTENEGRO