Tórtola Valencia

Pagana plenitud, languidez mística, lascivia azul, encantamiento humano, roce celeste de un ala eucarística en la rima de carne de la mano.

Gata y mujer, verleniana y antigua, clara inocencia de recién nacido, maternal y sádica, serena y ambigua, serpiente en acecho, paloma en el nido.

Fuerte latido de verso perfecto, concreción de una música inaudita, sabiduría de un mago arquitecto que en la emoción de la línea palpita.

Entre humaredas azules de incienso brota el prestigio floreal de tu forma, marca tu paso en su ritmo intenso la sabia pureza lilial de una norma.

Niebla pretérita, aurora futura, cosmogonías, liturgias y ritos, miel de una nueva y divina dulzura que abre horizontes amplios e infinitos.

Todo resurge espléndido y regio, el friso hierático entona una rima, y en un supremo, sutil sortilegio la belleza inmóvil del mármol se anima.

Aristocracia suprema culmina en la sencilla unción de tus actos: buscan, como un árbol, tu sombra divina tus pavo reales estupefactos.

Grecia renace en la línea serena, canta Versalles en la flor del pie, besa la perfecta plenitud helena a la elegancia gentil del minuet.

En éxtasis, nos bañaste, de pureza y desvanecimientos de belleza.

(En una azul ingravidez resbala el anhelo de vuelo del ala).

En primaveral evocación te vimos ornada de pámpanos y negros racimos,

roja de rosas y tirsos triunfales en el delirio de las bacanales.

En tí lo divino humano se torna, lo humano a su esencia divina retorna.

Una vida antigua tu gracia nos muestra, cuanto más lejana la hacemos más nuestra.

Eres, y por ello vamos a adorarte toda la pasión y eres todo el arte.

Entonarte un verso fuera irreverencia, mármol y poema, Tórtola Valencia.

A tu ritmo se hace la palabra muda: toda la belleza es tu gracia desnuda.

R. MEZA FUENTES.