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LA BÚSQUEDA DEL HECHO

Debemos ocuparnos de la actualidad, glosar sus aspectos multiformes y cambiantes, ofrecer al público de “Claridad” algo como un abreviado diorama de lo que en torno ocurre cotidianamente. Esta empresa es, aunque parezca sencilla y pasajera, difícil e insegura en sus resultados. Nuestra vida es monótona, gris, falta de acontecimientos, ayuna de intensidad, lánguida y apagada. Nada sucede. La rutina diaria triunfa, y sobre todas las cosas ha impreso su pátina tediosa y angustiadora. Esta inactividad terrible se advierte en todos los órdenes de nuestra vida. Los obreros, desorientados, dormitan en brazos de la astucia patronal vigilante, dejando morir uno a uno sus organismos de ataque y hasta los ideales que antaño les agruparan. Los estudiantes, morbosamente laxos y ajenos a toda idealismo enaltecedor, olvidan la tradición de combate que les distinguiera y aspiran sólo a obtener sus títulos, a acallar sus momentáneos anhelos rebeldes, a regularizar su turbia existencia. La política no ofrece sino el panorama de costumbre: corrupción, ausencia de ideas, simple macuquería criolla reemplazando la honradez. La literatura lánguida y entenebrecida, tampoco puede ser nuestra ancla de salvación. Y la maldad cunde y se infiltra por todas partes gracias a nuestra culpable nonchalance, a nuestra inconciencia idílica que nos hace entonar madrigales y azules endechas sobre el volcán y cara a cara al infinito. Por eso no tenemos qué comentar a veces. Nos falta el hecho significativo, exento de banalidad, de menudencia y de ese apego morboso a círculos limitados. Con detalles y familiaridades de podríamos llenar estas columnas que respetamos y queremos engrandecer. Conténtese, pues, el lector, con pocos hechos y éstos menudos, poco propicios a la divagación y al comentario, exentos de la virtualidad que ocasione la idea sugestiva, la palabra irreemplazable y la llamada de alerta a los corazones. Vivimos en una hora gris y marchamos por un declive angustioso. El porvenir es triste pero el presente no lo es menor: sin embargo, tenemos que asirnos a algo, confiar en algo, creer y esperar en que un día el ritmo de nuestra existencia tendrá agitación duradera y sostenida y que será grande y puro el panorama de que hoy abominamos con razón.