Dibujo y texto original de Pedro CELEDON.

EL CARTEL DE HOY

EL SUEÑO

El Universo es una paradoja y la vida no tiene sentido… Las soberbias creaciones de la mente como las maravillosas arquitecturas del sueño descansan sobre la nada… Quiere el hombre ser y no puede. Atracción y repulsión es su deseo… Y lleva en si, irremediablemente su límite y su medida… Alentando bajo densas, profundas atmósferas de sueño, el hombre está sujeto a su sino, como un pez sin aletas como un pájaro con las rémiges quebradas… Sobre él pasan las corrientes liberadoras que allá en lo remoto del Pasado o del Futuro removerán légamos impenetrables. Siendo el hombre—como el astro en el firmamento—un punto en la tierra, será siempre al centro de una círculo…; y, como la órbita del mundo, este círculo de agua o de juego, de sombra o de luz irá siempre con él… No podrá salir de este círculo no pudiendo salir de sí mismo… Sobre su frente de torturado, de réprobo, de maldito, las zonas sombrías de sus inquietudes y anhelos funden y apagan los ritmos encantadores musicales y luminosos de su esperanza… Está condenado a la inmovilidad azotándose a ratos con los tentáculos venenosos que sus ansias hicieron nacer en sus sentidos… Alzando su pensamiento como antena contractil hacia las más altas zonas siderales, pronto qué dará anonadado al sentir sobre si la caída de su pensamiento roto…

Mientras se disuelve en el agua el tiempo, volcada la clépsidra que el mismo trajera coma legado fatal de momentos ineludibles; transeunte desnudo y sediento a través de la espantosa inmutabilidad de las cosas, o las cosas vacías y sin sentido que el mismo creara; tragado por el médano implacable del dolor se ha dormido dulcemente ¡oh paradoja! para ahuyentar de si la imagen de la muerte que ronda… Pero tras él, junto a él, sobre él mismo ha detenido su marcha inexorable el espejismo perseguidor, el enigma errabundo, la esfinge viajera hecha de sombra y de nube, de luz y de piedra… Estará allí inmensa e incansable… Si tragado por el médano el hombre desapareciera, sobre su recuerdo se derrumbaría el enigma colmando de oro impalpable sus trágicas huellas… Porque el hombre no va tras ninguna quimera… El hombre no va tras de nada… Lo que el hombre hace en toda su absoluta existencia es ir con su círculo; escapar con su órbita; con el hostil y pétreo horizonte de su alma—obscura representación de la vida y del universo—huyendo de la visión de su sombra, del enigma de su existencia, de la esfinge de su pensamiento para caer al fin en el sueño que todo lo borra, trocando el dolor en olvido y rubricando la nada…