A LA SERENA

En el azul ensueño de la tarde marina, más allá de las amplias y espumosas riberas donde tu indolencia oriental se reclina, surgen tus blancas torres y tus verdes palmeras.

Mientras el barco avanza por las aguas tranquilas y las olas pausadas levemente desflora, de codos en la borda, recojo en mis pupilas la visión de tus casas, que el sol poniente dora.

Suspirando tristezas, llorando desengaños, vuelvo a ti, pueblo mío, después de muchos años, de vagar por el mundo lejos de tu cariño.

Vuelvo, al fin vuelvo, y desde el barco en que regreso, por sobre el mar que duerme, mi alma te envía un beso candoroso y humilde como el beso de un niño.

Mucho he soñado, mucho, y el sueño de mi vida fue volver a mi noble y apacible ciudad y en el recogimiento de su plaza florida rememorar la historia de mi primera edad.

Los sueños se realizan y la visión que ahora proyectan mis pupilas en mi alma es la visión que se forjó mi mente, visión encantadora. más bella que los sueños de mi imaginación.

Todo se halla de fiesta; la mar, el sol, el viento... Todo ante mí sonríe, mientras el barco, lento, traza un surco de espumas en la quietud del mar.

Mas, cuando a la esperanza mi corazón se entrega, como sombra el recuerdo de mis tristezas llega y ya no sabe mi alma si reír o llorar.

M. MAGALLANES MOURE.