Los hijos ante la legislación soviética

En la legislación soviética, la filiación de hecho es reconocida como base de la familia. No hay ninguna diferencia entre el parentesco fuera del matrimonio y el parentesco que nace del matrimonio. Así dice el artículo 25 del Código Ruso actual que rige las instituciones familiares, basadas, en esta legislación, en el reconocimiento de los hechos naturales con desprecio de los prejuicios y los dogmas que durante siglos fueron el fundamento de las leyes matrimoniales. Los hijos nacidos de padres no casados tienen los mismos derechos que los nacidos de matrimonio registrado. Si comparamos esta disposición con las de nuestra legislación que hace distingos ridículos entre hijos legítimos, naturales, simplemente ilegítimos y de dañado ayuntamiento con una gradación de privilegios que termina con los sin padre de las dos últimas clasificaciones, llegaremos a la necesaria conclusión de que nada está más perfectamente desorganizado en la sociedad actual que la institución familiar. Así, nuestra ley basada en la moral cristiana permite la existencia de una población ilegítima que en algunas provincias llega al 50 por ciento y que en las grandes ciudades es la justificación de los asilos, orfelinatos, etc., que sirven para el ejercicio de las virtudes caritativas de nuestra admirable sociedad. En cambio, la ley soviética dictada por ese pueblo que los buenos burgueses consideran el azote de Dios, ha borrado estas ficticias distinciones y no permite el absurdo de que pueda nacer un hijo sin padre. La mujer soltera que se encuentra preñada puede hacer, tres meses antes del alumbramiento, una declaración que indique el padre del hijo que está por nacer, la que se pone en conocimiento del afectado por el término de quince días. Si al cabo de este tiempo nada expresare, se le tendrá por padre y si formulare cuestión se tramitará ante el Tribunal el correspondiente juicio, hasta hacer la declaración de paternidad y establecer la contribución del padre para los gastos de la preñez, el parto, nacimiento y mantenimiento posterior del niño. Si el Tribunal constatare que durante la época en que se presume la concepción, la mujer hubiere tenido relaciones sexuales con varios individuos, resuelve entre ellos cuál debe tenerse por padre y en consecuencia sobrellevar los cargos que impone la crianza del hijo y cuidados de la madre. La mujer casada puede declarar también la paternidad del hijo que no es de su marido. A la moral familiar de los pueblos civilizados y cristianos, como el nuestro, que se basa en la mentira, en el privilegio, en el prejuicio, en el sacrosanto respeto al matrimonio y en el desprecio del niño, oponen los bárbaros del Oriente una moral más conforme con las leyes de la naturaleza y más humana. Aseguran éstos la vida del niño en la familia natural imponiendo siempre al hombre que lo engendró la obligación de mantenerlo. No hace al caso estudiar en detalle en este artículo cada una de las disposiciones que rigen las relaciones entre hijos y padres: importa sobre todo subrayar aquellas que traducen más fielmente los fundamentos de la nueva legislación soviética. Así, por ejemplo, el artículo 33, establece que los derechos del padre y de la madre se ejercen exclusivamente en interés de los hijos y más adelante se consignan las obligaciones paternales respecto a su crianza y educación, mientras los hijos no queden sujetos al cuidado de la sociedad o del Estado. Los padres no tienen en la ley rusa, derecho alguno sobre los bienes del hijo ni éste sobre los de aquellos, pero ambos se deben alimentos en caso de necesidad o incapacidad. Hemos realzado los preceptos más característicos de la legislación rusa sobre filiación y estamos ciertos que ellos revelan el nacimiento de una nueva concepción de la vida familiar acorde con las leyes de la naturaleza y con la nueva organización económica de la sociedad.

JORGE JILES.