LAS SESIONES DEL CONGRESO

En las Cámaras se discute todos los días, sobre todos los temas y en todos los tonos. A veces no falta quien diga algo inteligente. Nosotros queremos coleccionar en esta sección todos los relámpagos de inteligencia; pero nuestro esceptismo nos dice que si procedemos con tal unilateral criterio, nuestra colección no aumentará mucho y por eso, hemos decidido también darle cabida a aquellos trozos que revelen máximamente la estupidez. Como esta tendencia espiritual tiene incontables partidarios, nuestra sección podrá aparecer regularmente. El público clasificará por el orden indicado lo que aquí publicamos ahora. Así es.—El señor Labarca.—Lo que sostienen sus señorías es todo lo negativo, la inercia, la estagnación en los Gobiernos y en los regímenes, aunque se carcoman, se desmoronen y arrastren en su caída a las propias instituciones que sus señorías dicen defender. El Canto del Lobo.—El señor Urzúa.—… porque sus señorías saben, como que me han oído decirlo muchas veces, y como la Honorable Cámara lo sabe, tengo especial interés por el partido demócrata, sus señorías no podrían contarme, ni con mucho, entre sus adversarios. A la verdad, parece que los verdaderos adversarios de sus señorías están a su lado. La Verdad en el Senado.—El Ministro de Instrucción.—Debo declarar al honorable senador por Curicó, que si en mi mano estuviera designar al señor Vicuña Fuentes para el cargo de profesor para algún establecimiento de instrucción en alguna de las cátedras que él profesa, sería para mí un verdadero honor, convencido de que designaba a un profesor eminente, cuya competencia profesional no es ya discutida. Entre otras, he recibido informaciones del senador Rector del Instituto Nacional y de la señorita directora del Liceo de Niñas N.o 3, según cuales el señor Vicuña Fuentes es un profesor irreemplazable. Desgraciadamente, no he podido nombrarlo, porque no me ha sido propuesto por el señor Rector de la Universidad. Comprendo muy bien que no se beneficia el servicio educacional con haber alejado de las filas a este distinguido joven, que no sólo es muy preparado en su ramo, sino que reune también características de moralidad y de corrección de procedimientos que difícilmente pueden ser superadas. La circunstancia de haber manifestado este caballero ideas distintas que las que tuvo sobre cuestiones internacionales la gran mayoría del país, en época reciente, no importa delito alguno. ¿Puede acaso calificarse de antipatriota al señor Vicuña Fuentes, porque indicó un procedimiento para resolver nuestro problema internacional del norte, porque indicó un procedimiento muy distinto del que estaba en boga en el país hace pocos años, pero que se acerca mucho al que la mayoría del Congreso aceptó con posterioridad? El señor Hunecus.—¡Cómo puede decir semejante desatino el señor Ministro! El señor Claro Solar (presidente).—Su señoría no puede usar el término que acaba de expresar. El señor Hunecus.—Retiro el término, señor presidente; pero, no es posible oír con tranquilidad los conceptos que está expresando el señor Ministro y me haré cargo de ellos.