¿QUÉ OPINA UD. DEL MOVIMIENTO OBRERO DE CHILE?

MANUEL J. MONTENEGRO RESONDE A LA ENCUESTA

Estimo que para opinar sobre la cuestión propuesta por “Claridad”, es ante todo necesario sustraerse al ambiente de pasión que nos es tan común a nosotros los latinos. Para juzgar más o menos razonablemente en asunto tan complejo, se hace indispensable salirse del redondel donde pugnan por destruirse las diferentes ideologías, pretendiendo cada cual que sus medios de lucha son los más a propósito para voltear el régimen imperante. Sin amarse de esta serenidad previa, creo difícil se pueda responder con relativo acierto a los deseos de “Claridad”.

¿cuáles son los defectos de que adolece la organización obrera?

Como toda obra humana, la organización obrera, adolece de defectos, unos raciales, otros adquiridos. Es evidente que nuestra raza es apática en grado superlativo, hasta el punto de mirar con indiferencia asuntos que le tocan tan de cerca, como la cuestión social,—la cuestión de las cuestiones,— a que están estrechamente vinculados los problemas económico y moral, esto es, el porvenir de la Humanidad. Cuando cuestión tan vital deja indiferente a un pueblo, hay base para calcular lo que puede esperar de él. Y no se me arguya que la organización a través del país es un desmentido a mis palabras, porque si bien es verdad que existen muchos miles de obreros organizados, ellos no representan ni siquiera un quinto de los que podrían organizarse, si hubiese en este país menos apatía y más conciencia de clase. La organización actual., de las diversas tendencias en que se halla dividida la opinión obrera es la obra de unos cuantos Hombres abnegados, de unos cuantos esforzados que se desviven, que se multiplican para golpear, para despertar la conciencia obrera que duerme la siesta tradicional heredada del abolengo español. Vienen en pos otras causas secundarias, como el alcoholismo, el juego, el personalismo y el baile. —El alcohol no sólo lleva su acción nociva al organismo del vicioso, a su familia y a la colectividad en general. Sino que retrae al bebedor de su obligación moral de cooperar con los demás hombres a depurar la sociedad en que vive de los vicios de conformación que son la causa precisa y necesaria de la infelicidad y ruina de la inmensa mayoría de los humanos. —Lo mismo puede decirse del juego. El jugador no vive sino para consagrarse a su vicio. Todo lo que lo rodea, excepto el tapete verde y los hipódromos, le es indiferente. Raro sería que un hombre dominado por tan necia como fatal costumbre, se sintiese inclinado a estudiar el origen de la sociedad humana, los defectos de sus regímenes políticos y los medios de corregirlos. —por lo que hace al personalismo, cabe observar que los más significados miembros de las organizaciones obreras de la capital, no admiten ni siquiera que se discutan sus teorías sociales, mucho menos que se las condene. Son como unos pontífices guardadores del dogma, al igual de aquellos sacerdotes de la tribu de Leví que guardaban el Tabernáculo. Tan pagados de sí mismos como ignorantones, no se dan cuenta del daño que hacen a la organización, poniendo sus personas por encina de la colectividad a que pertenecen y por encima todavía de las demás organizaciones. —Y nos queda el baile. Tal como se practica el baile entre nosotros, constituye una moderna y verdadera “chifladura”, que resta considerables fuerzas a la organización sindicalista. Más que chifladura es una epidemia social, cuyo microbio específico es bueno que la ciencia se interese por encontrar. No es que seamos contrarios al deporte del baile, deporte sano, honesto, agradable, cuando se le practica moderadamente, dentro de la cultura y de la consideración por la mujer. Pero entre nosotros ha degenerado tanto, que la mayoría de las filarmónicas son centros donde se practica un proxenetismo escandaloso, y se trafica con el alcohol. Y la juventud obrera se afemina allí en competencias ridículas de fox-trot y one-step, sin pensar por un momento que hay una cuestión social que resolver, en que ellos son parte interesada, como obreros y como ciudadanos de un país. El filarmónico, entre nosotros, sólo vive para el baile. En vez de cinco, tiene seis sentidos, pero en los piés!

¿Los remedios?

Esto va largo. Contra los siete pecados capitales hay siete virtudes, según dice el Catecismo de fray José Benitez. Ponga usted señor Director de “Claridad” la virtud correspondiente al lado de cada vicio de los que he señalado y me ahorrará una tan larga recata.

¿La orientación del movimiento proletario?

A mi juicio, debe ser sindical anarquista, sin que me sienta fanatizado por esta idea, ni mi inspiren odio los que no piensan como yo. ¿Quién puede asegurarnos que el comunismo autoritario no sea una fase necesaria para el advenimiento del Anarquismo? Para negar esta posibilidad seria menester demostrar que los obreros y campesinos rusos,—más bien dicho su inmensa mayoría,—están hoy en peor situación que lo estuvieron bajo el régimen zarista. Mientras este postulado no se demuestre a la clara luz del sol, será inútil aducir razones para alabar al comunismo autoritario o para deprimirlo. Ante todo, hay que vivir de realidades.

M. J. MONTENEGRO.