(Madera de Geo) 

EL CARTEL DE HOY

¡MISERABLES!

Somos unos miserables…Jugamos a vivir, todos los días; todos los días salen al sol nuestros pellejos, espejos de cuanta ignominia se arrastra bajo el sol, maculados de todas las lepras de la tierra, desgarrados de tanto refregarse a la porquería circundante; deshechos, estériles, baldíos, de tanta ansiedad insatisfecha, de tanto sueño sacrificado. En ese pedazo diario de existencia, en ese asomarse a recibir la maldad y a devolverla, estamos enteros, amigos. Con nuestra ruindad inútilmente parchada por los viejos ensueños heróicos de otros hombres y de otros días. Con nuestras raíces, afiebradas de lodo, revolviendo el pantano y la huesera, inútilmente cubiertas por el toldaje del cielo infinito. Eso somos, amigos, y menos que eso. ¿Qué hemos hecho de nuestra vida, compañeros? Asco y lágrimas, lágrimas me asoman al preguntaros, ¿qué habéis hecho de vuestras vidas? Todos, todos, los más, los mejores, habéis consentido todos en aniquilaros mutuamente, como quien cumple una tarea, como quien labora su destino. Os e visto a besucones, a dentelladas, royéndoos, ensuciándoos, empequeñeciéndoos, siempre igualmente grises y bestiales. A fe mía que habéis cumplido la tarea, miserables…Ya no sois nada, ya no podéis ser más. Agua que retornó a la tierra. Nube que la racha hizo cenizas. Estiércol que chupó la raigambre. Lo que fue; lo que no pudo ser sin el auxilio de todos, lo que vino de la nada y se fue—oh amigos! —sin salir de la nada… Y yó? Quién es este que os reta, que pureza y qué totalidad son las suyas? Yó, también como vosotros. Como vosotros empequeñecido, maculado, sucio, deshecho, culpable. Como vosotros. Nos traga la misina feroz garganta, el mismo monstruo terrible. Pero, oídme, yo he de liberarme. Lo comprendéis? El salto hacia la altura, el vuelo contra el cielo infinito, seré yo quién lo haga, y antes de vosotros. Antes de podrirme deberé ser otro, transformarme, liberarme. Vosotros podeis seguir la feria. Yo nó. Me zafo de esto, arranco estos vestidos con me conocísteis hasta ayer, y, loco de tempestad, ebrio de libertad, convulso de amenazas, os grito: Miserables!

SACHKA