PAGINAS ANTIPATRIOTICAS

PALABRAS DE ROMAIN ROLLAND

Ningún dolor más amargo que el de separarnos de la que hemos amado. Al arrancarla de mi corazón lo que arranco. La querida, la buena, la bella… Si siquiera tuviéramos el ciego privilegio de esos amantes apasionados que pueden olvidar todo, todo el amor, todo lo bello y lo bueno de antaño, para no ver ya sino lo que es ella hoy día y el mal que hoy día nos hace. Pero yo no sé, no sé olvidar; te veré siempre como te he amado, cuando creía en ti, cuando eras mi guía y mi mejor amigo. Patria! ¿Por qué me has abandonado? ¿Por qué nos has traicionado? Si al menos fuera yo el único en sufrir, ocultaría el triste descubrimiento bajo mi ternura pasada. Pero veo tus víctimas; esos pueblos, esos hombres crédulos y enamorados… (Reconozco en ellos al que yo también fuí.) ¡Cómo nos has engañado! Tu voz parecía la del amor fraterno; nos llamabas hacia tí para unirnos: ¡no más desamparados! ¡Todos hermanos! Prestabas a cada uno las fuerzas de miles de sus semejantes; nos hacías amar nuestro cielo, nuestra tierra y la obra de nuestras manos; y nos amábamos todos, al amarte… ¿A dónde nos has conducido? ¿Tu propósito, al unirnos, era sólo el de hacernos más numerosos, para odiar y para matar? Ah! bastante teníamos con nuestros odios aislados. Cada uno tenía su haz de malos pensamientos! Por lo menos, al ceder a ellos, los reconocíamos malos. Pero tú los haces llamar sagrados, envenenadora de las almas… ¿Por qué estos combates? ¿Por nuestra libertad? Haces de nosotros esclavos. ¿Por nuestra conciencia? La ultrajas. ¿Por nuestra felicidad? La destruyes. ¿Por nuestra prosperidad? Nuestra tierra está arruinada… ¿Y qué necesidad tenemos de nuevas conquistas, cuando el campo de nuestros padres se ha hecho demasiado grande para nosotros? ¿Es por la avidez de algunos devoradores? ¿La patria tiene por misión llenar esos vientres con la desgracia pública?

¡Patria vendida a los ricos y a los traficantes del alma y del cuerpo de las naciones, Patria que eres su cómplice y su asociada, que cubres sus villanías con tu gesto heroico: ten cuidado! Ha llegado la hora en que los pueblos sacudan su miseria, sus dioses, los amos que los engañan.¡Que persigan entre ellos a los culpables! Lo que es yo, yo voy derecho al Amo, cuya sombra los cubre a todos. Tú, que reinas impasible, mientras las multitudes se degüellan en tu nombre: tú, quien todos adoran, odiándose todos; tú, que gozas al encender el celo sangriento de los pueblos, hembra, dios de presa, falso Cristo que vuelas por sobre las carnicerías, con tus alas en cruz y tus garras de gavilán. ¿Quién te arrancará de nuestro cielo? ¿Quién nos devolverá el sol y el amor de nuestros hermanos? Yo estoy solo, y no tengo más que mi voz, que un soplo va a apagar. Pero antes de desaparecer, grito: “Caerás, Tiranos, caerás. La humanidad quiere vivir. Vendrá el tiempo en que el hombre va a quebrar tu yugo de muerte y de mentira. El tiempo viene. El tiempo está ahí.”

Traducción de Luis R. Mayo.