EL MOVIMIENTO OBRERO EN EL JAPÓN

I

Era a mitad de 1918. Soliviantados por el alza del arroz, principal alimento de los japoneses, las masas de obreros y de campesinos hicieron motines en todo el país. De Chíshima a Taivan, los proletarios de todo el Japón se levantaron en armas contra la burguesía y los mas duros combates tuvieron lugar por todas partes, durante los cuales se cometieron masacres en los puntos mas apartados. Todo el territorio del Japón fué puesto bajo las leyes marciales, y esto fué una serie de fusilamiento, de arrestos y de persecuciones. Los amotinados no estaban encabezados por ninguno, ni tenían medios de comunicación entre sí, pero poseían un espíritu revolucionario tal, que el poderoso imperio del Japón fue al borde de la revolución. No hay nada de asombro en la que el socialismo, que había sido forzado al silencio cuando el asunto Kotubo, atrae la atención del publico después de la gran revuelta. El movimiento socialista japonés se despierta. En adelante, persecuciones, arrestos y supresión de periódicos, todo fué inútil y no impide al socialismo expandirse entre las grandes masas de obreros y de campesinos. En 1920 fué creada la Liga socialista del Japón. Anarquistas, sindicalistas, marxistas y comunistas trabajaron juntamente para su constitución. El comité organización estaba compuesto de 30 personas, entre las cuales H. K. Jamakawa, Kenji Kondo y Tatzuo Nizunuma estaban designados para formar el comité nacional ejecutivo.

El primer Congreso de la Liga tuvo lugar el 10 de Diciembre de 1920, en Kanda, Tokio, pero él fué impedido por las autoridades. Decenas de obreros y estudiantes fueron arrestados en Tokio durante este tiempo y algunos de ellos condenados. A pesar de las inmensas dificultades, la Liga, en Sakntaro Iwasa a su cabeza, continua su acción y convoca el segundo Congreso para el 9 de Mayo de 1921. El resultado fué el mismo y, poco después, el gobierno ordena la disolución de la Liga. Era aparente que la Liga estaba sometida a dos tendencias: la una, el anarquismo tradicional o anarquismo sindicalista; la otra, el neo-comunismo. Los anarquismos tenían una gran influencia sobre la Liga y sus secretarios nacionales, excepción hecha de M. Yamakawa, siendo sus partidarios. Con el desenvolvimiento de la Liga, la influencia de los anarquistas aumentó al punto que los comunistas les toman odio; a tal extremo que, sin la violencia del gobierno, la disputa hubiera sido inevitable. Yo voy a mostrároslo con un ejemplo. Cuando la Liga tuvo un gran miting en Osaka, le fue prohibido representarla al camarada Osugi, y esto sobre la orden de K. Arahata, que era comunista y representante de la sección de Osaka. En efecto, con un hombre de pasiones más bien que de juicio, tal Arahata, la negativa estaba basada, no sobre principios, sino sobre sentimientos personales, y se hizo evidente que una disputa iba a producirse. Los anárquicos tuvieron una actitud más bien fraternal hacia los comunistas, pero estos últimos, en el movimiento, no tienen más que un fin: la querella.

II

La Nipón Rodo-So-domei (Federación Japonesa del Trabajo) había estado y permanece bajo los lugartenientes obreros reaccionarios. Ella había reñido con la Kumiai Demei (Liga de los Trados Unions), porque la última había servido a la unión revolucionaria y tendía a excluir de los medios obreros a los “lugartenientes”. El año pasado, la So-domel rehusó tomar parte en la protesta contra los “bills contra el socislismo” organizada por la Kumiai Domei. Esto mostró lo que valía la Nipon Rodo So-domei. Los “bills” contenían, entre otras cosas, la famosa frase: “Toda persona que trate de propagar las ideas que tienden a la abolición del actual sistema social y de la propiedad privada será encarcelada por un período de 7 años.” Los “lugartenientes” y dos comunistas tenían por enemigos comunes a los anarquistas sindicalistas, cuya divisa era: “La emancipación de los trabajadores por ellos mismos.” Y: Nosotros debemos crear en nuestras propias organizaciones el germen de la sociedad admirablemente bien a los “lugartenientes” obreros que deseaban poner a los trabajadores bajo su yugo y deshacerse de los “sindicalistas radicales”. Ellos declaran que las masas obreras no deben tener confianza más que en los “dictadores” que ven lejos, estos “lugartenientes” que no tienen otro fin que el de medrar con la abolición del actual sistema social y de la propiedad privada. Al lado de esto, el comunismo volvía a poner al día a los políticos fuera de moda que, después de mundo tiempo, habían caído e el olvido. Los políticos se decían ellos mismos comunistas y abiertamente, a nombre de una acción política calcada sobre la rusa, prestaban la mano a los proyectos reformistas en el movimiento obrero. Algunos recibían dinero del Karushin Club (los radicales burgueses ) para mantener su acción. Efectivamente, más que sus denuncias y sus ataques contra los anarquistas-sindicalistas, sus querellas de familias son estupefacientes y vergonzosas. Todos los comunistas pierden su tiempo en riñas, examinando las etiquetas, denunciándose y combatiéndose mutuamente. Hoy existe en el Japón, puede ser que un centenar de pequeños grupos comunistas, compuestos de 4 o 5 personas, y muy fríos los unos hacia los otros. Indecencia y confusión, he ahí las características del movimiento comunista en el Japón.

III

Mientras que los comunistas se ocupan en denunciarse y querellarse entre sí, el movimiento obrero del Japón prosigue su ruta. “Los bills contra el socialismo” que habían sido rechazados por la cámara alta, por imperfectos, han reaparecido con algunos retoques ante la Cámara de este año. De nuevo la Kumiai Domei ha levantado una vehemente protesta, seguida, después, de una protesta de los comunistas, los socialistas y la misma So-domei. Naturalmente los oradores bolchevistas dudaron mucho antes de seguirnos, temerosos como son ellos! El 21 de Enero de este año, el Consejo de todas las Trade Unions de Tokio convocado en Kanda, al respecto de los “bills”, y los trabajadores de las uniones, entre los cuales se encontraban también los “lugartenientes” de la So-domei, se reunieron allí. Sus primeras discusiones versaron sobre esta cuestión, pero, a medida que se avanzaba en el Consejo, el espíritu de la Kumiai predominaba. Y la resolución propuesta por T. Mizunume y E. Wada, hombres de la Kumiai Domei, fué adoptada por unanimidad. Hela aquí: “F. Gobierno tiene en sus manos los poderes que han hecho de nosotros perpetuos esclavos y que han aplastado hasta hoy nuestro movimiento. Pero, aunque él posee actualmente este poder, resulta insuficiente para arrancar de la conciencia obrera las ideas revolucionarias que han penetrado tan hondamente. Esto es lo que, en la Cámara, han hecho ver, por sí mismos, los “bills” contra el socialismo. Nosotros debemos combatir con todas las fuerzas obreras combinadas. Naturalmente, el gobierno burgués tiene en sus manos el poder, las leyes, las Cámaras, la policía y el ejército, que le permiten suprimir fácilmente nuestro movimiento. El gobierno es siempre el gran enemigo que se opone a la emancipación de los trabajadores. Y las luchas continuarán a outrance hasta que sea destruida toda autoridad. Nosotros debemos combatir a la burguesía con todas nuestras fuerzas reunidas.” El 11 de Febrero una gran demostración se efectuó en Tokio, y en ella participaron 20.000 obreros. El gobierno, al fin, retiró los “bills”. Es esta la primera vez en el Japón, que los obreros llegan, por la fuerza de su organización, a hacer capitular al gobierno.

E. K. NOBUSHIMA.