LOS PRESOS DE LA FEDERACIÓN DE OBREROS DE IMPRENTA

NOLASCO ARRATIA

Desde hace un mes se encuentran presos, a causa de las intrigas urdidas en torno de un hecho de policía, tres compañeros de la Federación de Obreros de Imprenta. Nada tiene esto de novedoso. Estamos habituados al odioso espectáculo de los trabajadores encarcelados, y habremos de soportarlo por mucho tiempo junto con las aventuras criminosas que, en todo el país, trama el ensañamiento de los carabineros. Ni siquiera valdría decir una protesta cuando todos los puños se crispan sin alcanzar la viril energía de levantarse. ¿A dónde apelar, cuando la conciencia que debiera sancionar estos hechos yace o se debate, huyendo siempre de su razón activa? Y estos tres obreros están allí, metidos, en sus calabozos mientras la máquina judicial los tritura y en tanto que afuera, la vida, la sórdida, amarga vida, se encarga de entenebrecer sus hogares y de oprimir a sus familias con la angustia y el hambre! Llevan ya un mes, acaso más, en la cárcel. Es indecible cuanto hay de hiriente para la calidad humana de todos, en estos procedimientos que a hombres limpios, generosos, oscuramente heroicos en la conquista material de su vida, como en el culto perfeccionador de su espíritu, los arrebatan a las preocupaciones supremas del corazón y del pensamiento, para encerrarlos en la cárcel, amurallados por procesos absurdos, y sin esperanza, más sin esperanza mientras más absurdos! ¡Oh, la justicia, los procesos anti-obreros, la bala del carabinero que mata por la espalda! Será un egoísmo; pero yo no podría cerrar estas líneas sin referirme con íntima adhesión, especialmente a uno de los compañeros presos: Nolasco Arratia. Yo creo que cuantos le conocen habrán experimentado esa misma sensación de penoso estupor que me sobrecogió a mí cuando supe la nueva de su encarcelamiento. Sus amigos le debemos a este hombre muchas lecciones de bondad, de nobleza y de rectitud. He de decir que Arratia ofrece, donde quiera que se halle, perfiles tan extraordinarios, tan netos, que en medio de la claudicante mediocridad él nos hace pensar en un apóstol de todas esas virtudes que desfallecen y perecen cada día, en cada hombre, agobiadas por las mareas impuras de las ambiciones, de las vanidades, de las cobardías. Y, en verdad, resulta un apóstol sin que él se lo haya propuesto. Sólo, cultivará en silencio, una maravillosa satisfacción de todos sus actos. La balanza en que valora sus pensamientos y acciones la lleva dentro de sí, y nada podrán pesar en ella los cálculos de indecorosas conveniencias ni los juicios contaminados del mundo. Juzgad qué representará a su vez en el campo de la organización obrera esta personalidad clara y firme. Es una antítesis de luz frente a las maquinaciones subterráneas, casi tenebrosas con que muchos caudillos imperantes fraguan, sostienen y acrecientan su influencia y su dominio. La Federación de Obreros de Imprenta, institución que se ha visto felizmente libre de ese atropamiento irreflexivo y servil que va anulando las fuerzas vivas de otras organizaciones, le debe a Nolasco Arratia una abnegación activa, infatigable, siempre vigilante y leal. Mientras desciende cada día la calidad moral de los dirigentes célebres, se destaca más puramente el relieve de este luchador que no podría nunca identificarse con prepotencia alguna. Y, ahora, cuando él mira quizás, a través de los muros que le guardan, cuando él mira a ese mundo ideal que está lleno de sus afectos y de sus anhelos, ese mundo cuya dolida y grata contemplación ninguna cárcel podría impedirle, yo pienso una vez más en el raro tesoro de fuerza, de noble pasión y de inteligencia que este hombre ha hecho surgir de su vida!

R. CABRERA MENDEZ.