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UNA NUEVA FEDERACION

De atenernos a las informaciones de la prensa, un grupo de jovencitos acaba de organizar una nueva Federación de Estudiantes. No emitiremos por ahora ningún juicio sobre este laborioso parto estudiantil, faltos como estamos de antecedentes para saber qué principios e ideales orientaran a la nueva institución. Desconocemos también la opinión que les merece al resto de los universitarios, cuyo parecer no sabemos que se haya tratado de tomar en consideración. Nos ha llamado sí la atención que en el primer manifiesto que han dado a conocer, – sin ningún objeto y fuera de toda oportunidad–, se haya condenado la obra realizada por la Federación de Estudiantes de Chile, agregando que la causa de su desaparecimiento fue originada por el gran desprestigio que había caído sobre ella. ¿Se habrá adoptado este temperamento para congraciarse con los eternos enemigos – clericales, gobiernistas y reaccionarios – que siempre persiguieron y combatieron a la Federación?

EL FALSO LIBERALISMO DE LA ALIANZA

La primera escaramuza doctrinaria realizada por la Alianza en la Cámara de Diputados, y que tenía por objeto apresurar la discusión de un proyecto relacionado con el divorcio, ha sido un fracaso completo para esta combinación política, que se precia de representar el pensamiento liberal del país. Diputados radicales, liberales y demócratas, que en los agitados días de las elecciones de Marzo último se presentaron ante el electorado con un programa de marcado anti-clericalismo, en amable consorcio con los parlamentarios conservadores y otros emisarios de la curia, se opusieron a una medida tan inofensiva y simple, que existe hasta en los países más atrasados, y que en ningún caso constituye un peligro contra el admirable orden social que disfrutamos. Ha pasado con esto lo mismo que con la bullada separación de la Iglesia y el Estado, lo que sin duda alguna ocurrirá con la confiscación de los bienes de las congregaciones religiosas y otras viejas monsergas que tanto entusiasman a los crédulos y cándidos provincianos. Es en efecto una inocentada suponer que la flamante Alianza Liberal quiere seriamente dar solución a estos problemas de índole religiosa. Amalgama incoherente de voraces montoneras políticas, agrupación de hombres sin raigambre espiritual afín, carentes de principios de firme y elevado liberalismo, autoritarios, tradicionalistas, creyentes en Dios y en la infalibilidad del Papa ¿quién que no sea un bobo podrá, honradamente creer que de verdad se interesan por impedir el crecimiento avasallador de la Iglesia, y la intromisión nefasta de sus ministros en la vida ciudadana? ¿No hemos visto que el mantenimiento de los servicios religiosos del Ejército ha contado en todo momento con el apoyo de los diputados radicales? ¿Cuándo los elementos de la Alianza Liberal han intentado, por lo menos, romper las relaciones diplomáticas que se mantienen con el Vaticano? ¿No sabemos que son los aliancistas los que defienden la alta cuota asignada al presupuesto del culto? Todos saben que ministros de la Guerra de dicha combinación, han autorizado la concurrencia de los bárbaros de uniforme a las procesiones y otras mascaradas y pantomimas clericales. No; todo esto no es sino un engaño torpe y una comedia burda. No hay nadie en la Alianza Liberal que tenga el propósito de arremeter contra los privilegios de la Iglesia, porque, como la totalidad de sus miembros pertenece a la aristocracia y a la burguesía, necesitan del fraile para que predique el orden, la sumisión y el servilismo entre los sufridos jornaleros y explotados campesinos. Es necesario que la masa popular se desengañe de estos seudos reformadores, que en nada se diferencian de los más atrasados reaccionarios, y sepa que sólo exhiben banderas de liberalismo con fines personalistas y para engatusar a la opinión.

UN MINISTRO DESGRACIADO

Ya que de asuntos políticos se trata, debemos anotar lo ocurrido entre el profesorado primario y el actual Ministro de Instrucción Pública. Este señor no ha sido menos desgraciado en el desempeño de su cargo que aquel otro Ministro radical que hace tiempo habló de solucionar a palos la cuestión social. Decididamente, los ministros del radicalismo parecen perseguidos por una secreta e invencible jettatura. Con motivo de habérsele preguntado qué opinaba respecto de un acuerdo tomado por la Asociación de Profesores, por el cual se protestaba del retardo con que el Gobierno les cancelaba sus sueldos, se expreso en términos tan descomedidos y despectivos –el respeto que debemos a nuestros lectores nos impide reproducirlos– que más parecían propios de un portero de casa grande que de todo un personaje llamado a dirigir la instrucción pública. Sin embargo, dicho caballero –y cabe recordarlo para que en todo su valer se aprecie la sinceridad de los políticos– el año anterior, cuando buscaba votos y popularidad para ser elegido senador, había halagado en forma tal al profesorado y a la juventud, que en más de un local estudiantil se exhibió su retrato en prueba de afecto y gregaria admiración. El profesorado primario supo esta vez responder con decoro a tales impertinencias, y efectuó un mitin, cuyas conclusiones, pisoteando arcaicas reglas de respeto y convencionalismo, no fueron entregadas ni al Gobierno ni a las autoridades educacionales. A este comicio asistieron la mayoría de las organizaciones obreras y en él no se permitió la intromisión de ningún político, habiéndosele indicado cortésmente la puerta a un demócrata que quiso hablar sobre las excelencias del vino y las virtudes de la democracia. Todo esto nos parece bien y cuenta con nuestras mayores simpatías, porque claramente demuestra que día a día se va ahondando el divorcio existente entre el Gobierno y los políticos, por una parte y el profesorado, por otra. No hay que olvidar que en las manos de estos compañeros se encuentra el porvenir de los niños, y que si saben dar a sus actividades un sello de completa liberalidad, poco a poco se irán carcomiendo los principios de Orden, Patria, Autoridad, etc., tan queridos del conservantismo y que son la base en que descansa el Estado moderno.

INACCION SINDICAL

Demasiado opaca es la vida que hoy arrastran las organizaciones obreras. Por ninguna parte vemos que se haga el menor esfuerzo para salir de una postración que tanta semejanza tiene con una muerte definitiva. Los múltiples problemas que directamente atañen a la clase obrera, parecen no ser de importancia para los organismos que encauzan y dirigen el movimiento sindical de esta tierra. Nadie ignora que las condiciones de vida, de suyo pesadas y míseras en el régimen capitalista, se están haciendo cada vez más y más insoportables. El ansia de lucro y ganancia rápida, ha hecho que los detentores del poder y la fortuna, recurran a cuanto medio pueda darles en breve tiempo el dinero apetecido para satisfacer sus goces y placeres fáciles. Y alzan los alquileres, aumentan los precios de los artículos alimenticios, encarecen el vestuario. Y para colmar la medida, el Gobierno, por medio del impuesto a la renta, absorbe los últimos centavos que todas las gabelas anteriormente nombradas pueden dejar en el bolsillo del pobre trabajador. Las huelgas que determinados gremios se ven en la necesidad de declarar para obtener pequeños aumentos de jornal, y trato más humano de parte de patrones y capataces, se pierden en la mayoría de las veces por falta de cooperación y ayuda oportunas. ¿Qué hacen mientras tanto las instituciones sindicales que tienen por única razón de ser, el preocuparse del mejoramiento económico de los asalariados y de cultivar el espíritu de solidaridad? Hasta aquí no conocemos ni siquiera un intento de modificar rumbos o de emprender alguna campaña encaminada a poner atajo a este malestar siempre creciente. Todo continúa desarrollándose como si el sindicalismo que otrora tuviera una actuación preponderante en los diversos órdenes de la actividad pública, fuera una masa inerte, falta de energías y vitalidad. Ignoramos qué es lo que induce a los cuerpos directivos de las federaciones a esta calma y pasividad verdaderamente suicida. Quisiéramos creer que esta inactividad se debe a que están proyectando algún movimiento que nos depare agradables sorpresas, antes que aceptar que la incomprensión y ceguera de los dirigentes es lo que motiva este decaimiento en la lucha sindical.

QUILONIDES.