La Reforma de la Primera Enseñanza y el Gobierno

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Es ya sobradamente conocida la labor social que realizan los profesores primarios organizados. En medio de los bamboleos que sufre el régimen capitalista, siempre han tenido una actitud más o menos definida, no obstante su condición de asalariados del Estado. Pero su mayor visión está en haber abordado el problema social en su punto más esencial, como es la reconstrucción de la enseñanza que ellos imparten. Con justa razón han pensado que una renovación para que sea fructífera, debe ir acompañada de un cambio en la organización y en la finalidad de la educación. «Las revoluciones más estables– dice Ingenieros,– son las que se hacen educando». Por eso es que han orientado el grueso de su acción a divulgar y arrancar la reforma de la enseñanza. Hasta hoy el maestro ha sido un simple repetidor de lugares comunes, un hacedor de tornillos y bisagras para la máquina estatal-capitalista. La educación primaria– como la secundaria, la superior y la especial– no ha obedecido a ningún objetivo. El mismo tríptico medieval de leer, escribir y contar, con algunas noticias vagas e inútiles acerca de otras ciencias, y nada más. El desarrollo de la personalidad del niño, la insinuación de sus aptitudes, el libre juego de sus múltiples iniciativas, su responsabilidad, su capacidad artística, han sido siempre destrozadas por la ignorancia del maestro y por el dogmatismo del Estado. De ahí que las escuelas hayan estado arrojando año tras año un ejército de esclavos y parásitos acondicionados para la explotación y el pauperismo. Por otra parte, el maestro, no obstante su condición de asalariado y su origen eminentemente proletario, había vivido siempre alejándose de los trabajadores, por indiferencia, por torpeza o por arribismo. Sobre todo era manifiesto este hecho en el profesorado femenino, pues la mujer es más propensa a la vanidad y la siutiquería. Pero la reacción hubo de operarse en el magisterio primario y por eso lo vemos desde algunos años, tomar parte en la lucha social al lado de las organizaciones obreras, por eso hemos observado actitudes dignas de su ministerio y altivas de toda hombría.

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Tanto, la escuela primaria como la enseñanza de los otros grados, no tienen una finalidad útil. Aquella se ha concretado a llenarle la mente a los chicos de ciertos conocimientos elementales seudo-científicos, y a amaestrarlos en la lectura y escritura. La personalidad espontánea y curiosa del muchachito, no ha sido nunca aguijoneada a su libre desenvolvimiento; por el contrario, el niño se desarrolla dentro de un lecho de Procusto: reglamentos, prejuicios, dogmas, cosas hechas, pasividad, castigos, amenazas, etc. De tal modo que el pequeñuelo se transforma en un jovenzuelo desorientado y; luego después, en un adulto servil y de fácil obediencia y explotación. Los profesores primarios han reaccionado violentamente contra el anacronismo de la enseñanza y han elaborado un plan que creen útil y bueno. Por lo menos, el hecho de que ellos manejen lo que conocen e imparten, es ya un paso eficaz y progresivo.

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El Gobierno, frente a este movimiento de los primarios, ha puesto oídos sordos, no obstante las pomposas declaraciones de los gobernantes de que la educación es el asunto de sus desvelos. Ante la obra constructiva de los maestros el Gobierno tiembla y no se interesa por atenderlos. Mas importancia tiene para las políticos que manejan este país, el hacer una Constitución, es decir, un cúmulo de reglamentos más o menos remozados para tener otra cosa que atropellar y pisotear. El proletariado en general, no se inmuta por estas reformas constitucionales, y en cambio se ha agrupado al lado de los maestros primarios prestándoles todo su concurso. Nosotros esperamos que los profesores no han de decaer en esta lucha contra la escuela actual y, por ende, contra los privilegios de la clase capitalista y usufructuaria.

S. FUENTES V.