VIDRIERA

Río revuelto.–

El epistolario de Pablo de Rokha, etc., de Pablo de Rokha, señor, del hombre que no “dobla el espinazo, ni dice adulaciones”. Punto aparte. ¿Se había visto entre los artistas una actitud como la con que se arquean en la página de arte de “La Nación” ante Su Excelencia? Punto seguido. Cuentan que Su Excelencia, entre comillas, dijo: “Ah! Estos cubistas, son muy simpáticos: dos puntos; y aquí están con sus cosas”. Aparte. Aquí hasta los artistas quieren comer. Entonces le escriben a Su Excelencia. También es cierto que Jean Emur es Secretario de la Legación de Chile en Francia; escribe sobre el cine, cartas a Alessandri, creo que pinta y demás. Pablo de Rokha no pinta; pero se fija mucho. Total: 32 dientes. Entre tanto los artistas– los otros– siguen viviendo como acostumbran, muriéndose también. No han adulado a Su Excelencia aún, y se agarran nuevamente a su mala suerte.

Asterisco

No es que se quiera negar el talento de alguno de los artistas de “la página de Arte”. Pero es que han dado en “asombrar” a este pobre circo de artistas recibidos en el Bellas Artes y eso no tiene por qué ser así. ¿Para qué? Ahora si se añade un hilito entre la obra de ellos a la de la Página de Arte, habría que aflojar cualquiera de los extremos. Primero. Uno que– a lo pobre– conoce también las pinturas y pintores que les han influenciado hasta el dedo menor de la mano izquierda, tiene que pensar en que existe un afán artificioso, criollo, empecinado en mostrarse novedosamente para crear también discípulos. Ultimo. La propaganda que hacen al arte es bien intencionada a veces, y a veces bien intencionada. Por ejemplo: Decir de Tótila Albert cuatro sabidurías que siempre estuvieran de más, sobre escultura y otras cosas; asombrar a los que en Chile hacen ratas a compás o echan agua en los colores; pintar–vgr.: Sara Malvar– con las mismas líneas y volúmenes que Picasso acaba de esconder detrás de su última evolución; hacer un poco de prosa de agitador–vgr: Jean Emar–; saludar a Vicente Huidobro– poeta, sin duda, que viajó por Europa como ellos para volver a Chile a decir cuatro o veinte tonterías sin ponderación sobre arte y... sobre la cuestión social–y beber cerveza o café según. En cuanto a todos ellos, habría que escarmenar con un poco de atención. Entonces uno podría decir seguramente: Vargas Rozas, Julio Ortiz de Zárate, Perotti, la Petit,– seulment– hacen obra valiosa, son grandes pintores y no buscan la novedad en el arte más que para afirmar su propio temperamento.

Piedras.–

Vicente Huidobro ha vuelto. Caudillo del creacionismo– ¿qué es el creacionismo?– dicen que ha mantenido una actitud de renovación en Europa. Su estética, demasiada estudiada, falsa en sus principios, uno la encuentra en los poetas griegos, por ejemplo. No había para qué decirlo. El creacionismo, por eso de tener letrero, ya es lo mismo que decir limitación. Huidobro es un poeta, simplemente un poeta que se acostumbró en un camino que es su manera de hacer arte, como Darío se acostumbró a versificar a su manera, también, o como cualquier poeta que marca su personalidad con precisión y distintamente. El creacionismo es artificio, como el cubismo o todo eso que tiene nombres parecidos. Además, dentro del arte actual, su tendencia es reaccionaria; fatalmente reaccionaria. De nada le defienden sus teorías sobre la poesía moderna: son razonables y exactas. Talvez su obra guarde relación con su teoría. Pero hay que explicar las “mañas” de la técnica y ahí es sin ninguna exactitud, falso y simplista cuando no falso. Después quiere en Chile civilizar al pueblo. ¿Qué idea tiene del pueblo? Y escribe un manifiesto. Ignorancia, reaccionismo; aristocratismo; falsedad, petulante afán; silabario para el siglo X, tal vez. Ahí dice tanta barbaridad sobre las cuestiones sociales que uno llega a pensar en que Vicente Huidobro, hombre de talento, quiere reírse de estos Pobres obreros chilenos.

GERMÁN AVILA.