GREGUERIAS

Este farol que suena en la noche, parece que viene de una verbena con el pito en la boca.

Hoy he visto pasar un canastillo de flores de tan mal gusto, tan tristón, tan fúnebre, que veo ya morir a la señorita a la que ha ido dedicado como una corona.

Tienen una última coquetería otoñal los álamos y los castaños de las Indias. Parece que un dibujante distribuye sus hojas, busca sus efectos en su agonía, tiene en cuenta cómo se ha de destacar sobre el cielo cada detalle.

Estos días han echado las acacias unos pingajos negros, cuya aparición podríamos resumir, diciendo: “En las acacias han florecido los calcetines”.

Lanzando al aire un billete de tranvía se cree una mariposa, que nos sorprenderá escapando por encima de los tejados.

Ese “lápiz suspendido”– que está colgando de una fina cadenita, que a la vez que cuelga de una pértiga flexible que emerge sobre la mesa como un junquillo que hubiera florecido en ella, y que va adonde se le llama, haciendo que se incline servilmente todo el aparato– es como lápiz recién pescado, el pobrecillo revoleteador que la caña de pescar ha destacado en el aire después de ese tirón afortunado que da el pescador que pesca.

Cuando viviendo en una casa cuyo balcón da al campo, oímos un tiro en el horizonte, sentimos la bala en la frente.., y, sin embargo, resultamos ilesos.

Los acordeones de las máquinas fotográficas debían sonar al ser desplegados.

A veces vemos que las mecedoras se mecen solas... Es que mecen los fantasmas o los chiquillos del viento.

Los tranvías pasan por la noche oscura, remando con los largos destellos de su luz.

Ramón Gómez de la Serna.