VIDA OBRERA Estudios Económicos

Ha hablado en la Cámara el diputado conservador don Romualdo Silva Cortés, para decir que es necesario se instruya al Pueblo en las cuestiones económicas, “a fin de que pueda comprender, en momentos críticos como el actual, los verdaderos factores que producen una situación.” Afirma el diputado conservador que a las causas de crisis mundial postguerra se añade en Chile la paralización de las ventas del salitre, del cobre y de las lanas. Pero agrega que: “Alrededor de esta causa fundamental no niega que también ha actuado la especulación y el agio”. Es una confesión que hace innecesaria la prueba. Más ¿cómo podría negarse un hecho patente que está a la vista de todos y de cuyo ejercicio viven los políticos de mayor “figuración” en nuestro país? Todas las grandes, las medianas y las pequeñas fortunas tienen un Chile el mismo origen, la especulación. El dinero no sirve aquí para emplearlo en mover industrias ni en intensificar la agricultura. Empleado en esta forma, el dinero no produce rentas en la medida que sus poseedores desean. Si no devenga intereses superiores al 18 o más por ciento, es un mal negocio. El dinero huye de este empleo poco productivo, y sufre un drenaje, encauzándosele hacia las Bolsas de Comercio. Es aquí donde suelen improvisarse fortunas a través de una o dos “ruedas” adonde afluyen las actividades de estos señores especuladores. Con el dinero restado al salario de inquilinos y peones, de pampinos y mineros, y a veces sin él, los agiotistas se levantan fortunas, que luego emplean en el acaparamiento de letras, con las cuales juegan a la baja, buscando de propósito las ocasiones propicias a sus ilícitos objetivos. ¿Para qué desea el señor Silva Cortés que los obreros estudien las cuestiones económicas? ¿Para que conozcan a ciencia cierta las causas que producen el malestar social? Un mal estudio no puede conducir sino a dejar en descubierto la serie de procedimientos dolosos de que se valen los que, dentro y fuera de la Cámara a que pertenece el opinante, viven a expensas del trabajo, del verdadero trabajo productivo, esto es, de las actividades útiles de los obreros. Cualquier profesor de economía política y social, que no esté imbuído de arcaicos clasicismos económicos, podría demostrar a los trabajadores la tesis apuntada de que el número cada vez mayor de los que viven sin trabajar, y que, sin embargo, cada uno consume por diez, circunstancia que se agrava todavía con las actividades negativas de la especulación y el agio de los mismos, producen esta pobreza del Pueblo y esta anquilosis industrial y comercial. La ciencia económica moderna tiende a hacer simplistas sus preceptos. A las abstrusas disquisiciones de los clásicos se oponen ahora axiomas lógicos de fácil comprensión. ¿Alguien consume sin producir. Pues ese es un ladrón que, al consumir, roba lo que otros producen. ¿Alguien tiene lo superfluo, mientras hay quienes carecen de lo necesario? Pues eso acusa un desequilibrio que obedece a causas muy sencillas. Hay quien tiene de más porque se apropia una parte del salario de los obreros, o porque especula con los valores, o porque se hace pagar coimas, o porque succiona el presupuesto nacional, o porque explota concesiones de tierras, etc., etc. Con estudio previo o sin él, los obreros tienen por fuerza que llegar a esta conclusión: —La riqueza representa el robo y la extorsión: nunca el trabajo. —Las causas de la miseria son inseparables de las formas de producción y dstribución de las cosas producidas.

M. J. MONTENEGRO.