EL TERROR BLANCO EN “españa”

La prensa burguesa de todos los países ha silenciado la gravedad de la situación obrera en España, a causa del terror blanco que ha recrudecido después de la muerte del premier “dato”

Una relación suscinta de aquellos horrores nos la da la comunicación del “Comité de Relaciones de los Anarquistas de España” al Congreso Antimilitarista Internacional

Camaradas:

Saludamos a todos los que anhelantes de una sociedad más humana que la presente, os reunís en ese Congreso para tratar del militarismo, verdadera úlcera de la Humanidad, considerándolo como un documento más contra esta institución monstruosa. Queremos pintar aquí la situación de España y casi no encontramos palabras apropiadas para hacerlo; es tan horrible nuestra situación, tan cruel la represión que la burguesía del brazo del militarismo nos está haciendo, que supera a la hecha hasta aquí por todas las tiranías. Ni la feroz represión por la Inquisición española bajo el poder de Torquemada, ni las violencias del duque de Alba en Flandes, ni los rigores de los gobiernos zaristas, ninguna de estas grandes manifestaciones de la tiranía supera a la que se lleva a cabo por el gobierno español . España está dominada por la clase militar que en la sombra y por medio de unos Comités Ejecutivos llamados juntas de defensa, dispone a su capricho de los gobernantes que no son en sus manos más que simples muñecos; algún político que sintió la vergüenza de ser juguete de estos jenízaros se le hizo imposible gobernar. Al principio, estas juntas de defensas, representación de la clase militar, conformáronse con imponer su voluntad en lo referente al régimen interior del ejército, obligando a aumentar el presupuesto de guerra y pidiendo mejoras en sus haberes. Mas bien pronto su influencia invadió otros campos donde por lo visto había sido solicitada su ayuda, y aliándose con la gran burguesía se propuso machacar los cráneos donde se arbergaban cerebros llenos de ideas de justicia y redención humanas. Sirviéndose como instrumentos de los políticos palaciegos, como dato, establecieron una dictadura burguesa-militar, suspendiendo todas las garantías que la Constitución concede a los españoles; se atropellaron todas las leyes, se nombraron gobernadores civiles a generales distinguidos por su dureza y salvajismo, y empezó el calvario para para todos los sindicalistas y sus afines, siendo en Barcelona el sitio en que el rigor y la persecusión llegaron a términos nunca vistos. Solamente en esta ciudad y en el espacio de diez días, las detenciones se elevaron a un millar. Llenas las cárceles y todos los locales apropiados, empezaron a formar cuerdas de compañeros que custodiados por guardias civiles a caballo, llevan dos meses por las carreteras de cárcel en cárcel y con un socorro para cada jornada de 30 y 40 kilómetros, de cincuenta céntimos. Pero los sufrimientos de estos camaradas son poca cosa lado al lado de las torturas de que son víctimas al ser detenidos. Golpeados brutalmente, muchos han sufrido tan horrible torturas, tales como retorcerles los testículos, que locos se han visto obligados a firmar en blanco declaraciones sobre las cuales los jueces se han apoyado para lanzar a muchos a presidio para toda su vida y para fusilar a cuatro inocentes en los fosos de Montjuich. Viéndose las autoridades impotentes para dominar la resistencia obrera, formaron bandas compuestas de apaches, macarrones y policías, que con completa impunidad asesinaban en plena calle a los más significados sindicalistas. Como si esto no fuera bastante, la fuerza pública empezó a matar a nuestros compañeros detenidos al ser conducidos a la cárcel, bajo el pretexto de intento de fuga. Podéis daros una idea aproximada de la represión que sufrimos, sabiendo que en cuatro días pasaron por la sala de autopsia del Hospital, treinta cadáveres de compañeros asesinados en la calle. La situación es la misma en toda España; básteos saber que en el espacio de un año los tribunales militares han dictado veinticinco penas de muerte y quince a cadenas perpetuas, llevándose a cabo veinte ejecuciones. Hermosos actos de heroismos se han realizado en protesta contra este régimen de tiranía; entre otros, os citaremos la sublevación de un regimiento de artillería en Zaragoza, varias muertes de oficiales del ejército cometidas por soldados, y para remate la ejecución del hombre representativo de toda esta organización burguesa militar, de Eduardo Dato, presidente del consejo de ministros, muerto a balazos por tres compañeros. Todos estos hechos, todo el calvario que sufrimos, ha sido desfigurado totalmente por la prensa burguesa internacional y silenciado por mucha parte de la socialista, por lo que nosotros tomando ese Congreso como portavoz de nuestra indignación, os lo damos a conocer para que por vuestro medio lo conozca el Universo entero. Nosotros que como anarquistas nada hubiéramos tenido que temer por ahora; nosotros que estamos al margen de los sindicatos obreros cuya destrucción era el único fin de la represión, no tuvimos más remedio ante la brutalidad de las fieras militares que intervenir activamente en ayuda de nuestros compañeros sindicalistas, guiados por nuestro espíritu rebelde y de solidaridad. Esto nos ha ocasionado la muerte de cuatro camaradas y la prisión de otros muchos, algunos de ellos pertenecientes a este Comité. Presenciamos con sentimiento la indiferencia con que se ven en el seno de las organizaciones obreras y culturales del mundo, los actos vandálicos que el estado español comete con nosotros, sentimiento nacido al ver la poca importancia que dan a la solidaridad internacional y que contrasta con la estrecha union que todos los gobiernos, que todas las burguesías, que todas las fuerzas reaccionarias tienen entre sí. Sufriendo tan de cerca el régimen del sable, teniendo sobre nuestras espaldas al monstruo, comprenderéis el interés que tiene para nosotros, los que vivimos en el país de las aventuras guerreras, ese Congreso que estáis celebrando y solo la vigilancia extremada hasta lo inverosímil en los alrededores de las fronteras, consecuencia de la ejecución de Dato, ha hecho imposible a nuestro Delegado hacer acto de presencia entre vosotros como era nuestro más vivo deseo. Nos adherimos sin embargo al Congreso y estamos dispuestos a coadyuvar con arreglo a nuestras fuerzas en una acción práctica contra el militarismo. Cremos nosotros que la labor a realizar para que sea eficaz, debe encaminarse al ataque directo de todos las fuentes en que se nutre el militarismo, acompañado de una propaganda tenaz para infiltrar en el cerebro del pueblo, ideas que le emancipen de todos los prejuicios patrióticos que son los sostenes del más firme puntal de la actual sociedad. Tened pues, camaradas, la seguridad que aunque distantes de vuestro lado, nuestro espíritu está con vosotros y sabremos en todo momento cumplir con nuestro deber de hombres conscientes, con nuestros ideales de anarquía.