La Organización Sindical por Industrias

Sindicatos por oficio, no. Queremos sindicatos por industrias, más positivos para la lucha social de hoy y para la revolución. No queremos en modo alguno defender la organización obrera tal como es, sino trabajar por otro sistema, nuevo, que ofrezca grandes ventajas para el obrero y sea más libertario. Conservar lo que existe, no es función de anarquistas, puesto que como tales debemos estar siempre en el extremo de la línea de avance, como inquietistas e innovadores. El Sindicato por oficio, es fatalmente un organismo corporativista y no es útil para la defensa del obrero, ni para el ataque al capitalista, ni para la revolución económica que persigue como fin la organización sindical de la producción. Los sindicatos por oficio no, tienen un valor revolucionario por su misma constitución, ni trabajan en los individuos el espíritu de la solidaridad humana, que es algo bien distinto a la solidaridad de corporación gremial de oficio. El programa de un sindicato de oficio no va más allá de la defensa contra el patronato y carece de potencia para pasar del rol defensivo al ofensivo y entrar de lleno en la acción revolucionaria. Todo el programa de los sindicatos de oficio se concreta a obtener mejoras de salario y disminución de horario, sin acometer de lleno alguna tarea básica para llegar a suprimir la explotación del hombre por el hombre, el régimen del salario, el inicuo e injusto sistema económico que padecemos. En cambio, los sindicatos industriales, al plantear su organización inicial, crean una situación revolucionaria a la sociedad actual. La organización sindical por industrias que preconizamos, tiene una estructura científica. Ella es el resultado de las experiencias cosechadas en treinta años de organización sindical a base de oficios y de grandes uniones centralizadas fuertemente. Para comprender bien que clase de organización obrera preconizamos, tendremos que explicar su formación, partiendo del individuo hasta llegar a una confederación internacional. La base de toda organización es el individuo. El factor de unión de los individuos es la función. El medio sindical verdadero, es el lugar de producción. Quien asocia a los obreros para la función, es la necesidad. Los obreros ocupados en una misma función ya están unidos, asociados. A la misma sociedad pertenecen las máquinas y las construcciones y los materiales a elaborarse y las herramientas. Todos estos elementos se complementan, constituyendo una sola unidad. para la producción. La unidad sindical, es la fábrica o el taller. Lo es hoy, a pesar del capitalista que explota la fabrica, es decir, que se proclama propietario de las herramientas, de las máquinas, de la materia prima, de las construcciones y de los hombres. Establecida la unidad sindical en el organismo de producción, importa en primer término dominar por completo el trabajo, haciéndose dueños los obreros de las herramientas y de las máquinas, porque mientras el obrero no forme un todo con las herramientas y con las máquinas, el dueño de ellas también será su dueño. Y resulta entonces, que el finalismo que se busca (hacerse dueños de las fábricas y talleres) está en íntima relación con el sistema de organización que se desea. El primer núcleo sindical, o sea la asociación o federación de individuos, es la fábrica o taller. Tal federación nombra un cuerpo administrativo, ejecutivo y representativo (consejo de fábrica o taller), el cual procura imponer en la fábrica las resoluciones y acuerdos de los obreros de la misma, a lo que se opondrá tenazmente el propietario. Prodúcese entonces, fatalmente, un estado de guerra entre el personal de la fábrica y el capitalista. Sábese bien cuál es el razonamiento patronal en casos semejantes. El está dispuesto a conceder todas las mejoras que en salario y horario se le exijan; pero en modo alguno puede admitir la intromisión en la fábrica de otro poder de otra autoridad que la suya. Por eso es que el consejo de fábrica significa toda una revolución. Y una revolución por la organización obrera, por cuanto tal consejo es el núcleo inicial, la base, la piedra angular de la nueva civilización del trabajo. Si los obreros triunfan en su propósito (y han de triunfar, más tarde o más temprano) el capitalista pierde el dominio sobre las máquinas, sobre las herramientas y sobre los hombre. ¿Cómo? no pudiendo el capitalista tomar más obreros o despedirlos sin la autorización del consejo de la fábrica o del taller. Tampoco puede aumentar o disminuir la producción a su antojo, es decir, que ha perdido el dominio sobre los hombres y sobre las máquinas. A su vez. los consejos de fábricas y talleres están federados en el barrio y después en el sindicato único. Un comité de relaciones inter-fábricas, en cada barrio, es el nuevo organismo. Hay, por último, delegados de estos comités de relaciones que integran juntamente, con los delegados directos nombrados por los obreros, la Comisión Central del Sindicato Único Industrial.

(De “El Hombre”)