LITERATURA Y VIDA LITERARIA DE CHILE EN 1922

II

FELIX ARMANDO NUÑEZ.

El corazón abierto; poemas.- Sin dude algunas cosas poéticas, especialmente las que tienen relación con los modos de expresión adecuados para traducir los sentimientos humanos, han variado con el tiempo. Pero es también indudable que, de un siglo a otro, de edad a edad, inspiran a los hombres afectos semejantes, idénticas ideas, llevándoles aquellos y estas a revelar la belleza que sienten en su intimidad . “El corazón abierto” es un libro sincerísimo, en el cual encontramos lo que se busca en todas las latitudes en la poesía - y no sólo en la poesía pero sí en ella principalmente - : emoción. Por eso hemos de agradecer desde lo más hondo de nuestro espíritu al artista que la supo suscitar, que pudo traducirla con sencillez, con elevación. Este nuevo libro es un triunfo nuevo para Félix Armando Núñez, y par él sabemos alga más de su alma doliente, macerada par el dolor de amor sin término.

JOAQUIN CIFUENTES SEPULVEDA

La Torre; poemas. -Cifuentes Sepúlveda con su nuevo libro se coloca en un lugar privilegiado entre los escritores de nuestra nueva generación, sucesora de otra que ya pide una superación efectiva. Gracias a “La Torre” - que es la, cárcel que oprimió cinco años su cuerpo y su espíritu - la obra de este joven poeta adquiere una significación real en nuestro medio, tendiente a la plenitud y a la perfección. El es un hombre austero a fuerza de sencillez y sereno - en estos días - a. fuerza de dolor. Y hay, cuando se afectan la sencillez, la naturalidad, la espontaneidad - hasta la improvisación -, Cifuentes Sepúlveda consigue ser uno en su verso y en su vide sin procesos de elaboración verbal ni rigores con la ciencia externa manifestación de su íntimo tesoro. De un hombre así, lleno de madurez y de pensamiento, poseedor de una obra admirable a la edad que otros aún piensan en comenzar a. hacer algo que viva y sobreviva - entreteniendo el cansancio decadente de sus ocios en los mesones de los bares ciudadanos -, se puede esperar con justa seguridad una plenitud artística llena de vigor y de entusiasmo. Vaya a Cifuentes Sepúlveda, una vez más, nuestra mano calurosa y optimista.

EXTRANJEROS EN CHILE.

Entre muchos otros de menor consideración, vinieron a Chile en 1922 José Vasconcelos-secretario de Educación Pública de México y ex Rector de la Universidad Nacional -y Jacinto Benavente-. José Vasconcelos es, a la inversa de los funcionarios educacionales que nosotros conocemos par dolorosa experiencia, .propia, un artista y un pensador además de ser un inquieto y tenaz hombre de acción. Ha escrito diversos libros de interés, entre los cuales es posible citar los titulados “Estudios Indostánicos” (de filosofía hindú), “Prometeo Vencedor” (especie de paráfrasis de la tragedia esquiliana, hecha en un ardiente estilo clásicamente austero) y “Monismo estético” (resumen estructurado de sus ideas estéticas, originalísimamente concebido). Coma Rector de la Universidad de México, su abra ha dejado huella profunda, y durable en aquélla institución de cultura que tan efectivamente me preocupa del pensamiento y de la sensibilidad del medio en que le toca actuar, como lo demuestran sus edificaciones de clásicos, hechas con admirables tino, elegancia y sobriedad. Recientemente el cable por informa, además, de que Vasconcelos - coma Ministro de Educación - había defendido en el Parlamento mexicano el presupuesto de su repartición, fijado para el año 1923 en cuarenta y cinco millones de pesos mexicanos, mientras el de Guerra llega sólo a treinta y tres millones... Chile no tiene a su lado un enemigo formidable que le hiciera armarse, como México tiene a los Estados Unidos hechos a la infamia y a la brutalidad; pero Chile tampoco tiene un Vasconcelos. -Jacinto Benavente llegó a nuestro país a los dos o tres días de que el cable nos diera la noticia de haber obtenido el premio Nobel, que es - según frase del sutilísimo Díez-Canedo - “una lotería sorteada no del todo al acaso”... Pero, sea como sea, considérense o no acertadas las críticas de Ramón Pérez de Ayala y de Nemesio Canales a la obra benaventina, créase o no en el genio de Benavente, “grande como una catedral” - al decir de un agenciero intelectual, andaluz residente en Chile -, el caso descarnado y triste es que Benavente capitaneando una compañía inaceptable y dando conferencias ridículas, vino sólo a “hacer la América”. Y sucedió que en la Argentina hubo quienes se lo reprocharan, enrostrándole una actitud indigna de un escritor peninsular, mientras que aquí sólo don Carlos Silva Vildósola se atrevió a decirlo, despertando la protesta de dos o tres marmotas de acento españolado y pluma servil.

Raúl SILVA CASTRO