¡Defendámonos!

Preparemos la reforma universitaria

El Consejo de Instrucción Pública limita el número de alumnos de Medicina y Farmacia. Queremos Universidad científica, no política.

Todos conocen, seguramente, el acuerdo del Consejo de Instrucción Pública, que limita el número de bachilleres que pueden ingresar a las Escuelas de Medicina y Farmacia, mientras subsistían las deficiencias materiales en esas secciones universitarias. Todos los universitarios rechazamos este acuerdo, por injusto, pues cuando dice que sólo 200 alumnos podrá haber en el primer año de Medicina, crea un privilegio, una gracia especial a 200 ciudadanos; que se hace tanto más injusto a nuestra vista, cuando vemos que el decano de la Facultad, ayudado de una comisión qué él mismo nombrará, va a calificar los méritos de los aspirantes, avaluando las votaciones que éstos obtuvieron en 4.°, 5.° y 6.° años de Humanidades. Distinguidos profesores universitarios, miembros del Consejo de Instrucción Pública y aún el mismo señor secretario de la Facultad de Medicina, están acordes con nosotros en aquello de que las votaciones en los exámenes, sobre todo de Humanidades, no reflejan ni la preparación del alumno, ni la equidad de todos los profesores. También declaran otros de ellos –algunos por experiencia personal– que las comisiones universitarias ante las cuales rinden exámenes los colegios particulares, no pueden manifestar toda su autoridad examinadora, pues obra sobre ellos una presión constante y que se ejercita aún para el nombramiento de esas comisiones. Así, se puede afirmar que el 70 por ciento de las coloradas que los bachilleres presentan —obtenidas en el curso de las humanidades— corresponden a alumnos de establecimientos particulares. Todo esto es evidente, clarísimo; sin embargo, el acuerdo será mantenido; y de ello estamos seguros, pues las autoridades universitarias –imagen viva de la ninguna ideología de la Universidad– tienen una sola y gran cualidad: el amor propio, que las haría sentirse denigradas si tomaran en cuenta las observaciones enunciadas por una juventud, que aún no puede tener la experiencia y suficiencia obligada, que dan varios años de edad.

Cuando al Dr. Ducci –a quien recurrimos, pues sabemos de la estimación y cariño que para nosotros guarda– le hicimos todas las observaciones que desde “Claridad” hemos hecho después al acuerdo en referencia, nos dijo: Sí, cierto; pero indiquen Uds. alguna medida, pues esto se discutirá en la Facultad. Inmediatamente respondimos que, dada la actual organización de la enseñanza nacional, el bachillerato en ciencias, obligatorio para los que quisiesen Medicina y Farmacia, se imponía. Pero, hombre, es... difícil, nos dijo. Adivinamos en el Dr. Ducci otro concepto; no se lo atribuiremos, pero tenemos la certidumbre íntima de que él piensa como nosotros. El bachillerato en ciencias, obligatorio, es... difícil, porque no pasará nunca en el Consejo ni en la Cámara, pensamos nosotros. Se le da la negativa a esta medida diciendo que se necesita de una nueva ley, lo que acarrea demoras, etc., etc. No es esta la verdad, para nosotros; pues nada importa la demora, cuando va el interés científico de la Universidad por medio. Ya lo sabemos: no obtendremos el bachillerato deseado; ello porque la Universidad no tiene la independencia necesaria para hacer y rehacer sus planes de enseñanza y para orientar sus normas de conducta —reflejadas en sus medidas y acuerdos— pues depende, en esto, del Ejecutivo y del Legislativo, poderes ambos políticos. Nuestra Universidad continúa viviendo en los moldes medioevales. Las aspiraciones modernas de la enseñanza pasan por encima de ella, sin lograr remover su viejo espíritu. Nuestra Universidad, es una fábrica de profesionales y ...nada más. El espíritu científico está reñido con nuestra Universidad. ¿Será científico, será justo, lo que haga una Universidad que está regida por intereses políticos-religiosos, en vez de estarlo por la experiencia científica, por la experiencia social? La Federación de Estudiantes tiene a este respecto principios claros, enunciados en la pasada convención. Los universitarios debemos preocuparnos de este problema que toca tan de cerca no sólo nuestro interés, sino los de toda la nación, pues en la Universidad se hace el futuro.