El Arribismo Político-Estudiantil

El presente artículo, uno de los más observadores de nuestros camaradas estudia los caracteres de un ejemplar que ha entrado a enriquecer la fauna de los hombres perjudiciales: el estudiante arribista y político. La alarmante frecuencia con que brotan del seno de la colectividad estudiantil, deben poner en guardia a los elementos obreros. A fin de que eviten la intromisión en sus filas de esta clase de sujetos.

El arribista. – Su origen El arribismo estudiantil es un hecho que nadie ignora. Para precisarlo, se necesita tener presente la clase que lo produce y el momento en que vivimos. El estudiante pertenece generalmente a la clase media, clase que produce al arribistas con toda la frecuencia y constancia de una fuerza natural. La pequeña burguesía es una clase que aquí en Chile, como en todas partes, tiende a desaparecer por la absorción de sus elementos en una de las clases extremas: capitalistas y trabajadores. La influencia decisiva que ejerce el gran capital en la concurrencia económica hace desistir a esta gente de luchar en esta terreno. Desesperados buscan nuevos caminos. Uno de éstos es la política. En la actualidad -tiempo de renovación y de crisis mundial- la política está servida por esta gente. Para ello, ocupa una posición ventajosa y tiene dotes especiales para mentir. Como el pueblo, sufre las humillaciones del capitalismo, -no pueden ni siquiera formar un hogar, ellos que tan defensores son de la familia y la actual organización social,- como la gran burguesía, tiene la corrupción del explotador. En su favor puede apuntarse que tiene instrucción. La primera y la última cualidad los hace simpáticos a las clases trabajadoras, sobre todo cuando son jovencitos. La juventud hace siempre suponer nobleza de alma.

La conquista de la popularidad Esta gente, en su totalidad desconocida, necesita para desarrollar su plan de enriquecimiento, hacerse popular. Para esto, cuenta con la sentimentalidad de las masas que le es favorable. En las plazas habla de hambre, pero no de rebelión; declama la justicia vaga, genérica, muy abstracta, es decir, de muy buen gusto burgués, y, por fin, en medio de algarabía infernal, predica la solidaridad social del buey con su amo. Es pura miel es puro amor. La multitud tiene emoción, lágrimas y aplausos. Generalmente termina aquí la perorata. Se deja caer de la tribuna, abrazando a algún compinche, y es rodeado por los capataces obreros que pretenden alguna diputación para sacrificarse por la causa obrera. Oradores todos se felicitan, charladores y risueños. Después se dispersan, llevándose toda la importancia y magestad del gran comicio o de la solemne asamblea.

Otro aspecto de nuestro arribista En su casa, nuestro tipo de la clase media se siente triunfador, los gritos y las imágenes de protesta pueril dejan impresión en su cerebro. La tierna felicidad de su éxito callejero lo hace sentirse luminoso, inmortal y sumamente bueno. Husmeando su fácil triunfo afirma con acentuación, refutadora: ¡Qué buena la vida! Pero, bruscamente, cambia y murmura despacio, como en una visión de pesadilla y de espanto, ¡Oh, vida, maldita! Esto es tan rápido que no se puede precisar si es angustia humana, dolor de clase o sobresalto de arribista. Posiblemente son todas estas cosas, aunque es más probable lo último, porque con inesperado júbilo grita y patea con el ademán encogido del que se burla y se venga: ¡Ya nos veremos! ¡Viva la solidaridad social que me aplaude!

Su aparición en la vida pública En el suburbio, por la solidaridad social, haciéndose sus paladines, los condenados a muerte, lo tutearán, -con esto harán saber que existe,- discutirán su nombre y su apellido materno. Algunos con conmovedora pedantería lucirán ante sus compañeros que les es familiar, íntimo, casi un amigo, es decir, un compañero porque es muy bueno, por la solidaridad social. El será compañero, hablará con gusto con ellos y se expresará bien de ellos. Esto es el comienzo de su aparición en la vida pública. Poco después, se procurará algunos ataques de la prensa que, en tono pintoresco, llama reaccionaria. Entonces ya da conferencias y edita folletos para propagar ideas.

Un hombre de ideas !Las ideas! Para el que jamás tuvo ninguna original y que las adquiere con cinco pesos y diez horas de lectura, no tienen otro valor que el de endulzar su egoísmo balbuciente. El envilecimiento de su inteligencia lo transforma en la ley valorizadora del pensamiento. Es pragmático, no tiene miedo a nada: ¿cuándo la inteligencia tuvo otro rol que el de justificar cualquiera conducta? Este es su grito y su contestación.

El apóstrofe a los burgueses Cuando en el ejército de las proletarios, su fama es grande, cuando su fabrica de popularidad es enorme, se presenta a la alta burguesía y les grita: “Vosotros tenéis enrolados en vuestras fábricas y haciendas a centenares de hombres esclavizados a vuestro poderío económico. Hace 2500 años que la vida social está organizada de tal manera que éste es el único medio que tienen los condenados a muerte, los pobres, para poder comer. De la subordinación de inmensas masas de vencidos a vuestra tiranía económica depende nuestra dicha. Pero vuestra tiranía no depende sólo de vuestra astucia económica, ni son ellas el único medio de subordinar y explotar al hombre. El hombre es un mezquino animal que sin fe se muere. Vosotros no podéis satisfacer esas necesidades. Es demasiado evidente la injusticia del reparto de la riqueza social y de esta injusticia son ellos quiénes sufren sus fatales consecuencias. Sobre ésto no es posible el subterfugio. Pero, esta monstruosidad, el hombre, mientras más horrible es su situación, más sueña el bien, más profundamente afirma su derecho a la vida plena, su voluntad se fortalece y efluvia sed de ternura y amor. Definen al hombre sus necesidades de supervivencia, de inmortalidad de dicha renovada y permanente. Quien se las ofrece aduerme a la humanidad con sueño varias veces milenario. Esta afirmación interior de la vida, dotada de un poder de voluntad y acción irresistible, necesita ser desviada de su impulso tan recto y tan sencillo. En esta obra estamos ocupados miles de años, la escuela, la religión, la prensa son nuestros instrumentos queridos, esta es la primera función en una sociedad donde hay explotados y explotadores. Para desempeñar tarea tan importante vosotros no estáis capacitados como nosotros. Ellos nos han visto sufrir. Con corazón sencillo creen que el dolor redime al hombre, que imprime en el alma huella tan profunda que el que lo ha sentido nunca jamás será insensible a la injusticia. Aquí, vosotros y Yo, como un hecho, refutamos tales fantasías. Después de terribles rivalidades con los de mi clase he logrado hacerme obedecer. Mi ejército de creyentes es numeroso. Así como vosotros les fabricáis zapatos para que sus degenerados pies puedan desempeñar su función de locomoción, yo les fabrico ilusiones políticas, simulando el ordenamiento de la vida, la rectitud de un instinto sano. Los ablando con promesas debilitadoras. Les hablo de la ley a la cual deben ser sumisos para que sus beneficios caigan sobre ellos como una bendición. Que respeten la ley que divide la naturaleza en trozos de propiedad privada; que esperen resolverlo todo por ella, que es la maravilla del ilusionismo. Hacerlos sentirse desvalorizados ante ellos mismos, decirles que porque son viciosos, porque son multitud, la razón no reside en ellos, que es imposible una organización social distinta a la presente en donde los hombres beneficien de su trabajo; que su voluntad de vivir, y de vivir como hombres, es un crimen, porque los pone exigentes como millonarios; esa es la ocupación del hombre de estado. Mi ejército desarrolla una energía, tan grande como el vuestro bajo las inspiraciones de mi capricho. Mi autoridad es absoluta. Cuando la realidad refuta mis mentiras y demuestra mi deficiencia personal, entonces me presento a ellos como hoja marchita y con atontada resignación les digo: “Son males necesarios, son males inevitables, y coloco sus causas más allá de las fuerzas humanas”. Vosotros, como propietarios, los domináis, con esta admirable invención de de la propiedad privada; yo por los terrores de la imaginación, por el cultivo de una personalidad falsa de la cabeza a los pies. Como a ellos, me preparastéis, una situación lamentable que provocó sus simpatías hacia mí. Además. ¡Cómo iban a confiar, cuando tenían, conciencias que debido a sus esfuerzos de productores pude instruirme! Mis orígenes hacían creer que mi identificación con ellos sería perfecta; pero soy de la clase media, prefiero pactar con vosotros, no soy hombre a quien preocupaba la vida moral y sus prejuicios, la vida es una negociación continuada, pactemos.”