Actualidad Internacional

La paz entre Rusia y Polonis firmada últimamente en Riga permitirá al soviet concluir definitivamente con el general Wrangel. Hoy por hoy, no es solamente un peligro militar para Rusia sino que es el mayor impedimiento para la reconstrucción económica de la República Sovietista. En efecto es una contínua amenaza para las regiones de las tierras negras, grandes productoras de trigo -y al mismo tiempo impide la libre explotación del carbón y del petróleo que abunda en la cuenca del Donetz. Una campaña rápida y decisiva dejaría también entre las manos de los rusos los modernos pertrechos de guerra, locomotoras, etc., que la República francesa ha proporcionado a Wrangel en cambio del reconocimiento por éste de la tutela económica de Francia. Los primeros síntomas de la reacción militar rusa en el frente meridional se han dejado sentir ya en una serie de acciones victoriosas para los comunistas -y no cabe duda que tratarán antes de que el invierno no lo dificulte de asestar un golpe definitivo a este pequeño aspirante a monarca que se llama Wrangel. Sin embargo, las cláusulas mismas del Tratado de Paz con Polonia, impiden a Rusia el abandonar por completo el frente occidental. Polonia necesitaba imperiosamente de esta tregua –dividida interiormente en el territorio moscovita, en vísperas del invierno, no podía permanecer en su actitud ofensiva– pero dirigida por otra parte por la diplomacia francesa, lo mismo que Wrangel, es evidente que será empujada y forzada a socorrer a éste en el duro trance porque ha de pasar... A no ser que el juego inglés consiga quebrantar aquí también la influencia de la Tercera República Burguesa. Entretanto la política polaca ha en contrado su D´Annunzio en la persona del general Zellgouski y su Fiume en la ciudad de Vilna. La hipocresía crónica de los gobiernos europeos va aceptando de más en más esta nueva sui-géneris de anexarse territorios sin herir la suceptibilidad de las demás naciones concurrentes al festín. Parece que los Sur-Eslavos tentados también por el procedimiento, lo quieren aplicar en el procedimiento, lo quieren aplicar en el distrito de Klagenfurt sometido a plebiscito. La Liga de las Naciones tiene la palabra y la ocasión de arrojar una vez más en su corta vida el manto de la decencia sobre la desnudez lúbrica de uno de sus clientes. Por otra parte el poeta D´Annunzio que escribió que era preciso renovarse o morir, puede estar satisfecho -ya que en el ocaso de la diplomacia europea, ha podido crear algo nuevo o renovar algo muy viejo.

Inglaterra hace frente en estos días a dos grandes dificultades: La huelga del carbón, cuya unión con los demás elementos de la Triple Alianza Obrera podría bien asestar un golpe de muerte al Gobierno de Lloyd George –y por otra parte la agitación irlandesa, que entrará aprovechándose de ello en una nueva etapa de actividad. No sólo se bambolea el Gobierno de Lloyd George, sino también el estado mismo del Imperio. ¿Qué decidirán las masas laboristas inglesas? ¿Irán al páro general revolucionario? Es indudable que se extiende de más en más por toda Europa el hálito de la revolución rusa y los proletarios están convenciéndose que el movimiento debe hacerse antes que la prolongada pasividad de ellos permita a la reacción internacional, derribar -consumiendo por el bloqueo- a la República de los Soviets. El momento es emocionante.

Alemania e Italia respectivamente se preparan a pasar un invierno de intensa agitación. En la primera, la actitud de los obreros del Rhur vuelve a preocupar al Gobierno –y el socialismo se ha orientado definitivamente hacia Rusia adhiriendo a la Tercera Internacional de Moscou. En la segunda, la tardía reacción del Gobierno, tras la victoria que obtuvo el proletariado en el conflicto metalúrgico, no servirá sino que para precipitar los acontecimientos. A esto hay que agregar la adhesión del Congreso de Reggio Emilia –en que se reunieron los modernos– a la Tercera Internacional. Esto no puede ser más sugestivo. Entretanto las agencias burguesas de informaciones siguen mintiéndonos –y sus comentaristas tratando de hacernos comulgar con ruedas de molino. Hemos de apuntar, sin embargo, la aparición de un informador menos ciego, Julio Alvarez del Vayo. Era tiempo que nos descansáramos de las mistificaciones de un Karl von Wiegand, de un Charles Grant o de un Olindo Malagodi.