El Resplandor en el Abismo

(LO QUE QUIERE EL GRUPO CLARIDAD) POR

HENRI BARBUSSE

¿En cuánto se cotizan en cada país, los beneficios arrancados al sufrimiento o a la muerte de los unos, y a la ruina de los otros? (6) Nosotros hemos visto, noso tros vemos cuadrarse esta jerarquía de especuladores, cuyo talento ha consistido en estar situados en la retaguardia en el momento oportuno y no sentir escrúpulos de patriotismo, -desde el pobre diablo que ha robado lo que ha podido, hasta el intermediario que ha brotado de la tierra en todos los puntos propicios, que ha encontrado siempre mágicamente medios de transporte y santo, y seña para arrebatar las mercaderías llevarse lo mejor del país, abusar de una Intendencia de principios tambaleantes y hacer negocios,- hasta el Ministro de la Reconstitución Industrial con sus trescientas usinas. ¡Beneficios de guerra! La sola unión de estas palabras juzga un orden social, y es la fórmula misma de la sociedad capitalista. ¿Quién se ha privado, teniendo medios para ello, de hacerlo? Se ha visto al desnudo de arriba abajo, la bestialidad sutil del egoísmo. La fórmula burguesa: “Enriqueceos, es decir: levantaos los unos contra los otros, los unos sobre los otros. ensayad de derribaros y dominaros, tratad de ser cada uno la aprovechada excepción»-, esta fórmula reflejo de la ley universal del más fuerte ha amontonado las rápiñas y consagrado el aplastamiento del resto de los hombres..

Todos los servicios vitales del país se han paralizado por las exigencias del enriquecimiento individual, la hipertrofia de los intereses personales, la idea fija del arrivismo, el escurrimiento automático de los fantoches administrativos ante la responsabilidad, -por todo el sistema, en fin. Los gastos públicos son conducidos con una fantástica desvergüenza. Mientras las regiones desvastadas quedan tan estériles como ante, salvo para algunos “vivos”, que ahí cosechan oro; mientras, no se hace nada contra la tuberculosis el alcoholismo, las habitaciones insalubres, mientras que la Instrucción Pública tiene un presupuesto vergonzoso, se derrocha oficialmente el dinero, se dejan podrir o robar las provisiones, se abren créditos de 300 millones para edificar un Palacio de Exposición en el Parque de los Príncipes, de 15 millones para retribuir al mariscal Foch. El lujo ha surgido aquí y allá de la miseria pública y de los cementerios, y se ha desencadenado apasionadamente sobre las ruinas: ha soportado mal la obscuridad durante las hostilidades; nosotros vemos agitarse y brillar ahora. En nuestras ciudades se encaraman los mercaderes más poderosamente cínicos, los políticos más serviles, las prostitutas y los títeres militares. Paris, que se volcó en Burdeos y otras partes, apenas la rosó el peligro, y que tiene la Cruz de guerra; hormiguea y fermenta de entusiasmo alrededor de los Clemenceau y los Carpentier. Cada época tiene la clase de ídolos que merece. Todo el mundo se adorna, brilla, ríe y canta. El comercio de lujo chispea y desborda. Burguesas súbitamente enriquecidas por las circunstancias y no por el noble trabajo, lucen multitud de joyas y brillan como escaparates. Un torbellino de goce, de inmoralidad de pereza y de orgullo lleva, a través del gran silencio estúpido de las multitudes, sobre las cuales esta alegría siniestra cae a veces ay!, y las empuja a las tabernas, -a todas aquellas que la guerra ha galoneado, dorado y santificado. En medio de la orgía general, el Parlamento ha sido tan solo un teatro más. Se ha amordazado a sí mismo. Los opositores no ha sido nunca más que una minoría regularmente sofocada por la voluntad capitalista. El rebaño de la mayoría se ha hundido en la servidumbre, para usar la expresión con que el austero y calmoso Tácito abofeteaba al Senado de Tiberio y de Nerón. El nuevo parlamento frances, heterogéneo pero reaccionario; que con ayuda de las maquinaciones del escrutinio y una propaganda demagógica, el miedo y el odio del interés general, han arrancado a la inepcia de las masas electoras, se ha presentado desde el primer día como defensor huraño, ciego, decidido a todo, de la clase dominante.

La bancarrota de la justicia ¿Y la justicia? Ya no hay más justicia. ¿La justicia? Ha habido los consejos de la guerra, la masacre individual de soldados. Se ha fusilado hombres por hombres, multitudes de hombres, por pecadillos, o por presunciones, o por pretextos o por orden, o por que se tenia prisa. Los oficiales relatores refugiados en los consejos de guerra, han matado más soldados que los que combatían. Cuando en el hospital, uno de nosotros evocaba algún caso salvaje de esta larga exterminación, brotaban voces entre las sombras de la sala triste, que decían: “Yo he visto lo mismo, yo he visto lo mismo. Se ha fusilado inocentes comprobados porque algún general o algún coronel opinaba que había que “hacer un ejemplo”. Estos no eran ni siquiera los vigilados, a los cuales los oficiales del Estado Mayor violaba la correspondencia, averiguaban antecedentes y condenaban las ideas, sino hombres tirados a la suerte -a la suerte, al azar, saliera quien saliera,- entre compañía y regimientos, llevados uno a uno, atados a los postes y agujereados por las balas de sus camaradas. Los consejos de revisión acaban de ordenar la rehabilitación de 2.700 soldados fusilados equivocadamente después de sumarios en las cortes marciales. ¡Y los que rehusaron obedecer en la guerra anticonstitucional contra Rusia, y que, juzgados por personas que eran a la vez jueces y partes, han marcado, en el martirologio de los soldados, una nueva serie de héroes! Y los asesinatos de prisioneros desarmados sobre los cuales los soldados tiraban al blanco o los hacían desventrar a la bayoneta, o degollar, en largas filas, en las trincheras!

(6) Se ha hablado en Francia de 70,000 millones porque es el mínimum a que llega un cálculo aproximado. Los armadores ingleses, durante los 31 primeros meses de la guerra, han ganado 15,000 millones. El a Comité de Encuesta del “Board of Trade” acaba de revelar que los tejedores de lana ingleses han ganado 3,900 por ciento más de lo que ganaban en principio. En cuanto a los dividendos de los propietarios de minas ingleses han “sobrepasado todo límite”. En Italia una sociedad de aceros ha realizado nn 310 por ciento en 1918 en lugar de 9 por ciento de antes de la guerra Son algunos detalles tomados en el amontonamiento fantástica de los hechos,

(Continuará).