CONSIDERACIONES SOBRE EL PARLAMENTO

Con motivo de la apertura de las Cámaras queremos ocuparnos del Parlamento como organismo representativo de la democracia, y de las relaciones del movimiento proletario con él. Ante todo conviene recordar que el Parlamento es la parte integrante del Estado Capitalista, que tiene por objeto legalizar las relaciones sociales útiles a los capitalistas y evitarles las que los perjudiquen. Este motivo fundamental lo tienen envuelto en conceptos abstractos con el objeto de complicar en la dictación de dichas leyes a las clases explotadas. Estos conceptos se relacionan con los principios filosóficos de la institución y con su organización. Entre los primeros tenemos el concepto de libertad, que define y justifica, según ellos, a la democracia. Para engañarnos siempre nos hablan como cosa indistinta de libertad y de sufragio. Asimilación más absurda y disparatada no cabe. Para que alguien pueda realizar un acto libre, necesita el conocimiento de las condiciones de su acción y la inteligencia de ella. Además se requiere que fuerzas avasalladoras no quiebren su determinación. El estudio de las condiciones del ciudadano elector es indispensable para poder afirmar o negar su independencia política. Con nuestro régimen actual, en virtud de la esclavitud del trabajo, es imposible que el proletariado pueda preocuparse de la política con acierto... Hambriento y fatigado no puede pensar con lucidez. A esto puede agregarse, como si no fuera suficiente, la astucia de los congresales que se manejan de manera de sustraer del conocimiento público los problemas nacionales. Lo que la nación vé en las sesiones públicas, es el incansable fervor patriótico de estos hombres que se dividen en grupos y pelean los unos con los otros para servirla mejor... Sin embargo no hay que olvidar, son políticos y apasionan para engañar... Preocupados de incidentes pueriles, la opinión pública, no vé el único hecho interesante y cierto: que los problemas nacionales no se estudian ni resuelven en las sesiones públicas, sino detras de las bambalinas, en las comisiones, donde inciden todos los intereses capitalistas. En las sesiones públicas se empata el tiempo y la prensa seria nos hace una compuesta versión de estos pasatiempos. Los móviles y antecedentes de la labor parlamentaria nos quedan absolutamente desconocidos. Y por fin, como si todo esto no fuera nada, ¿qué vínculos unen al mandante con el mandatario?... El parlamentario es inviolable, no es destituible, cualquiera que sea la competencia y moralidad en el desempeño de sus funciones. Todo lo anterior se explica porque el mandatario no necesita del ciudadano libre en una sociedad fundamentada en la esclavitud del trabajo. Le basta contar con el patrón quien, o dará dinero para cohechar, o amenazará a sus trabajadores con el lock-out político, si éstos no sufragan como él les indica. Por esto a la afirmación teórica de la libertad política oponemos la esclavitud política como un hecho. Resumiendo podemos decir: el proletariado no puede ejercer este derecho porque agotado no puede pensar, carece de los elementos suficientes para formarse opinión; no puede controlar, no puede sancionar, y, por fin, no puede opinar porque está esclavizado económicamente. En cuanto a su organización podemos decir que es un órgano que no corresponde a su función. La sociedad se divide en funciones sociales y es imposible que estas funciones puedan ser representadas con nuestro sistema de representación cuantitativa e indiferenciada. No siendo el Parlamento la convergencia de la organización centralizada de las distintas funciones sociales, es imposible que el elector confiera al diputado o senador una función determinada. Nuevamente nos encontramos con que la organización no corresponde a las necesidades sociales sino a los actuales fundamentos económicos de la sociedad, que subordinan todas estas necesidades al capitalismo. Quien va a creer que el parlamentario que representa a la banca pueda representar al obrero ferroviario, etc. Hay que ajustar la vida social a nuevos organismos directivos. Esta es la labor que históricamente les corresponde a los trabajadores. Pero para realizar esta labor deben comprender los proletarios que su acción principal se realiza en la calle y que cuando envían representación al Parlamento no va a hacer lindos proyectos de leyes, sino que desde el mismo Congreso va a seguir agitando; dirigiendo las manifestaciones de la calle, específicas del proletariado. Y solo esta continuidad entre la acción de la calle y la del Parlamento, nos permite controlar la lealtad en el cumplimiento de su difícil comisión.