Semblanza de Gabriela Mistral

Toda mi vida he sentido una incomprensible resistencia contra todas aquellas personas que se caracterizan como artistas y literatos. Y esto no deja de tener su justificación. Las personas que pertenecen a esa categoría, son afectadas, de visión unilateral y moralmente despreciables. Hace algunos años, fuí invitado a conocer a Gabriela Mistral y rechacé la invitación de plano. Me figuré que Gabriela sería una joven vanidosa y erudita. Quise, pues, economizarme un disgusto. Después, sorpresivamente me encontré en una oficina con una señora alta, imponente y de expresión sumamente agradable. Hablaba con lentitud y pausa de la ninguna influencia que la cultura intelectual ejerce, sobre las conducta de los hombres. Su voz aunque agradable tenía un no sé que de cansado; cada palabra suya caía sobre uno como una gota; pero como una gota que variase constantemente y que tuviese el poder de sujerir, de agitar mentalmente y de llevar al espíritu muchas conviciones. Recuerdo que al despedirme, mi ánimo era como el ánimo de un hombre que hubiese encontrado un tesoro. Desde entonces fuí para Gabriela Mistral como una lapa. No abandonaba ninguna ocasión de verla, y cuando hablaba la oía con todo mi cuerpo. No se me ocurre una espreison más intensa. Sin embargo, durante su ausencia procuraba librarme de la Idolatría incondicional, recordando sus palabras, sus gestos, su tono y sobre todo, sus opiniones. De este desmenuzamiento no sacaba más conclusión que una buena dosis de incertidumbres. Solia pensar: «a lo mejor Gabriela es,solo una mujer lírica. Su inteligencia debe ser puramente poética.» Y me consolaba esto porque es bastante. Leía sus versos y los saboreaba con la misma intensidad que los beodos saborean el vino. Los versos de Gabriela Mistral producen una embriaguez especial; una embriaguez que estimula, aviva y deja en la conciencia, la certeza de que ya no será posible ser herido mas intensamente ni pulsado por una emoción más honda. En sus versos da siempre el maximum y cada palabra. suya es rica como una arca. Si ella misma las creara, me figuro, que no las dominaría tanto. Estos maravillosos versos que se han esparcido por, América y que han llegado a Europa, imponiendose por su fisonomía original y profunda, no son en la Mistral más que un aspecto, un solo aspecto y me atreveria a decir que no el más importante. Cuando Gabriela habla, da más, muchísimo más que en sus versos. A los pensamientos que expresa, a los juicios que le merecen hombres y hechos, a sus opiniones siempre interesantes, hay que sumar el estímulo inmenso que proyecto sobre su auditorio. Recuerdo que muchas veces he ido a verla en un estado de aplanamiento casi absoluto y he abandonado su casa lleno de alegría y confianza. Y sin embargo, Gabriela no puede ser considerada especificamente, alegre ni optimista. Fuera del mono de Juan Duval, todos los que conocen a Gabriela; la sienten aureolada por facultades casí únicas. Para dar una idea de lo que es Gabriela, habría que decir que su cerebro posee todas las facultades de una mujer bien dotada más las condiciones intelectuales de un hombre. Su cerebro produce el efecto de un cerebro doble. Y a esto habría que agregar cierta autoridad natural que solo posee el uno par mil de nuestros semejantes.

G. V.