Crónica de Patrioterópolis

Según los manuscritos del Rev. Franciscus Uneus, de la Orden de los Jesuitas

Bajo el reinado del rey Amorápalos existía en aquel libérrimo país una institución llamada Sociedad de los Pacíficos, compuesta de truhanes que predicaban la paz y la verdad, ideas malsanas que, a Dios gracia, eran muy mal miradas en Patrioterópolis. Y acaeció que un día, reunidos en Sesión Solemne, los Pacíficos acordaron enviar un mensaje a la juventud del vecino reino de Negrópolis donde se la invitaba a una ascención a la Concordia. La Concordia era una montaña que por su mucha altura solamente era accesible a personas de contextura fuerte. Transcurrido el plaza conveniente, los de Negrópolis, contestaron... Contestaron que no podían aceptar la invitación porque sus papás no les daban permiso y que ellos no se atrevían a desobedecerlos. Apenas fue conocida esta respuesta, la prensa honorable (que como se sabe es costeada por los hombres más patriotas del reino) dio la voz de alarma. Con palabras rebosantes de la más noble indignación dijo que la contestación de los de Negrópolis “era un latigazo dado en pleno rostro a la dignidad nacional”. Esta hermosa frase tuvo la virtud de levantar como un solo hombre a todos los ciudadanos honrados quienes unieron sus altivas voces al coro de la prensa. El Consejo de los Ancianos, interpeló severamente a Amorápalos. Amorápalos para demostrar su patriotismo hizo una movida academia de box ante sus vasallos. La efervescencia nacional iba subiendo rápida como la espuma de un vaso de cerveza. Algunos exaltados hablaban de comerse crudos a los fanáticos Pacíficos. Fue este el momento preciso en que seis prosélitos de la funesta Sociedad, tocados por la gracia divina, acordaron abjurar de sus ideas y entrar por la senda recta del amor patrio. Habían transcurrido treinta y cinco días cabales desde que la Sociedad de los Pacíficos había enviado su mensaje-invitación a los de Negrópolis. La renuncia de los seis conversos, modelo de estilo y de pundonorosidad, estaba concebida en los términos siguientes: “Los abajo suscritos después de meditar durante treinta y cinco días en el texto del mensaje a la juventud de Negrópolis, hemos caído en la cuenta de que ofende a nuestra bandera y nuestra valentía. “En vista de lo cual acordamos: “Primero.–Separarnos con toda altivez de la infame Sociedad de los Pacíficos y “Segundo.–Fundar una institución, cimentada en el odio más puro a nuestros enemigos de Negrópolis, con el nombre de Sociedad de los Belicosos”. Esta inspirada renuncia, escrita especialmente para la prensa, enterneció hasta las lágrimas a los varones honrados de Patrioterópolis, fue opinión general que la patria estaba vengada. Para colmar la satisfacción colectiva cuarenta y cuatro escolares –aconsejados por sus papás– fueron en filas de cuatro en fondo a firmar los registros de la naciente Sociedad de los Belicosos. Hermosa acción que reveló cuan arraigado estaba en esas jóvenes almas el espíritu de los antepasados! (Publicado con licencia de la autoridad eclesiástica por)

FRAY ANGULO MARDONES