La Doctrina Anarquista Interpretación de Miguel Bakunin

Miguel Alejandro Bakunin nació en 1814 en Priamuchino, distrito de Torshok, en el gobierno de Twer. En 1834 entró en la escuela de artillería de San Petersburgo, en 1835 se hizo oficial, pero el mismo año tomó su licencia. Desde entonces vivió, alternativamente, en Priamuchino y en Moscou. En 1840 salió Bakunin de Rusia. En los años sucesivos tuvo intervención en los planes revolucionarios de diferentes países de Europa; –en París tuvo mucho trato con Proudhon. En 1849 fue condenado a muerte en Sajonia, pero se le indultó; en 1850 se trasladó a Austria, donde también se le condenó a muerte; en 1851 fue concedida su extradición a Rusia, donde estuvo preso, primero en San Petersburgo y después en Schlüsseburgo, siendo luego enviado a Siberia en 1857. Bakunin considera que la suprema ley que debe regir entre los hombres es la ley del progreso evolutivo de la humanidad, en virtud de la que esta última deba elevarse desde un estado menos perfecto a otro lo más perfecto posible. “La ciencia no tiene más misión que conseguir la restauración espiritual, superior, lo más sistemático posible, de las leyes naturales de la vida corporal, intelectual y moral, así de las del mundo físico como las del mundo social, las cuales dos no forman, de hecho, sino un único mundo natural”. La ciencia, es decir, la verdadera ciencia, la ciencia desinteresada, nos enseña lo siguiente: “toda evolución implica la negación de su punto de partida. Como las bases de los materialistas, es decir, su punto de partida es material, la negación de ese punto de partida tiene que ser ideal” –quiere esto decir que “todo cuanto vive tiende a adquirir la mayor perfección posible”. Así que, “según la concepción de los materialistas, también se verifica la evolución histórica de la humanidad por una vía continuamente ascendente”. “Consiste esa evolución en un movimiento natural desde lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior, de abajo a arriba”. La historia consiste en la negación progresiva de la animalidad originaria de los hombres merced al desarrollo de su humanidad. El hombre es, originariamente un animal salvaje, un pariente del gorila. Pero ya entonces ha salido de la profunda noche del instinto animal para alcanzar la luz del espíritu. Esto nos explica de la manera más natural del mundo sus primeros extravíos,–y nos consuela en cierto modo de sus presentes errores. Ya ha dejado atrás la esclavitud animal y caminado por el campo de la esclavitud divina, que ocupa el punto intermedio entre la existencia animal y la existencia humana, empezando a mirar de frente a la libertad. Por tanto, detrás de nosotros está nuestra existencia animal; delante, nuestra existencia humana; la antorcha de la humanidad, única que puede iluminarnos y calentarnos, redimirnos y elevarnos, hacernos libres, felices y hermanos, no está jamás al comienzo de la historia, sino que se halla siempre al término final de ésta”. “Esta negación histórica del pasado se efectúa, ora lenta, perezosa, descuidadamente, ora también de un modo violento y guiado por la pasión”. Pero siempre se efectúa obedeciendo a una necesidad natural; nosotros tenemos fe en el triunfo definitivo de la humanidad “sobre la tierra”. Deseamos con ansia ese triunfo y procuramos acelerar su advenimiento con todas nuestras fuerzas; “jamás debemos mirar hacia atrás, siempre debemos mirar hacia adelante: delante de nosotros está nuestro sol; delante, nuestra salvación”.

El derecho En sentir de Bakunin, el transito de la humanidad desde su estado animal a un estado de existencia humana traerá consigo inmediatamente la desaparición, no ya del derecho, pero sí del Derecho legislado. El derecho legislado es propio de una etapa inferior en la evolución de la humanidad, “Una la voluntad de un soberano, ora se apoye en legislación política, ora no tenga más base que votos de los representantes del pueblo elegidos por sufragio universal, nunca puede responder a las leyes de la naturaleza, es siempre dañosa e incompatible con la libertad de la masa, por cuanto impone a ésta, por la fuerza, un sistema de leyes exteriores que al cabo no pueden menos de ser despóticas”. No ha habido jamás legislación alguna “que haya tenido más fin que consolidar y erigir su sistema en el despojo del pueblo trabajador por la clase dominante”. Así, toda legislación “produce como consecuencia la esclavitud de la sociedad, y al mismo tiempo la corrupción del legislador”. Pero pronto dejará atrás la humanidad aquel grado de evolución a que pertenece el Derecho. El Derecho legislado se halla indisolublemente unido con el Estado, y “el Estado es un mal necesario históricamente”, “una forma transitoria de la sociedad”; al mismo tiempo que el Estado, desaparecerá necesariamente el derecho de los juristas, la llamada regulación legal de toda la vida del pueblo, así en lo grande como en lo pequeño”. Ya siente todo el mundo que este momento se acerca, que la revolución está ante nosotros. En la próxima etapa evolutiva que ha de conseguir cuanto antes la humanidad, no habrá ciertamente Derecho legislativo, pero habrá Derecho.

El Estado Cuando la humanidad pase desde su vida animal a una vida humana, inmediatamente desaparecerá, según Bakunin, el Estado. “El Estado es una institución temporal histórica, una forma transitoria de la sociedad”. El Estado pertenece a una etapa inferior de la evolución. El Estado es un producto de la religión. “En todos los países ha nacido de un maridaje de la violencia, el robo, el saqueo, en una palabra de la guerra y la conquista con los dioses que poco a poco había ido creando el fanatismo religioso de los pueblos”. Las propiedades del Estado corresponden a la inferior etapa evolutiva a que el mismo pertenece. El Estado esclaviza a los gobernados. “El Estado es la violencia y aún la jactancia loca de la violencia. No pretende hacerse agradable, ni quiere convertir; cuando se mezcla en algo, lo hace siempre ásperamente; y es que su esencia no consiste en persuadir sino en mandar y hacer uso de la coacción. Por mucho que se esfuerce, no conseguirá ocultar que es violador legal de nuestra voluntad, la constante negación de nuestra libertad. Hasta cuando manda lo bueno, le quita su valor por lo mismo que lo manda, pues todo mandato impositivo hiere el rostro a la libertad; desde el momento que se manda impositivamente lo bueno, se cambia en malo para la moral verdadera, es decir, para la moral humana, aunque acaso no para la divina, se cambia en malo para la libertad y la dignidad humana; pues la libertad, la moralidad y la dignidad humanas, consisten justamente en hacer el bien, no ya porque a uno se lo manden, sino porque se reconoce, se quiere y se ama como bien. En la próxima etapa evolutiva que tiene que alcanzar cuanto antes la humanidad, habrá de existir, en lugar del Estado, una forma de convivencia social humana, formada sobre la norma jurídica, según la cual deben cumplirse los contratos. Aun después de abolido el Estado deben los hombres hacer vida social. El fin de la evolución humana, “la humanidad perfecta” sólo puede conseguirse dentro de la sociedad. “Sólo en la sociedad y por la acción común de la sociedad, es como el hombre llegará a ser verdaderamente hombre y donde alcanzará la conciencia y la realización de su cualidad de ser humano. Sólo por el trabajo común, esto es, social, es como podrá librarse del yugo de la naturaleza externa; sólo el trabajo social es el que podrá apropiarse la superficie de la tierra para contribuir a la evolución de la humanidad; y si no se verifica esa liberación exterior, no será posible la liberación intelectual ni la moral.

La propiedad Según Bakunin, cuando la humanidad pase de una vida animal a una vida humana, tardará poco en quedar abolida, no ya la propiedad, sino la forma que la misma reviste actualmente, o sea la propiedad privada ilimitada. La propiedad privada cuando se extiende a todas las cosas sin distinción, es una institución que pertenece a la misma inferior etapa evolutiva que el Estado. “La propiedad privada es al mismo tiempo consecuencia y base del Estado”. “De un lado, todo gobierno se apoya necesariamente en la expoliación, y de otro lado, tiene la expoliación por fin y la expoliación le presta auxilio y le da carácter legal”. En todo Estado existen “dos clases de relaciones, a saber: gobierno y expoliación”. En el próximo grado de evolución que ha de alcanzar bien pronto la humanidad, ha de organizarse la propiedad de tal manera, que continúe existiendo la propiedad privada de los medios de consumo, pero, en cambio, no haya sino, propiedad colectiva del suelo, de los instrumentos de trabajo y de todo otro capital. La sociedad futura será colectivista. De esta manera le será entregado a todo trabajador el producto íntegro de su trabajo. “La justicia es lo que debe servir de base al nuevo mundo; sin ella no hay libertad, ni vida común, ni prosperidad, ni paz”. “La justicia, no la justicia de los juristas, ni la de los teólogos, ni la de los metafísicos, sino sencillamente la justicia humana, prescribe que en lo futuro “el goce de cada cual corresponda a la cantidad de bienes creados por él”. Es, pues, preciso encontrar un medio “que haga imposible que nadie, sea quien quiera, explote el trabajo ajeno, y que cada cual solo pueda participar en el conjunto de los bienes sociales, que no son sino un producto del trabajo, en tanto cuanto haya contribuido inmediatamente, por medio de su trabajo, la producción del patrimonio social”.

Modo de efectuación El cambio que debe esperarse se produzca cuando la humanidad pase de una vida animal a una existencia humana, o sea la desaparición del Estado, la transformación del derecho y de la propiedad y la implantación del nuevo orden de cosas, ha de verificarse, según Bakunin, por medio de una evolución social, es decir, por medio de un transtorno violento que se producirá por si mismo, por la fuerza de las cosas, pero cuyo aceleramiento y cuya facilitación incumbe a aquellos que prevén la marcha de la evolución. “Para escapar a su miserable suerte, tiene el pueblo tres caminos, dos imaginarios y uno real. Los dos primeros son la taberna y la iglesia, el tercero es la revolución social”. “La salvación no es posible sino por medio de la revolución social”, esto es, “destruyendo todas las instituciones de desigualdad y estableciendo la igualdad económica y social”. La revolución no la hará ningún particular, sea quien quiera. “Las revoluciones no se hacen nunca ni por individuos ni por sociedades secretas. Se producen en cierto modo por sí mismas, las origina la fuerza de las cosas, el torrente de los acontecimientos y de los hechos. Preparadas ya de largo tiempo antes en lo íntimo de la obscura conciencia de la masa popular, estallan luego repentinamente, obedeciendo en no pocas ocasiones a causas en apariencia insignificantes. Entendemos por revolución el desencadenamiento de todo lo que hoy se llama malas pasiones y la destrucción de todo cuanto en la misma lengua se denomina “opinión pública”. La revolución no desencadenará sus furores contra los hombres, sino contra el orden de cosas que combate. “La estupidez de los hombres hace necesarias muchas veces las revoluciones sangrientas; con todo, éstas son siempre un mal, un mal enorme y una gran desgracia, no sólo respecto a las víctimas, sino también por lo que se refiere a la pureza y perfección del fin en cuyo nombre se verifican”. “No hay que extrañarse de que el pueblo, en los primeros momentos de su rebelión mate a muchos opresores y expoliadores; esta desgracia, que por lo demás tiene tan pocas consecuencias como los daños causados por un temporal, acaso no haya podido evitarse. Pero estos hechos naturales ni serán morales ni siquiera útiles. Las carnicerías políticas no han dado muerte jamás a los partidos; siempre se han demostrado impotentes, sobre todo en frente de las clases privilegiadas, pues la violencia se dirige, no tanto contra los hombres como contra la posición que a los privilegiados crean ciertas instituciones y en especial el Estado y la propiedad privada. Si, pues, se quiere hacer una revolución que llegue hasta los fundamentos, es necesario atacar el sistema mismo, las cosas, destruir la propiedad y el Estado, con lo que no habrá necesidad de exterminar a los hombres, ni de exponerse a la inevitable reacción que en toda sociedad han provocado siempre y provocarán las matanzas de los hombres. Pero de este modo se tiene derecho a proceder con los hombres humanamente. Sin peligro para la revolución, a ser inexorable con las cosas y el sistema en sí, y a destruirlo todo, y en primer término la propiedad y la inevitable consecuencia de la misma, o sea el Estado. En esto consiste todo el secreto de la revolución”. “La revolución, tal y como las fuerzas de las cosas nos la presenta hoy de una manera necesaria, no será nacional, sino internacional, esto es, universal. “Para preparar la revolución general, organizarla y acelerar su advenimiento”, fundó Bakunin la Alliance internationale de la democratie socialiste, la cual habría de perseguir un fin doble, a saber: a) la difusión de las concepciones verdaderas sobre política, economía y cuestiones filosóficas de toda especie entre las masas trabajadoras de todos los países; activa propaganda por medio de revistas, folletos y libros, así como también por la fundación de asociaciones públicas; b) la conquista de todos los hombres avisados, activos, reservados, bien intencionados y sinceramente enamorados de la idea, dotando a Europa, y hasta donde fuese posible también a América, de una red de revolucionarios dispuestos al sacrificio y a quienes hiciera fuertes su propia unión”.

PABLO ELTBACHER.