CRÍTICAS

LA SOLUCIÓN DEL ASESINATO OFICIAL - HACIA LA SIMPLIFICACIÓN DEL DOLOR. - LOS GASES ASFIXIANTEB CONTRA LA SILLA ELÉCTRICA. - UN NUEVO REFINAMIENTO DE LA CIENCIA BURGUESA.

“El estado de Nevada, que acaba de adoptar el procedimiento de los gases, letales para las ejecuciones de muerte, va a hacer el primer ensayo de la terrible innovación, en la semana que termina el 22 de Abril próximo -Las víctimas serán dos chinos, acusados de asesinar a un compatriota suyo. (La Prensa de Nueva York”).

Vivimos en el siglo de las evoluciones trascendentales. Estas fuerzas renovadoras, están afialescamente demostradas en la Gran República de los XIV puntos. Ved si nó: mientras el apóstol Wilson, esparramaba por Europa con su voz tribunera los nuevos Ideales de Justicia, las botas militares de la Unión, aplastaban a los Centros Americanos; y la famosa estatua de la libertad, se abría para los extranjero que llegaban a New York, como una ridícula caricatura del ingenioso «Punch»de Londres...

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La racha de humanismo, que se ha desprendido de la trágica muerte de más de 10.000,000 de defensores, del sacro derecho de la Patria, ha tenido en los Estados Unidos generosas manifestaciones, no siendo la menor la que sirve de epígrafe a este artículo: aminorar el dolor a los sentenciados a muerte. Por períodos de evoluciones sentimentales y estéticas, se ha suprimido la horca, los suplicios orientales, la guillotina -que solamente funciona en Francia, para agradar al público nocturno de los Cafées de París, con las voluptuosas crónicas morbosas, de las cocotte del periodismo bulevardero- quedando reducida esta pena en los Estados Unidos, a un sencillo mecanismo de relojería: la silla eléctrica. En este pueblo de la mecánica y de la electricidad, la muerte, debe ser reducida a un problema de poleas, bobinas, etc. La eliminación de la vida por este sistema- electrocución quedaba simplificada, quitándole toda la dramatización material. Pero quedaban, aún detalles bastante molestos para la Justicia, era la fecha y la hora de la muerte, que a la víctima la clavaba como pinchazos de acero en su carne, causándole desórdenes nerviosos, como la idiotez, la locura, el suicidio. Había que evitar el intermedio dramático, entre la vida y la muerte, y la ciudad de Nevada ha intentado conseguirlo. Es un sistema suave y tiene hasta sus atractivos. El único dolor que sufrirá el candidato a ajusticiar, será la lectura de la sentencia. El individuo sabe que va a morir, pero no sabe cuando. Puede ser un día más, un mes, un año. El sentenciado será llevado a un confortable calabozo. Tendrá golosinas en abundancia. Una victrola Victor. Leerá muellemente sentado a Lord Byron... Y un día, cuando el sabio verdugo encuentre a su víctima ensimismada en un Sonet, o saboreando un partagas, abrirá pausadamente las cañerías de los gases latales, y suavemente, dulcemente, abandonará la vida en un poema de éxtasis, como si hubiera ingerido una dosis de tóxica oriental.

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Este proceso eliminatorio de la vida habrá sido presentado así por los distinguidos jueces. Todo blandura. belleza... Es muy fácil formarse toda esta perspectiva metafísica, desde una amable sesión técnica, de media docena de Doctores en Leyes. Estos señores de togas negras y sombreros cuadrados -que administran la salud espiritual- no pueden, no han podido ponerse, en la situación psicológica del postulante a la otra vida. Ellos no han querido sufrir mentalmente el proceso terrible, de aquel que espera la muerte minuto a minuto; ¿puede calmar su sistema nervioso aquel individuo que sabe que por sobre su vida se cierne la muerte? Sería interesante -y daría que pensar a los jueces- que un Andreieff americano, en vez de escribir los suplicios de los ahorcados, escribiera este otro suplicio, más sutil, más reinado, y que Mirabeau olvidó incluirle en su Jardín de Torturas quintaesenciados.

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Y la evolución del siglo XX, la cacareada evolución, reflejo de la Revolución Rusa se reduce a esto: cambios de formas, destrucción de decorados, quedando en el fondo toda la fuerza creadora de la llaga. La justicia americana, como todas las justicias burguesas, se ingenian por identificar a los que burlan las leyes burguesas; pero ninguna justicia determina las causales, y el valor «causa social» que desequilibra las mentalidades... La ciencia pura ha valorizado las causales. Por cierto que para destruír estas causales, se insinúa como parte específica la destrucción total del Régimen... Y la sangre material, llena de asco y de horror a las civilizaciones modernas... Es preferible continuar desangrándose por canales invisibles... Y para ello contamos con las perfectas organizaciones de reformadores sociales...

GUSTAVO DUVAL.