AL MARGEN DE LA POLITICA

En la vida de los pueblos como en la vida de los individuos, hay situaciones extraordinarias en que la necesidad obliga a transigir con lo que, en tiempos normales, se repudiaría. Tal acontece con el acuerdo a que han llegado los Gobiernos de Chile y del Perú, respecto a la vieja cuestión de Tacna y Arica. Por tener participación en él un gobierno que reputamos contrario a los intereses populares; que ha herido en lo vivo el sentimiento nacional obrero; que es, como todos, un gobierno defensor del Capitalismo, ¿debemos repudiar el acuerdo como repudiamos al gobierno que lo ha suscrito? Tal es, en síntesis, la cuestión. A nuestro Juicio, una tal conducta demostraría que por combatir a un mal gobierno, negándole el concurso popular para su política internacional, nos acarrearíamos un daño inmensamente mayor. A la Paz Armada, gangrena que corroe los organismos nacionales mejor dotados, le daríamos el carácter de permanente. El dinero fiscal, que es dinero de todos los chilenos, se estaría cambiando constantemente por fusiles y cañones, para prevenir el llamado “peligro del Norte” El Militarismo, verdadero pulpo cuyas ventosas succionan las rentas nacionales, seguiría in crescendo, hasta llegar a su máximo desarrollo, y, al fin, amagaría las libertades públicas. Finalmente, como lo atestigua la historia de los últimos tiempos, por medio de este jugar con fuego se llegaría indefectiblemente a la guerra, término fatal y lógico de la Paz Armada!... Nosotros creemos que el Pueblo debe tener un criterio propio sobre tan importante cuestión. Nosotros pensamos que los trabajadores deben prescindir en absoluto del Gobierno en la cuestión “oficial” del arreglo; pero no creemos que deba desentenderse de propiciarlo y prestarle, “en privado”, todo su valioso concurso. El Pueblo debe manifestar su opinión, –porque alguna ha de tener,– y no dejar que transcurra el tiempo en una inercia que reputamos profundamente peligrosa para los intereses de la clase trabajadora. ¡La Paz o la Guerra!, tal es la síntesis. ¿El Pueblo quiere la Paz? ¡Pues debe manifestarlo! ¿El Pueblo observa indiferencia por su suerte futura? ¡No podemos concebirlo! ¿El Pueblo quiere la guerra? ¿¿ ... ??

M. J. Montenegro.