El Cartel de Hoy

¡Maestrito de escuela: el Estado ha hincado su garra sangrienta en tu salario de esclavo! Y tú te resignas y bajas humildemente el testuz como los bueyes al sufrir el picanazo del carretero... No puede ser de otro modo: eres un sirviente sumiso del poder burgués que te paga para que atiborres con todas sus mentiras y emponzoñes con todos sus odios el cerebro de los niños. ¡Bien hecho que te escupan! Recibes el premio de tu trabajo abyecto: predicar la resignación para que se entronicen los tiranos; ensalzar la patria; la ley, la propiedad, para justificar el asesinato colectivo, la esclavitud de tus hermanos, el robo de lo que nos es común... En vez de quedarte en tu casa por no tener vestido con que cubrir tu cuerpo esqueletizado por el ayuno de cien días, diciendo que no querías amargar a tus discípulos, ni avergonzar al Gobierno, debiste protestar virilmente porque se te robaba tu trabajo, y no mendigar como un pordiosero la aprobación de una ley. ¡No seas cobarde ni hipócrita: grita tu desesperación ante los niños; no los dejes sonreír seráficamente, mientras viven a las puertas de un infierno! ¡No sembrar el descontento cuando se vive como perro, es servir a los amos; es hacerse cómplice de los abyectos, de los crueles, de los ladrones! ¡Óyelo bien, maestrito de escuela!

JUAN GUERRA.