El Socialismo

UNA MIRADA RETROSPECTIVA

Cuando volvemos la vista hacia atrás para contemplar el camino recorrido, una impresión de optimismo surge de inmediato. El Socialismo, a sus diversos matices, considerado nacional e internacionalmente, ha hecho una gran jornada a través de cuarenta años. Los que en Chile asistimos al nacimiento del Socialismo, –Socialismo Político, Socialismo Anarquista,– hemos seguido paso a paso sus caídas, sus renuncios, su aparente retroceso, sus pequeños desalientos, y hemos podido deducir que los tropiezos que el Socialismo ha encontrado en su camino, –todas las doctrinas nuevas tienen los suyos,– tuvieron y tienen su origen en algunos hombres que lo practican falsamente, –pocos por fortuna,– y no en las doctrinas mismas.

Pero si anotamos los defectos que hemos creído ver en la práctica del socialismo, justo es también que dejemos especial constancia de sus triunfos y de su desenvolvimiento creciente, sobre todo en los últimos diez años. En tanto que los partidos llamados históricos decrecen y llegan a quedar en su sola estructura, –como el Balmacedista y el Nacional– todos jefes, ni un soldado,– el Socialismo va para arriba. Sus dos escuelas, –el Sindicalismo Revolucionario y el Socialismo Político,– luchan por sobreponerse una a otra en la conciencia popular, con grandes ventajas para la primera.

Después de la elección presidencial de 1920, el Socialismo Parlamentario ha perdido mucho terreno. El resultado de la lucha, con la exaltación del actual Presidente de la República, ha sido para el Pueblo algo así como una lección de cosas, una lección que ha demostrado, no sólo la inutilidad de la lucha política, sino los peligros que ella entraña para el porvenir del Proletariado. Después de esa elección, ha quedado de manifiesto que las promesas de los políticos son todas mentiras: que la Política Electoral enerva los caracteres por la renunciación voluntaria del trabajador para buscar y emplear por si mismo los medios de combate contra el Capitalismo y el Gobierno Político. En una palabra, –y para decirlo todo de una vez,– el Pueblo Consciente ha visto “por sus propios ojos” este Fracaso Estupendo del Parlamentarismo...

El Fracaso del Parlamentarismo ha traído como consecuencia necesaria la bancarrota moral de los diputados que dicen representar al Pueblo. Y ello ha sido otra lección para los mismos diputados y para aquellos que los eligieron. Con su fracaso, esos parlamentarios han probado que es inútil luchar políticamente contra el baluarte capitalista-gubernativo. Políticamente, el Capitalismo ha demostrado ser inexpugnable. Y se imponen, entonces, modalidades nuevas, táctica nueva, absolutamente divorciadas de la Política, a fin de tener éxito contra la máquina montada en el Gobierno para mantener al Pueblo en la forzada sumisión de ahora. Con su ida al Parlamento, el Socialismo Político ha labrado su propio desprestigio; y esto ha sido un bien para la doctrina Socialista Revolucionaria, porque sus filas se han visto aumentadas con los militantes que, hasta aquí, han vivido sinceramente engañados con el espejismo de las reformas.

Y este era el punto a que deseábamos llegar. Después de cuarenta años, el Socialismo ha crecido inmensamente, con una rapidez que asombrará, seguramente, al Proletariado americano. Excepto Argentina, su progreso no tiene paralelo dentro de la América.

Pero, –hay que hacerlo notar con satisfacción,– la última década ha pertenecido por entero al Socialismo Revolucionario, que ha crecido en tanto cuanto se ha deprimido el Socialismo Político. El hecho que anotamos es sintomático. El auge del Socialismo Revolucionario es precursor de transformaciones substanciales en los valores económicos y morales.

M. J. Montenegro.