EL CARTEL DE HOY

PRISIONEROS

Hombres!: prisioneros que adogaló el Tiempo con su collar de sierpes… Sempiternos jugadores a la carta de la Vida, que agonizáis junto al cubo trágico de las fichas policromas, guardado por el ciego carcelero de los siglos… Niños, hacéis torres con los cráneos de los muertos, para alcanzar el puñado de fichas blancas, que aventaréis como plumilla de nieve… Muchachos, lucháis como fieras acosadas, por hundir pronto la mano fuerte y extraer del fondo oscuro las fichas rojas, que prodigáis como un chorro de sangre… Hombres, vuestra manos se van debilitando y tenéis que esperar mucho tiempo, para sentir el placer de contar y recontar las fichas verdes, imágenes de imposibles deseos, que persiguen los ojos ilusionados. Ancianos, lloráis vuestra desesperanza con los cuerpos crispados sobre el tapete, siguiendo con la vista desolada, las fichas amarillentas, que huyen bajo un rastrillo implacable. Moribundos, arañáis el suelo que será vuestra tumba, y por entre los dedos—que son bocas que aúllan—rueda la última ficha, negra como un disco de angustia… Prisioneros!: ¿seguiréis bebiendo la vida a pequeños sorbos? ¿vuestras existencias continuarán anudándose alrededor del monstruo ciego? ¿Por qué? ¿Quién trazó ese surco tan hondo por donde debéis marchar? Vuestros brazos son fuertes; haced con ellos una gran cuerda y ahogad al impasible carcelero de los siglos; que estalle el cubo madito como un arlequín destrozado y que vuestros cerebros se libres de la dépsidra, que los araña con su gota cortante de hielo… Que la noche sea la hora dolorosa, que el día marque la hora feliz y que el derrotero lo señale el acaso en su canción… Hombres!: prisioneros que adogaló el Tiempo con su collar de sierpes…

RENE SILVA ESPEJO.