'La Guerra' Dib. de Martín

El CARTEL DE HOY

¡Compañerito obrero, hay que alegrarse: hoy es 18 de Septiembre, hace más de cien años que somos un pueblo libre! Así lo gritan los patrones y debe ser cierto. Por algo redoblan los pitos y tambores sus músicas marciales, música intensa que emociona hasta los caballos!: no los véis como plafan, cómo escarban el suelo y cómo les palpira el ano? ¡Música santa, compañerito, música de la patria libre! Por algo atraviesan las calles—camino del Campo de Marte—esas columnas de soldaditos grises con las cabezas metidas en sus cascos negros que hacen pensar en un pavimento de remaches; y otras columnas de soldaditos, jinetes en caballos del mismo color, formando bestia y hombre una sola pieza, homogénea, total, única, automática, que termina en una pica de acero en que flamea la banderita sagrada, y otras columnas de cureñas, con morrales de cuero en la boca y con la trasera levantada como cola de escorpión, cureñas que llevan hombres empotrados, cual resortes inteligentes que les soltarán la cuerda y las harán ladrar como perros que vomitan fuego y humo, exterminio y muerte. Y salpicando de colores las columnas grises: estandartes y banderas flanqueadas por jefes ventrudos, ridículamente entallados, que gritan: “Atención!… ¡Firmes!! ¡Al hombro… ¡¡Armas!! ¡Al frente… ¡¡Marchen!! ¡¡A discreción!! ¡Usar el pañuelo y arreglarse!” etc., etc. Y hay que atender, cuadrarse, echarse la escopetita al hombro, caminar, descansar en un pié, escarbarse las narices, sonarse los mocos y arremangarse o rascarse las costillas… Así: todos a un tiempo como una máquina humana, con brazos, ojos, patas, narices y costillas; pero sin nada bajo el casco. Ahí tienen el cerebro los intelectuales y los rebeldes. El cerebro… ¡una cosa que no le sirve sino de estorbo a un buen soldado! Y después que pasen los soldados ¡a quemar cohetes, a tragar ponche, a elevar globos, a jugar a las chapitas, a bailar cuecas y a vivar al Presidente y a los ministros! Y si sobra tiempo y buen humor a darse unos cuantos puntacitos de daga para que trabaje la Asistencia Pública. ¡Hay que alegrarse compañerito: hay que olvidarse de la vida perra, en que se trabaja de sol a sol, se duerme en una covacha, se suda mugre y piojos, se revienta en pus en los hospitales y se tiene hijos con caritas de viejos y cuerpecitos de micos. Algo hay que sufrir para tener estos soldaditos tan adiestrados para matar y tan vistosos en las paradas, que enloquecen a las niñas y nos atan un nudo de orgullosa emoción en la garganta y nos pincelan la médula con un escalofrío de emoción patriótica. ¡Hay que alegrarse compañerito, aunque la guerra nos aceche en la sombra y el campo florezca picas en lugar de espigas: hoy es 18 de Septiembre, hace más de cien años que somos un pueblo libre!!

Juan GUERRA.