ACTUALIDAD INTERNACIONAL

EL INCIDENTE DE QUITO

Es indudable que en este país vivimos engañados por mentiras tácitamente aceptadas como verdades indiscutibles, que se encargan de mantener los gobernantes interesados es sostener las situaciones aparentes de la vida nacional o las que se refieren a las relacionadas entre los países. Tal cosa ha ocurrido siempre con las llamadas relaciones de amistad entre Chile y Ecuador o entre Chile y Brasil o Argentina. Esta creencia tácita en la fraternal amistad entre los pueblos se parece a la confianza en la honradez de los hombres hasta el momento en que demuestra su adicción a las maneras tortuosas de apoderarse de lo ajeno en tal forma que sea imposible dudar de su falta de honradez. Nadie se hubiera atrevido a manifestar, un año atrás, que pudiéramos tener un rompimiento con el Ecuador, a quien nos ligaba una “sincera, profunda y antigua amistad”. Era el amor fecundo un lazo cada vez estrecho entre los dos pueblos representados por gobernantes que tenían este sentimiento como numen inspirador de su actividad. De repente un accidente de la política nacional ecuatoriana trajo a tierra el castillo de naipes de esta cacareada fraternidad, y los que creían en la unión proclamada por los gobiernos y alardeada por la prensa burguesa, se encontraron asombrados de que estos dos países que, al decir de sus conductores, eran como hermanos gemelos estuvieran a punto de romper su vieja amistad y de olvidar su tan ponderada comprensión recíproca. ¿Qué hay en el fondo de todo esto? ¿Es real la fraternidad o es concebible que siendo ella efectiva pueda terminar bruscamente por una causa nimia? ¿Acaso estos dos pueblos se encontraron de repente ante problemas de trascendencia vital que estuvieran contrapuestos los intereses de uno u otro nacionalismo? Poco sabemos de los detalles de este incidente internacional, pero a nadie se le escapa que no se trata de cuestiones graves o de capital importancia para los dos pueblos. Las declaraciones de un canciller Ponce que en forma ambigua—como toda expresión diplomática—significan una simpatía por la aspiración boliviana, no puede ser la determinante de un rompimiento. La imposición al representante del Gobierno de Chile de actitudes contrarias a sus propias convicciones y a las de su gobierno, dicen que fué el origen de este bullado incidente. El gobierno de este país y la prensa, que se atribuye la función de vocero de la opinión pública, quisieran encontrar como manifestación de fraternidad hacia Chile, en los pueblos vecinos al Perú y Bolivia, una constante hostilidad para estos países. Y estiman como actos irritantes para Chile lo que para esas naciones puede ser simpatía o amistad. Este incidente con el Ecuador demuestra la falta absoluta de solidaridad entre los pueblos de América que, manejados al capricho de los gobernantes, se encuentran frecuentemente al borde de las crisis que aquéllos motivan guiados por sus mezquinos intereses. ¿Dónde está la solidaridad con el Ecuador cuando depende del capricho o vanidad de un Ponce y de los apasionamientos fanáticos de unos cuantos señores de Chile? ¿Qué saben de esto los respectivos pueblos? La mentira de una fraternidad tan cacareada, aceptada tácitamente y proclamada por los gobernantes no puede mantenerse, porque los pueblos respectivos se sienten desvinculados de sus amos. Ellos nada conocen de la tupida red de las redacciones diplomáticas, y se sienten sorprendidos hasta cuando les llega, como tormenta diabólica, la órden de marchar a la carnicería.

Jorge Blas GILES