LAS PIEZAS VACIAS

Tienen un gesto grave, y una fragancia extraña de muertas sensaciones. Ayer no más había bajo este techo nuevo, muebles, voces sencillas, y mujeres, y flores.

Este era un dormitorio con cortinas de espuma, que ablandaban la luz del sol. Sobre este suelo hubo una alfombra roja, un velador con mármol, y un amor que en las noches ardía sobre el lecho.

Aquella era una pieza, donde los niños rubios jugaban con sus cajas de soldados de plomo. Las infantiles voces se escapaban al viento, y ondeaban, como espigas, las cabelleras de oro.

Aquí estuvo el salón, en que el flirt elegante tejió sus confidencias frente a los amplios cuadros, y en que, bajo la viva lumbre de las arañas, manos de nieve y rosa volaban sobre el piano.

En otro tiempo ardieron llamas de corazones en estas piezas vastas. Voces y cantos claros, como pájaros, se escapaban al sol, por las anchas ventanas.

Tibios rayos alegres traspasaban de luz cada mañana fresca que en las piezas caía… Hoy, las llena el silencio. A través de sus sombras, pasan los gnomos tristes de las piezas vacías…

ROMEO MURGA.