DIVAGACION EXTRAVAGANTE

SOBRE EL LIBRO “CREPUSCULARIO”

Como un árbol es este libro, fresco y firme; como un árbol clava en la tierra la ávida raíz, bebe la savia noble y abre los brazos llenos de racimos. Uno siente deseos de estrechar con confianza la mano de quien planta un árbol. Amigo—le diría—amigo, por este bien tan simple, le doy las gracias. A la sombra de este árbol, pienso: para los que laboran silenciosos, machacan la agria piedra y caen con fatiga, un árbol es un don de Dios; a su sombra reposa el cuerpo y el espíritu se serena. Este es un libro hermoso, más aún; es un libro extrañamente hermoso. Los honrados lo reverencian, los otros callan o lo miran, hostiles. Pablo Neruda, con la publicación de su primer libro, ha conseguido dos cosas: realzar, con líneas inconfundibles, una personalidad doliente y paradógica, y poner en evidencia que en la última generación de poetas hay dos grupos definidos: los que avanzan y los que se quedan. La poesía, amigos ateneistas, es una cosa sutil que se desprende de las palabras sin importancia, es algo puro y primitivo; de estos poemas de Pablo Neruda mana naturalmente, sin artificios. Su alma es la vertiente y en ella tiembla el puro cuerpo de la belleza, su verso es solo el rio que la reparte por el mundo; la mano que alza la dádiva armoniosa. Vosotros estáis engañados; eso que leéis en los ateneos y os acarrea al aplauso delirante de los públicos, es innoble y oscuro; no tiene vida, para dársela son inútiles vuestras piruetas, vuestros gestos simiescos, vuestros fracs; la poesía os está prohibida, y el día que la bebáis de los senos mismos de la emoción os encentraréis desnudos y avergonzados; como Adán y Eva, correréis, locos, tras la hoja de parra…

De este libro habría querido hablaros en parábolas, más; las palabras me traicionaron.

CIFUENTES SEPULVEDA.