LA REVOLUCION MEXICANA

Breve reseña de sus momentos históricos.– La Constitución revolucionaria.–La Organización Obrera.

Existe aún fuera de México una creencia un tanto falsa de sus revoluciones; se confunde la época de su organización republicana con la guerra del Imperio o con la época de la Reforma; se deplora la caída del dictador Porfirio Díaz; se habla con decepción y lástima de las últimas revoluciones y no se conoce, casi, el actual estado social de este país. La historia de México presenta tres etapas bien distintas: La guerra de la independencia; la guerra de la Reforma, y la Revolución Mexicana. Los insurgentes acabaron con el poder español; Juárez rechazó la invasión de Maximiliano y terminó con el poder de la Iglesia, y Madero, Carranza y Obregón han verificado la obra social más avanzada que existe en América. La Revolución Mexicana ha sido una larga lucha de catorce años, entre los de arriba y los de abajo. Con Francisco Madero, derrocando la dictadura porfirista, tuvo este primer momento de la Revolución; un carácter político. Vino el ejercicio de una democracia política, pero la organización social quedó en su anterior estado. Cierto es que Emiliano Zapata había proclamado en 1911 su famoso Plan de Ayala: “La tierra es de quien la trabaja”; pero el anhelo del agrarismo no pudo verificarse. El gobierno maderista equivocó el camino; se rodeo de los políticos y militares del anterior gobierno y pagó el error: Madero fue asesinado y México quedó bajo la tiranía de su asesino, el general Victoriano Huerta. Ese mismo año (1913) los compañeros de Madero se levantaron contra el usurpador; al frente de ellos se puso Venustiano Carranza. Este periodo es, talvez, el más interesante de todos. Los agraristas llevan a la práctica sus principios; los obreros se organizan; la opinión se divide ante los acontecimientos entre “reaccionarios” y “revolucionarios”. Después de 18 meses de lucha, Huerta huía y la Revolución entraba triunfante en la capital federal. Viene en seguida un momento de expectación: Francisco Villa, el famoso guerrillero, que había combatido al lado de Carranza, desconoció a éste. Álvaro Obregón fue encargado de batirlo; en Celaya, Villa fue derrotado; este triunfo de la Revolución importó la vida de cerca de veinte mil obreros organizados, que se ofrecieron a la causa revolucionaria para asentar en la Constitución el artículo 123. Carranza subió al poder. Se hizo la actual Constitución y se creyó que la Revolución estaba asegurada. El gobierno de Carranza fue esencialmente radical: expulsión de frailes: confiscación de los bienes religiosos; los templos fueron convertidos en escuelas y bibliotecas. Pero Carranza no supo organizar nada; hizo política mezquina; hizo asesinar a Emiliano Zapata; saqueó la hacienda pública, y por último intentó imponer a su sucesor y repetir el caso de Díaz. Los revolucionarios se levantaron contra Carranza para defender los principios que éste iba olvidando. Obregón dirigió la lucha armada. En pocos meses Carranza fue derrotado y muerto; los agraristas y los “bolcheviques” se impusieron: Obregón fue elegido Presidente por la inmensa mayoría del pueblo. La Revolución bajo su gobierno entró en un período de construcción efectiva. Creó la educación popular. Legisló sobre Agrarismo; acomodó las finanzas; afirmó el cumplimiento de la Constitución; fue resolviendo con seguridad los problemas del capital; reformó el ejército; pacificó enteramente el país; arregló las cuestiones internacionales dignamente y México siguió en su verdadero camino. Ahora es imposible que la reacción y el capital se apoderen del gobierno. Demostrado quedó con la derrota de la última revuelta. La revuelta delahuertista tenía un cariz reaccionario; estaba apoyada por el Partido Cooperatista, (Liberal de Chile), por los capitalistas, por el clero y mirado con simpatía por el ejército, que creía ver imposición oficial en la candidatura de Plutarco Elías Calles. Se temió por las conquistas revolucionarias; Obregón llamó a los agraristas y a los obreros a defenderlas; en dos meses la rebelión estaba dominada. México ha quedado de resultas de ella, en un estado de convalecencia: crisis económicas; inquietud social. El militarismo mexicano recibió el gran golpe, en esta movimiento último. Los obreros y campesinos afianzaron las conquistas y la reacción escondió la cabeza nuevamente. Hasta aquí la revolución que empezaran Madero, Zapata y Villa, está triunfante, pero sin terminar. Los capitalistas y terratenientes nacionales y extranjeros no han sido abatidos enteramente y en el seno mismo de los revolucionarios están apareciendo hondas divisiones.

Benito Juárez con las Leyes de la Reforma había acabado con el poder de la iglesia en México. Los conservadores eran los culpables de la invasión francesa y del establecimiento del Imperio de Maximiliano, y desde entonces habían luchado por recuperar la opinión pública. La dictadura de Porfirio Díaz había prestado alas a los reaccionarios; entregado la industria y la tierra a los capitalistas y acabado con el ejercicio de la libertad. La Revolución Mexicana luchó por imponer sus principios: libertad absoluta; repartición de las tierras: “humanización del capital” y gobierno proletario. El Código de Querétaro afirma los postulados revolucionarios. El Estado no permite el menoscabo o la pérdida de la libertad: suprimidas están las órdenes monásticas; la libertad de escribir, pensar y pedir está asegurada firmemente. La. enseñanza es libre; pero es laica toda enseñanza del Estado; es laica además, toda. enseñanza primaria, elemental y superior; ninguna religión ni ministro de algún culto pueden dirigir establecimientos de enseñaza primaria. Libertad de profesar cultos religiosos; los actos públicos de las religiones se verifican solo en los templos (propiedad del Estado) bajo la vigilancia de la autoridad. La justicia es eminentemente popular; una reunión de vecinos que sepan leer y escribir juzgan cada delito en asambleas públicas (Jurado popular). “El Pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar su forma de gobierno” (art. 39). El problema vital de México es el agrario. La Revolución lo entendió así y la Constitución lo expresa en su art. 27. “La propiedad de las tierras y aguas comprendidas entre los limites geográficos, corresponde originariamente a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir su dominio a los particulares, constituyendo así la propiedad privada”... “Para hacer una distribución equitativa de la riqueza pública, fraccionará los latifundios... Los pueblos y rancherías que carezcan de tierras o aguas tendrán derecho a que se las dote de ellas, tomándolas de las propiedades inmediatas, respetando solamente la pequeña propiedad”. El Estado tiene el dominio inalienable e imprescriptible del subsuelo, el cual puede arrendarlo a mexicanos o sociedades mexicanas o extranjeras que se sometan a las prescripciones de la Constitución y no invoquen protección de sus gobiernos. Las asociaciones religiosas son incapaces de adquirir propiedad. En cada Estado (provincia), se fijará la extensión máxima de tierra de que puede ser dueño un individuo o sociedad legal. El excedente deberá ser refraccionado por el propietario en un plazo que señalen las leyes, y los ejidos serán puestos a la venta, en las condiciones que aprueben los gobiernos locales. Si el propietario se negare a fraccionar, esto lo hará el gobierno, mediante expropiación. El valor del fraccionamiento será pagado por anualidades en un plazo no menor de veinte años. El propietario estará obligado a recibir bonos de una deuda especial que garantizará el pago de la expropiación. El problema agrario ha sido el rompecabezas de los gobiernos de Madero. Carranza y Obregón. La tierra está repartida en una pequeña parte solamente. Los agraristas luchan por efectuar violentamente el fraccionamiento total; los terratenientes se han sindicalizado, (!) La pugna es grande, los agraristas se han apoderado de algunas haciendas a sangre y fuego, bajo la protección del gobierno. Hay pánico entre los capitalistas; crisis de producción; falta de materiales agrícolas y de dinero. El Gobierno de Obregón ha hecho una legislación agraria; algunos Estados han cumplido con el mandato de la Constitución; pero no se ha podido conseguir dinero para formar la deuda o crédito que la ley señala. Ya se empieza a buscar camino que lleve a la práctica el principio de Zapata: “la tierra es de quien la trabaja” y el candidato popular, Plutarco Elías Calles ha hecho suyo el plan de Ayala: apropiación de las tierras baldías. En lo que se refiere al capital y al trabajo la Constitución mexicana es minuciosa, en sus disposiciones. Jornada de ocho horas diarias y de siete nocturnas; prohibición del trabajo nocturno femenino; jornada de seis horas para los menores de edad; (12 a 18 años); descanso obligatorio de un día semanal; salario mínimo, pagado en moneda legal, a base de contrato; accidentes de trabajo, responsabilidad del industrial en ellos; derechos de huelga y de paros; juntas de conciliación bajo la inspección de la autoridad, obligación del industrial de aceptar el fallo de la autoridad; crédito obrero; colocación de trabajadores; casas construidas por el gobierno y los capitalistas a precios ínfimos para el trabajador; creación de la pequeña propiedad doméstica; seguros populares, sociedades cooperativas, etc. Fue este artículo 123 el que importó la vida a veinte mil obreros en Celaya.

La organización obrera mexicana está dividida fundamentalmente. Se puede decir que el criterio que les separa es el que separa las Internacionales de Moscú y Berlín. También puede agregarse que sus diferencias guardan conformidad con las de los laboristas ingleses, comunistas alemanes, bolcheviques y fascistas. La Confederación Regional Obrera Mexicana (C. R. O. M.) cuenta con más de un millón de miembros. La Federación General de Trabajadores, con más de cien mil. La Alianza de los Ferrocarrileros agrupa a los obreros ferroviarios. Las organizaciones blancas de los Sindicatos Católicos está compuesta por los trabajadores fascistas. Los Sindicatos de la C. R. O M., tuvieron en sus orígenes el ideal bolchevique y por él llegaron al poder; absolutamente políticos, sus miembros y líderes se han dividido en partidos. El Laborista, que gobierna en casi toda la República; el Socialista, que impuso en Yucatán la Constitución local más avanzada, y el Comunista, que aún no abandona sus atrasados postulados bolcheviques. De todos ellos, el más fuerte es el primero; ejerce una tiranía que aunque no tiene una cabeza visible, pesa en el ambiente social, ahora más que nunca, en que ayudó al gobierno a sofocar la revuelta reaccionaria de La Huerta. Unidos estos partidos, quisieron en sus comienzos implantar en México el régimen de los Soviets. El Partido Laborista domina en el gobierno; ha hecho recientemente declaraciones ambiguas y reaccionarias: “no combatiremos al capital; trataremos de humanizarlo”. Este paso atrás ha sido aplaudido con calor por los grandes diarios; los valores mexicanos en Wall Street han subido y se ha visto más clara la división que en el fondo de la cuestión social existe entre los mismos obreros de la Regional. El gobierno Laborista de la Regional es personalista; sus principales líderes ocupan los puestos más valiosos de la Administración; se han puesto en comunicación estrecha con los trabajadores que dirige Samuel Gompers en EE. UU. e imponen su criterio apoyados por los congresales del Partido. Afirman a cada paso su fe en el triunfo de los postulados de la Revolución y en la Convención de Guadalajara fijaron su acción política futura. El Partido Socialista ha implantado bajo la dirección del infortunado líder Carrillo Puerto, una organización social avanzada en el Estado de Yucatán. El Comunista difiere en criterio de los anteriores; sus ideales sovietistas no han podido cuajar. La Confederación Obrera es suficientemente fuerte para que nada aún pueda hacer que cambie el estado actual de gobierno. La Federación de Trabajadores está afiliada a la Internacional de Berlín; anarquistas enteramente, combaten la dictadura del proletariado, atacan fuertemente al militarismo mexicano (en México el ejército era como un partido político) y predicaron la huelga del voto para las elecciones próximo pasadas. Se les llama “los rojos” en oposición a los de la Regional, llamados “amarillos”. La pugna entre los rojos y los amarillos es violenta: los regionales han logrado varias veces reducirlos al silencio por medio de persecuciones y ataques a mano armada. Miraron los rojos con simpatía el movimiento revolucionario último, con la esperanza de voltear los acontecimientos hacia la revolución social; de resultas de esta, hoy están casi inactivos, pues el gobierno laborista les vigila. Apunto aquí un hecho que habla claramente de la diferencia y división de los obreros revolucionarios de México. El 1.º de Mayo se celebró con entusiasmo. La Regional Obrera organizó fiestas; la bandera roja y negra, bandera del gobierno revolucionario, ondeó en el palacio de gobierno; en la catedral y en los demás edificios públicos; pero mientras los amarillos hacían desfiles con “charros y chinas”, carros alegóricos, música y confeti y convertían el día del obrero en carnaval y cambiaban la manifestación trabajadora en manifestación política: los “rojos” iban por las calles con la bandera de la Revolución social, cantando la Internacional y pronunciando discursos anarquistas contra los obreros que acompañaban la manifestación amarilla. Afortunadamente no llegaron a los hechos de agresión, pero sí fueron custodiados por la gendarmería montada. Una persona que no hubiera sabido el estado de organización obrera en México, habría pensado que los burgueses celebraban también la fiesta del Trabajo frente a frente de los obreros. Los Ferrocarrileros tienen una agrupación mutualista. Antes pertenecieron a los Sindicatos amarillos; diferencias de sus líderes les hicieron separarse de la Regional. Amenazan ahora una huelga para protestar de la separación de los obreros que prestaron sus materiales y sus servicios a la revuelta de la huertista. Pero los amarillos se aprontan jubilosamente para desbaratarla. En México hay fascistas: los antiguos militares y políticos porfiristas unidos a los clérigos y a los obreros católicos; tienen sus organizaciones blancas. Ya fracasó un movimiento que preparaban el año pasado para intentar restablecer aquí lo que Primo de Rivera hizo en España. Se ve que las agrupaciones obreras en México están en pugna unas con otras; la Regional ha perdido con sus últimas declaraciones 18 sindicatos de campesinos, que se han adherido a la de los rojos. Cuando pase este período de efervescencia política se aclarará. más el ambiente obrero y se verá implantada “la casi dictadura del proletariado” de la Regional Obrera. Continuará: La Clase Media federada en Sindicatos: El Ejército y la “Cuestión Social”: El Agrarismo y la Política.

RUBEN AZOCAR