CABECITAS

J. S. GONZALEZ VERA

Don José Santos G. V. (Caricatura de Pedro Gandulfo)

I

¿Quién no lo conoce? Mirado a través de la neblina de su sempiterno Joutard de a $ 0.20 sugiere la idea de uno de esos retratos cubistas donde las curvas y los ángulos se entrecruzan caprichosamente, de acuerdo con las matemáticas superiores. Todo en él, en realidad, es cubista: su sombrero agudo, su cabeza aguda, su perfil agudo, su decir “agudo”, etc. Pero ninguno de estos atributos con que lo dotó la Natura supera en “agudeza” a sus vivaces ojillos. Farolillos microscópicos, ellos se encienden cada vez que va a lanzar la flecha de su ironía o cada vez que es preciso iluminar algún pasaje obscuro o escabroso de sus cuentos. Mirad el retrato psicológico que encabeza estas líneas: nuestro dibujante lo ha sorprendido justamente en uno de esos momentos en que su fisonomía es la de un iluminado… Si miras con más atención todavía el retrato veréis una cosa maravillosa: poco a poco la cara de iluminado se borra y en su lugar aparece González con un honesto rostro de mundano. Y si observais con mayor prolijidad aún el retrato mágico, valiéndonos de un telescopio hecho con la mano, veréis una última transformación: el gesto mundano de José Santos se trueca en un severo gesto de humorista, su expresión definitiva. No os estéis imaginando, sin embargo, que su humorismo es cosa de ayer no más. No, mil veces no. José Santos—y esto hay que decirlo con la frente muy alta—es humorista desde su más tierna edad. Yo recuerdo que cuando embos estábamos en el colegio, solía reunirnos a unos cuantos mocosos para contarnos un cuento de su invención, titulado “¡Y si no nos ven!” Y era tal la naturalidad con que González Vera presentaba los honrados temores de la heroína que, al final, todos nos tirábamos al suelo dando decorosas muestras de satisfacción. Por eso yo no abrigo la menor duda de que su humorismo lo contrajo José Santos en el viaje que tuvo que hacer—hace cosa de 20 años—de Concepción a Nacimiento… El mismo nos ha contado, confidencialmente, que cuando estaba chiquito, solía narrarle a su nodriza en su acariciadora media lengua aquella famosa historia del “Tajo sagrado”. Y mientras la incauta se deshacía de gozo, el mundanito de José Santitos se aprovechaba para robarle hasta medio litro de leche e introducir las manos entre las malezas…

II

Hoy su humorismo ha cambiado en sus finalidades. Ya no le sirve como años ha, para ganarse el sustento cotidiano. Pero, en cambio lo aprovecha para ganarse las simpatías de la mitad más bella de la humanidad. En “Claridad”, donde actualmente levanta su carpa acude tarde a tarde, un público internacional compuesto de chilenas, gringas, italianas, y judíos a deleitarse con sus ruidosos gestos de mundano y bufo de circo arrabalero. ¡Y vaya que se cosecha aplausos el picaronazo de José S.! Porque ¿será preciso decirlo? Nuestros elogiado no es de esos que hacen anhelar, empeñosamente, una motocicleta para salir a tomar aire. No. El “representa” sus cuentos adoptando las actitudes y el acecho de cada uno de sus personajes. ¡Y los representa con cuanta multiplicidad! Se pone de pié lanza uno, dos, tres gritos, se sienta, se mesa la cabellera undosa arremolina los brazos arruga y estira la nariz mueve la chaqueta y hace mil gestos… …”Los gestos se le caen de los bolsillos” como diría Pablo el Simple. Resultado: mandíbulas desquiciadas, diafragmas adoloridos, sillas agujereadas…

P. de C.

Memento: Obras de González Vera en prensa, prosa y versos: Vidas mínimas (Prólogo de Alone). Si queris sanguche, sanguche sinó cerveza (relato auto-biográfico.) El Merchante (esbozo crítico del autor de los prólogos premiados en las fiestas de primavera.) ¡Viva Sevilla! (ramilete de canciones populares cantadas por José Santos.) Además sabemos que nuestro biografiado tiene en preparación un montón de volúmenes de los cuales los títulos más importantes son: Los Durand (cuentos en gestos). ¡Y si no nos ven! (narraciones de salón). El Tajo sagrado (cuentos color de rosa). En el bosque o solo el amor es fecundo (novela en nueve jornadas). Bartolo tenía una flauta… (drama del hogar).