EL CARTEL DE HOY

SABOTAGE

Romper las herramientas, deteriorar las máquinas! Inutilizar la producción! Descontrapesar el equilibrio de las industrias! Desbaratar la repartición de los productos! ¡Destruir! Sí, todo eso! Eso y mucho más. Bien se lo merecen, ellos, los que han luchado con el arma más poderosa y con la intención más pequeña. Bien se lo merecen. Ellos, los que inventaron esta guerra de clases que enturbia nuestros corazones, ahora no la taparán con palabras, no la concluirán con promesas. Ahora somos nosotros. Somos nosotros, que, desde abajo, comenzamos a sostener la guerra nueva, aforrados en nuestro dolor como en una coraza, mantenidos con hambre en vez de alimento, con ideal en vez de saciedad. Somos nosotros. El progreso, dicen, el progreso... Dan ganas de echar las tripas riéndose de esta palabreja. A nosotros, que no cono­cemos la Primavera, enterrados en la labor que nos desgasta como una muela de molino infernal, a nosotros, los he­ridos, a nosotros los hambrientos, los desgarrados, los infelices, los anónimos, ignorantes, bestias de carga, gusanos sin ojos, a nosotros con el Progreso!... Da risa! Y si aún así fuera cierto, si estorbáramos al progreso asesinando máquinas asesinas, o malbaratando la ganancia burguesa amontonada por nuestros tendones, si el Progreso tuviera que hacerse, así, pasando por sobre nuestras protestas y nuestro aniquilamiento, ¡A la punta del cerro el Progreso!

P. SIRIONIDA.